El extraño mundo del señor Weerasethakul, ganador del último festival de Cannes

<P> El viernes se estrena en el Festival de Valdivia la película por la que el tailandés se llevó la Palma de Oro.</P>




Nadie tiene nombres demasiado cortos en Tailandia y mientras más elevada es la posición social, más largo es el apelativo. El director de cine Apichatpong Weerasethakul es hijo de médicos y para evitar complicaciones prefiere que sus amigos le digan "Joe". "Es mi apodo aquí en Tailandia", dice el director que este año se llevó la Palma de Oro en Cannes por su película Uncle Boonmee, who can recall his past lives .

El filme es uno de los eventos más esperados en el 17 Festival de Cine de Valdivia y representa un tipo de cine que hace tiempo viene imponiéndose en los encuentros cinematográficos del planeta. Junto a los cines filipino, rumano y argentino, la obra del tailandés Apichatpong Weerasethakul es la preferida de la crítica en el circuito de festivales y Cahiers du Cinéma ubicó su filme Tropical malady (2004) como una de las 10 mejores cintas de la primera década del milenio.

Amante de los planos largos y de diálogos poéticos, Weerasethakul es uno de esos realizadores conocidos en Chile sólo por su prestigio. Sus trabajos no están en los videoclubes (sólo se pueden encargar a tiendas como Amazon o Fnac) y, por esta misma razón, su llegada al festival austral es la oportunidad única para verlo de primera fuente, en todo el esplendor de los 35 milímetros (ver recuadro).

Considerado un "director visionario" por el crítico Peter Bradshaw, de The Guardian, y un autor de "paraísos fílmicos" por Olivier Séguret, de Libération, Weerasethakul (40 años) no sigue los caminos de la naración clásica. Ejemplo: una de sus primeras cintas, Blissfully yours, introduce los créditos iniciales recién a los 45 minutos de metraje. Por otro lado, los elementos sobrenaturales no le son extraños y en Uncle Boonmee... se asiste a escenas como las relaciones sexuales de una princesa con un pejesapo en una laguna o la aparición de un mono gigante con ojos fluorescentes.

En el filme se cuenta la historia de un hombre que en sus últimos días recuerda sus reencarnaciones anteriores.

¿Cómo debería el público acercarse a ver sus películas?

En forma relajada y dejándose llevar. Disfrutarlas tal como lo harían con una película de Hollywood. Yo mismo la paso bien viendo filmes norteamericanos. Lo mejor es entrar a la sala sin prejuicios y aceptar que no todos los lenguajes son iguales al del cine industrial.

¿Qué tipo de cine ve?

De todo, desde una película de desastres hasta un filme independiente. No hago distinción de géneros y sólo me preocupa que no sean predecibles ni utilicen fórmulas archiprobadas. Lo más común es que vea una superproducción de Hollywood con una historia mala, pero con grandes efectos especiales. En ese caso me concentro en la técnica para descubrir detalles que me interesan. Sin embargo, Hollywood aún puede crear cine masivo con guiones inteligentes: un ejemplo es El origen, cuya historia te empuja y empuja una y otra vez, siempre mostrando una estructura diferente. Disfruté mucho esa cinta.

¿Por qué cree que su cine gusta tanto en los festivales?

Bueno, es el público ideal para mi tipo de películas. Es gente receptiva en general al arte, a los libros, a la música y también al cine más experimental. No puedo decir lo mismo de la audiencia masiva. En Tailandia, por ejemplo, son pocos los que ven mis cintas.

Una filme de homenajes

Este realizador con estudios de arte en Chicago cultiva además la instalación y el filme Uncle Boonmee... es parte de un proyecto multimedial que se llama Primitive. "Para mí, una película es tan artística como un libro o una composición musical. En la instalación vemos el mundo a través de estas diferentes artes", dice Weerasethakul, quien responde el teléfono desde las oficinas de su propia compañía, Kick the Machine.

Por la línea telefónica se filtra el insistente ruido de los grillos de la noche tropical, curiosamente el mismo que acompaña a los protagonistas de Uncle Boonmee... durante toda la película.

"Este filme nació como un homenaje a los habitantes y la naturaleza del noreste de Tailandia, una región con muchas creencias sobrenaturales. Es, además, la zona donde yo crecí", cuenta Weerasethakul. "Pero además hago tributo a un viejo tipo de cine que se hacía en mi país en los 60 y 70, y que ya no existe más. Por eso los efectos especiales son deliberadamente rudimentarios en el caso del simio fantasma", explica.

Contraviniendo la tendencia actual a filmar en soporte digital (el ideal para un director independiente con bajos recursos como él), Weerasethakul optó por el oneroso y clásico formato del celuloide. "Era la única forma de captar los colores de la naturaleza de esa zona en forma fidedigna. El verde de los árboles nunca será el mismo con la cámara digital", se explaya.

Respetuoso de las tradiciones de su país y al mismo tiempo voraz consumidor de cultura pop occidental, Weerasethakul anida un particular proyecto en su agenda de trabajo. "Quiero hacer una película de ciencia ficción que se desarrolle en un paisaje eternamente nevado. Será un tributo a filmes y series americanas de ciencia ficción de los 70 y 60, desde Star Trek hasta El planeta de los simios, pasando incluso por La guerra de las galaxias".

¿Y qué actores utilizará?

Actores occidentales. Son los que yo asocio con este tipo de películas y no podría ser de otra forma. Pero, en fin, todo es en realidad un sueño.

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