El caso contra Precht y la trama detrás de la denuncia
<P>Cómo se gestó la acusación en contra del ex vicario, quiénes la sustentan y por qué la familia denunciante se demoró 20 años en formalizarla. Todo mientras la investigación ordenada por el arzobispo vive sus horas clave.</P>
En enero pasado, el entonces vicario general Pastoral Cristián Precht recibió una visita en su oficina de Santiago Centro. Se trataba de Diego Vela, estudiante de ingeniería comercial de la Universidad Católica, un conocido con cuya familia el sacerdote había compartido en varias ocasiones en almuerzos, reuniones, matrimonios y hasta veraneos en Vichuquén. El motivo del encuentro era responder algunas preguntas de Vela sobre su medio-hermano, Patricio, quien se suicidó en 1991 en Estados Unidos, cuando él tenía tres años y medio.
El encuentro, que duró cerca de una hora y media, marcó un antes y un después en la vida de Precht, transformando a una figura emblemática de la curia chilena por su lucha en favor de los Derecho Humanos en protagonista de una nueva denuncia. Esto, luego de que el Arzobispado confirmara hace dos semanas que inició una investigación en su contra.
De lo que se habló en la cita existen dos versiones y su verdadero contenido es uno de los temas que indaga el promotor de justicia, Marcelo Gidi, a cargo de la indagatoria preliminar del caso.
Según cercanos a Precht, Diego Vela quería saber más de su hermano, por lo que él se limitó a responder una serie de preguntas.
Del otro lado, la familia apunta a que en esa reunión Precht se habría referido a algunas conductas impropias de él con Patricio Vela, lo que para la familia no fue más que la confirmación de las sospechas que tenían desde hace años sobre quien fuera el guía espiritual del fallecido.
En el entorno de los Vela sostienen que estas suspicacias habían sido un secreto por años, pero que tras el caso Karadima comenzaron a tratar el tema de forma más directa. El dolor y las dudas del por qué Patricio se suicidó en Estado Unidos cuando sólo le faltaban semanas para terminar su doctorado en sicología nunca dejaron a su viuda, Carolina Bañados; su madre María de la Luz Montero y su padre, el doctor Patricio Vela Peebles. Hoy, los tres señalan en privado que ya se acabaron las interrogantes, que han ido atando cabos y que están convencidos de que su familiar fue abusado y controlado sicológicamente por Precht.
Así lo han hecho ver en su acusación ante el Arzobispado, la que realizaron luego de saber que el sacerdote había sido designado en la parroquia Santa Clara de La Cisterna el 12 de agosto, en reemplazo del cura Rodrigo Allendes, quien se suicidó luego de que fuera denunciado por hechos de índole sexual. Según la viuda, la presentación sólo pretende evitar posibles nuevos casos.
En las conversaciones familiares previas a la denuncia también participó la artista Catalina Vela, hermana de Patricio, quien falleció junto a su esposo Sebastián Correa Murillo, en el accidente de Juan Fernández el 2 de septiembre.
La historia de Precht y Vela se remonta a finales de los 70, cuando el joven cursaba educación media en el colegio Seminario Menor y se conocieron a través del sacerdote Miguel Ortega. En esa época Patricio era el hijo mayor de un matrimonio muy católico, con el cual el sacerdote también estrechó lazos, transformándose en un asiduo asistente de almuerzos familiares, bautizos, veraneos y todo tipo de celebraciones. En esa época Precht estaba a cargo de la Vicaría de la Solidaridad, entidad que dejó en 1979.
Al año siguiente, Precht fue nombrado en la Vicaría Oriente y como secretario pastoral de la Arquidiócesis. En paralelo, Vela ingresaba a estudiar sicología a la Universidad Católica, lugar donde se estrechó la relación entre ambos.
Según quienes conocieron ese vínculo, el estudiante era un activo participante de la acción social y la pastoral universitaria, llegando incluso a formar junto a Precht un grupo de "no violencia, destinado a evitar que los estudiantes salieran con palos a la calle". También era usual que Vela y sus amigos fueran con el sacerdote a varios retiros. En 1985, el sicólogo se casó y fue Precht quien ofició la misa. Al año siguiente, Vela se tituló con una tesis sobre el comportamiento de niños de escasos recursos.
Todo ese tiempo Precht siguió muy cercano al matrimonio, mientras en lo laboral había sido nombrado coordinador de la visita del Papa Juan Pablo II.
En esos años, dicen cercanos al sacerdote, Precht pasó a ser el guía espiritual de Vela y era usual que compartiera con su familia, incluidas las vacaciones en Vichuquén. Las mismas fuentes indican que Vela habría sufrido de episodios depresivos, debido a una fuerte experiencia que vivió en su niñez. Sin embargo, desde la familia descartan cualquier problema sicológico.
En 1987 nació Jacinta, la hija del matrimonio que luego fue bautizada por Precht. En 1988, la pareja se trasladó a Irvine, California, donde Patricio inició sus estudios de doctorado en la Universidad de Irvine.
A comienzos de abril de 1991, Precht se encontraba en Washington y decidió visitar al matrimonio. Al llegar, encontró a Patricio solo. Su esposa e hija habían viajado a Chile. Estuvo unos días y, según ha relatado a sus cercanos, lo encontró muy triste, tema que le llamó especialmente la atención. En el entorno del sacerdote indican que él regresó a Chile el 11 de abril.
Patricio Vela se suicidó seis días después.
En su declaración ante el promotor de justicia, realizada hace algunos días, Precht debió responder sobre su relación con Patricio, el viaje, la reunión con Diego Vela y otros aspectos de la amistad con el fallecido. Entre ellos, uno que la viuda del sicólogo considera vital.
Según la versión de la mujer, días después del funeral, oficiado por el presbítero, éste se le acercó para preguntarle si había recibido una carta destinada a Patricio que él le envió después de su estadía en Irvine. Bañados señaló que el sacerdote argumentó que era muy personal y se la pidió de vuelta. Ella la encontró y se la entregó sin abrirla.
Desde el entorno de Precht explican que la misiva fue escrita en el avión de regreso a Chile y enviada a Patricio desde el aeropuerto. Agregan que sólo buscaba subirle el ánimo y que la razón para pedirla de vuelta fue para tener un recuerdo. Es más, las fuentes sostienen que Precht la está buscando para entregársela al promotor de justicia y eliminar así cualquier suspicacia sobre la misiva.
Quienes sustentan la denuncia son el padre de Vela y su viuda, Carolina Bañados, quien por coincidencia es sobrina del sacerdote (su padre y él son primos) e hija de una ex colaboradora de Precht en la Vicaría de la Solidaridad.
Cuando Bañados tomó la decisión de denunciar los supuestos abusos y control sicológico de Precht hacia su ex marido, se contactó con los querellantes del caso Karadima, específicamente con José Andrés Murillo, director de la fundación "Para la confianza".
Desde ahí fue derivada a la Iglesia, pues la formalización de la denuncia es el único camino para que los hechos se indaguen oficialmente. Especialmente ahora, que la Conferencia Episcopal cambió los protocolos para estos casos (ver nota secundaria).
Consultado por La Tercera, Murillo dijo que no podía referirse al tema por respeto a la familia. El era primo del esposo de Catalina Vela, Sebastián Correa Murillo, ambos fallecidos en el accidente aéreo.
Sí manifestó su extrañeza por el hecho que el Arzobispado haya confirmado públicamente el caso pese a que se trata de una indagación preliminar. "Esto podría inhibir a nuevos denunciantes", dijo.
Según fuentes ligadas al caso, el mismo día en que Ezzati recibió la acusación (a fines de agosto) se lo comunicó verbalmente a Precht y se resolvió su salida temporal de la parroquia Santa Clara.
Tras conocerse la acusación, el sacerdote dijo tener "la conciencia tranquila". "Conozco a la persona denunciante, conozco toda la situación. Son sorpresas de la vida", fueron sus palabras.
Desde el Arzobispado aclaran que la carta que la viuda envió a monseñor Ricardo Ezzati es la única denuncia contra Precht que investiga la Iglesia hasta ahora, y que se trata de una indagación que debe establecer muy pronto si es que hay o no méritos para abrir una causa canónica. Ese es el primer paso.
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