El clásico club de tenis de la Quinta Normal cumple 100 años

<P>Deportistas como Anita Lizana y Paul Capdeville dieron sus primeros raquetazos en el Mundial Lawn Tennis Club. </P>




Corrían los años 30 y al Mundial Lawn Tennis Club (Av. Portales 3501) llegaban decenas de abogados después de litigar en el centro, o médicos luego de atender en el Hospital San Juan de Dios. La Quinta Normal les quedaba cerca y el recinto deportivo, al poniente del parque, estaba muy a mano para jugar un par de sets.

Una vez que terminaban de practicar, entraba a la cancha una jovencita menuda que, incitada por sus padres -administradores del lugar- y su tío Aurelio, aprendió este deporte. Y lo aprendió tan bien que fue la primera latinoamericana en ganar un torneo Grand Slam (los más importantes): en 1937, Anita Lizana se adjudicó el Abierto de Estados Unidos.

Décadas después, en los 90, Paul Capdeville, actual número uno del tenis local, siguió su ejemplo e hizo sus primeras armas deportivas en este mismo lugar.

Para el tenista, el Mundial es muy especial, ya que fue su primer club. "Tengo muy buenos amigos de esa época y recuerdos inolvidables. Allí gané mi primer torneo, cuando tenía nueve años. Ya no voy mucho, pero estuve hace poco en un almuerzo por la celebración de los 100 años", cuenta Capdeville.

En efecto, el próximo mes el recinto cumple un siglo de existencia e ingresa al grupo de clubes centenarios de la capital, junto al Santiago (Parque O'Higgins) y el Internacional (Loreto con Bellavista).

Japoneses en Santiago

El Mundial Lawn Tennis Club tiene 120 socios activos, organiza diversos campeonatos, entre ellos el clásico Anita Lizana, y recibe a nuevas generaciones en sus ocho canchas. La institución nació en octubre de 1912, cuando un puñado de japoneses que llegó a la capital desde Iquique y Antofagasta se hizo cargo de un par de canchas que existían en el sector poniente de la Quinta Normal.

A principios del siglo XX ese parque era la sede del Instituto Agrícola. "Por ahí circulaban ganaderos y agricultores que construyeron esas canchas para que sus esposas jugaran tenis mientras ellos trabajaban", cuenta Vicente Ramírez, socio desde 1974 y miembro de la comisión encargada de conmemorar el centenario.

"Los terrenos pertenecían al Estado y, por ley, se entregaban en concesión por 15 años", agrega Ramírez.

Los japoneses lo administraron hasta 1945, cuando Chile declaró la guerra a Japón y decidieron abandonar el lugar e, incluso, quemaron las pagodas que habían construido para descansar tras los partidos. De ahí en adelante se sucedieron diferentes administraciones.

Hoy, sus socios no niegan algunas dificultades. Temen que un día la Municipalidad de Santiago no les renueve el comodato -que ahora sólo dura cinco años- debido a presiones inmobiliarias. De hecho, eso ya ocurrió durante la alcaldía de Raúl Alcaíno, situación que Pablo Zalaquett revirtió.

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