El estigma chileno del futbolista desobediente

<P>Del Bautizo de Valdivia a las peleas cruzadas en la puerta de la discoteca. De las citas clandestinas con chicas, a los excesos en las concentraciones y los Ferrari estrellados en las veredas. Vidal, Silva, Ríos, Ávalos, Muñoz o Herrera. Los actos de indisciplina amenazan con opacar el brillo del balompié criollo dentro y fuera de las fronteras chilenas. </P>




Martes 16 de junio. 22.50 horas. A la altura del kilómetro 25 de la Autopista del Maipo, en el acceso sur a Santiago, acaba de producirse un accidente de tránsito. Hay dos autos implicados, varados en uno de los márgenes de la vía. El silencio es casi sepulcral bajo la fría y negra noche santiaguina. Unos minutos más tarde, las cosas cambian. Llegan los primeros curiosos y con ellos las primeras noticias. Llegan también las fuerzas del orden, pero el esperpéntico acto final no ha empezado todavía. Acontece, claro, coincidiendo con la entrada en escena del protagonista. "Espósame, pero te vas a cagar a todo Chile", le espeta, ebrio y desafiante, el responsable del accidente al carabinero desplazado hasta el lugar de la colisión. Como en las películas, pero no se trata de una película. Porque el accidente es real y porque el conductor también lo es, por mucha mitificación que exista. Se llama Arturo Vidal y no es actor sino futbolista.

El mediático accidente perpetrado por el entonces volante de la Juventus durante el transcurso de la pasada Copa América, celebrada precisamente en Chile, dio la vuelta al mundo. Un triste suceso que, lejos de representar un hecho aislado, no fue sino el penúltimo escándalo de indisciplina protagonizado por un jugador profesional chileno. Pese a la gravedad de lo sucedido, Jorge Sampaoli apostó entonces por indultar al Rey Arturo, quien pudo levantar junto al resto de sus compañeros el trofeo continental conquistado en la ya histórica tarde del 4 de julio.

Luis María Bonini, preparador físico de la Selección durante el proceso de Marcelo Bielsa, llama la atención sobre la importancia de mantener las formas cuando un futbolista actúa en representación de un combinado nacional, pero prefiere no posicionarse sobre el perdón otorgado al futbolista: "Los jugadores y los cuerpos técnicos tienen que cuidar mucho lo que es la selección porque la selección representa a la gente. No hay nada, no hay otra cosa en el mundo del fútbol tan importante como la selección. Pero para juzgar, tenés que estar adentro. Sampaoli sabrá si hizo bien o hizo mal con Vidal. El tiempo dirá cómo lo hizo".

Sea como fuere, el torneo será recordado como el primero en el que la Roja consiguió el título. El acto de indisciplina del jugador, ni siquiera se puede decir que haya sido el último. Puede que sí el último de Vidal, aunque su desvinculación del plantel nacional en la previa del amistoso ante Paraguay continúe levantando suspicacias, pero de ninguna manera el último acontecido en el medio profesional chileno.

Y si no que se lo pregunten a Mario Salas, quien esta misma semana se vio obligado a hacer honor a su sobrenombre de Comandante y sancionar con dos y tres partidos, respectivamente, a sus dirigidos Michael Ríos y José Luis Muñoz por tomar parte en una pelea a la salida de una discoteca en el sector oriente de la capital. "Los actos de indisciplina se ven intensificados cuando el futbolista está sometido a un alto nivel de estrés. En el caso de Católica, por ejemplo, el ambiente era complejo y yo creo que los jugadores trataron de buscar afuera esa especie de liberación que no encontraban con el momento de tensión deportiva que estaban viviendo", señala a propósito de la trifulca el sicólogo y coach deportivo Rodrigo Cauás.

Tampoco se libran de los escándalos de indisciplina otros seleccionados nacionales como Johnny Herrera, recientemente condenado a 41 días de reclusión nocturna en su domicilio por quebrantamiento de condena, es decir, por vulnerar la prohibición de conducir vehículos motorizados" que le había sido impuesta tras ser condenado previamente por el atropello mortal de una joven en 2009.

Una reprobable conducta reiterada como aquellas de la que fueron responsables otros jugadores como Roberto Ávalos o Jason Silva, protagonistas también en los últimos tiempos por sendos actos de indisciplina. El primero, por intentar agredir a su entrenador, Ariel Pereyra, y a uno de sus ayudantes, a finales del pasado año, cuando el futbolista formado en Palestino -con antecedentes penales- militaba en Unión La Calera. El segundo -controvertido jugador abonado a la polémica- por incitar, según la resolución del Tribunal de Disciplina, "a la violencia en los estadios" al patear un lienzo de la U al término de un Superclásico. Diversas manifestaciones de una misma y descorazonadora realidad, que la desobediencia y el escándalo parecen haber echado raíces en el seno del fútbol chileno.

"La indisciplina en el fútbol se ha dado siempre, pero desde la llegada de las redes sociales es quizás más evidente porque los jugadores están ahora mucho más expuestos". Así comienza a analizar Rodrigo Cauás la problemática que amenaza por momentos con conferir a la indisciplina deportiva en el medio futbolístico nacional el raro aspecto de un mal congénito. Algo que Bonini, ex escudero de Bielsa, se apresura a desmentir: "El jugador chileno no tiene tres ojos o cuatro brazos. El jugador chileno es jugador de fútbol y el jugador de fútbol es una raza, igual en todas partes. Yo he visto cosas en otros países que si nos ponemos a escribir no terminamos", manifiesta. No tienen tres ojos ni cuatro piernas, pero se diría que -probablemente como consecuencia de su condición de futbolistas, de ídolos populares- sí más credibilidad que nadie, más vidas que un gato.

Para comprobarlo, basta con echar un vistazo al sinfín de escándalos extradeportivos contabilizados en el seno de la selección chilena a lo largo de la última década. Mediáticos y colectivos actos de indisciplina intencionadamente caricaturizados -tal vez para restarles crudeza- al ser acuñados con apelativos como el Dublinazo (2006), el Puerto Ordazo (2007) o el Bautizazo (2011), nombres más propios de una comedia barata que de un desacato deportivo de dimensiones dantescas.

"Somos un país con un alto nivel de alcoholismo, y eso es algo transversal que también puede influir al fútbol. Y digo al fútbol porque hay otros deportes con una mayor demanda física y con un horario de entrenamiento más exigente que son mucho menos propensos a estos desmanes", prosigue el sicólogo deportivo, tal vez olvidando que en los recientes Juegos Panamericanos la expedición chilena también brilló en polémica: dos maratonistas pegándose en la cafetería de la Villa (Guajardo y Echeverría) y una atleta (Gallardo) disparando verbalmente contra otra (Isidora) por sus mejores patrocinios.

Cauás señala otra serie de factores sicosociales como posibles causantes de estos actos de desobediendicia. "Muchos de estos jugadores provienen de lugares con niveles socioeconómicos y socioculturales bastante bajos, y el jugador no está acostumbrado a lidiar con cambios de status tan bruscos cuando empiezan a ganar tanto dinero, así que se ven obligados a hacerlo muy rápido y con muy poca educación", sostiene. La solución, en palabras del experto: "mayor control, mayor educación y hacer entender a los jugadores que el entrenamiento es más que la hora o las dos horas que están en la cancha". Y es que al margen de pura entretención, el fútbol debe ser también algo muy serio.

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