El duro viaje a Venezuela
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con la la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de
carnes, enjuto de rostro; gran mados cincuenta años, era de complexión recia, seco En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca Una olla de algo más vacaUna olla de algo más vacaque carnero, salpicón las más noch
"La felicidad y emoción que siento por este triunfo, sólo son comparables con lo que sentí cuando nacieron mis hijos. Aún más por todo lo que nos ha costado el viaje", le dijo un entusiasta hincha de Palestino a Fernando Aguad, timonel del club árabe, justo antes de abordar el chárter que traería a la delegación nacional de vuelta a Chile desde Barinas tras el triunfo tricolor 1-0 sobre Zamora.
Si la ida fue difícil, con una escala técnica en Iquique de dos horas para realizar los trámites de policía internacional por la imposibilidad de hacerlo en Santiago y cargar combustible y otra de una hora en Barquisimeto para ingresar a Venezuela por no poder realizar el trámite aduanero directamente en Barinas, la vuelta no sería menos compleja.
El aeropuerto de Barinas es de carácter nacional y no abre de madrugada, lo que complicaba la intención del cuerpo técnico de volver una vez finalizado el compromiso. Sólo la mediación de la embajadora palestina en Venezuela, Linda Sobeh, solucionó el problema. Además, horas más tarde, las autoridades de Perú desconocieron los permisos para que el avión nacional sobrevolara su espacio aéreo y obligó a una detención de tres horas en Iquitos. Tras renegociar las autorizaciones pertinentes, el equipo siguió su trayecto. Al final, al aterrizar en Santiago luego de casi 13 horas (cuatro horas más que el itinerario inicial), los aplausos de todos los pasajeros de la nave fueron espontáneos.
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