El (esotérico, un poco ridículo, pero efectivo) poder de los rituales
<P>Por décadas han sido considerados excentricidades de futbolistas o tipos con baja autoestima, pero ahora una nueva línea de investigación demuestra sus amplios beneficios para mejorar la seguridad, rendimiento laboral y hasta los sabores.</P>
El miércoles 12 de abril de 1961, el ruso Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano que viajó al espacio. La noche anterior vio la película Sol blanco del desierto; despertó a mitad de la noche y firmó con un plumón imborrable la puerta de su pieza; al día siguiente se sometió a un riguroso examen médico, desayunó y, exactamente cuatro horas y media antes del despegue, se calzó el traje Sokol para combatir la despresurización de la cabina. Dos horas y 45 minutos antes de subirse a la nave Vostok 3KA-3 hizo un juramento y abordó el bus que lo trasladó los 30 kilómetros hasta el lugar de despegue. Sólo una cosa no fue perfecta: a mitad de camino pidió al chofer detenerse para hacer pipí en medio de la estepa rusa.
El vuelo de Gagarin pasó a la historia. Y su rutina también: hasta hoy, todos los cosmonautas ven la misma película, firman la puerta de la pieza, desayunan lo mismo y paran (aunque no tengan ganas) el bus a mitad de camino. Es su ritual. Y no son los únicos, la costumbre de desarrollar rituales está ampliamente extendida. ¿La ventaja? Ayudan a ganar confianza frente a situaciones de estrés. Un nuevo estudio de la Escuela de Negocios de la U. de Harvard encuestó en línea a 400 personas y descubrió que la mitad de los consultados reconocía comportamientos de este tipo antes de encarar tareas que los ponían ansiosos. Por ejemplo, uno de los consultados, antes de entrar a reuniones importantes, golpea con sus pies el suelo varias veces y mueve el cuerpo para "eliminar las energías negativas".
Algunas de las personas que más han estudiado en el mundo los rituales son Francesca Gino y Michael Norton, investigadores de la Escuela de Negocios de Harvard, quienes explican que la gente desarrolla rituales básicamente porque las ayudan a manejar situaciones complejas. "Hemos examinado el papel de los rituales en tres contextos diferentes hasta el momento: después de experimentar una pérdida, antes de una experiencia de consumo y antes de hacer tareas muy estresantes", explica a Tendencias Francesca Gino.
No hay dolor
Los investigadores midieron cómo los rituales ayudan a las personas a superar momentos de duelo en un estudio que será publicado en el Journal of Experimental Psychology: General. "Cuando se experimenta una pérdida (el fallecimiento de un ser querido o el final de una relación romántica), sienten que pierden el control de sus vidas", explica a Tendencias Michael Norton, coautor del libro Happy Money: The Science of Smarter Spending. Para ver el efecto de los rituales en estos momentos, los investigadores sometieron a 247 personas a un experimento donde debían escribir sobre la muerte de un ser querido o el fin de una relación. Luego se les preguntó si después de la pérdida habían realizado algún ritual y a quienes respondían positivamente se les pidió describirlo.
Lo que descubrieron fue sorprendente: la mayoría de los rituales descritos no eran comunitarios ni religiosos, sino más bien personales e íntimos. Por ejemplo, una mujer que para sobrellevar la pena por un ex fue a la plaza donde se conocieron y rompió todas las fotos donde aparecían juntos. Luego se pidió a los voluntarios catalogar en una escala qué tan fuera de control se sentían al momento de producirse la pérdida y el nivel de pena que aún sentían. Quienes realizaron rituales reportaron sentir mayor control sobre su vida y menos tristeza.
Aunque Gino y Norton fueron más allá y para saber si el dolor se podía calmar a través de rituales hicieron un estudio induciendo una pena y asignando rituales. Pero como no se puede "provocar" el quiebre de una relación o la pérdida de un ser querido, lo que hicieron fue recrear la sensación: reunieron grupos de nueve voluntarios y les dijeron que uno de ellos ganaría, por sorteo, 200 dólares. Cada ganador tomaba el dinero, salía de la sala y los otros ocho quedaban sentados con una repentina sensación de pérdida. Después se dividió a los decepcionados en dos grupos: uno debía hacer una serie de rituales (por ejemplo, dibujar su estado de ánimo, echarle sal, romper la hoja y quedarse en silencio contando hasta 10) y el otro sólo dibujar su estado de ánimo.
¿Resultado? Los "ritualistas" reportaron mayor sensación de control y menos desánimo. "Cuando las personas se involucran en rituales después de una pérdida, experimentan una mayor sensación de control y, como resultado, también niveles más bajos de dolor (o tristeza) acerca de su pérdida", dice Gino.
Mejoran hasta las zanahorias
Pero este no es el único beneficio de los rituales. Otro estudio reveló que también ayudan a mejorar el rendimiento laboral. Los investigadores pidieron a un grupo de voluntarios hacer tareas aparentemente difíciles, como resolver una compleja operación matemática o cantar en un videojuego, haciéndolos pensar que estaban siendo evaluados. Antes de empezar se le pidió a la mitad realizar el ritual de dibujar su estado de ánimo, tirarle sal encima, contar hasta 10 cinco veces e inclinarse hacia arriba. ¿Resultado? "Los rituales redujeron la ansiedad de las personas y aumentaron su nivel de confianza. Como resultado, la gente se desempeñó mejor", dice Gino, comentando el experimento donde el grupo que hizo el ritual logró mejores resultados en las pruebas y registró menores incrementos en la frecuencia cardíaca que el resto de los participantes.
Otro estudio de Gino y Norton, esta vez con investigadores de la U. de Minnesota y que será publicado en la revista Psychological Science, vio cómo los rituales influían en nuestro gusto por algunos sabores. En el experimento se pidió a los voluntarios comerse un chocolate con un ritual asignado, como abrir el envoltorio de una forma determinada. También hubo un grupo de control que sólo se lo comió. Y sí, quienes hicieron el ritual encontraron más sabroso el chocolate. Estudios anteriores habían mostrado que estos rituales hacen que los consumidores perciban el producto como más valioso. De hecho, se conocen estrategias de marketing de algunas marcas invitando a comer sus productos de una determinada manera.
Para ver si este mismo efecto se puede lograr con alimentos menos sabrosos, los investigadores probaron los rituales con una simple zanahoria. ¿Resultado? Los participantes que hicieron una serie de gestos antes de comerla reportaron encontrarla más rica. "Hemos demostrado que los rituales de consumo (como la elaborada ceremonia de la apertura de una botella de vino) aumentan la participación de la gente en sus experiencias de consumo. Esta mayor participación, a su vez, los hace disfrutar más los alimentos", dice Norton. Aunque esto no es tan nuevo, ¿se acuerda del "aquí viene el avioncito" para que coman las guaguas?.
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