El fabricante de los soldaditos de San Diego
<P>En una galería de esta calle, Patricio Miranda fabrica estas piezas de plomo a pedido. ¿El encargo más grande? Se fue a Las Condes, a la casa del ex ministro Francisco Vidal. </P>
PATRICIO Miranda Calderón (52) no recuerda cuándo se encantó con los soldaditos de plomo, pero fue cuando chico. Entonces coleccionaba aviones y tanques, y gracias a esa afición conoció a Rino, el hijo de quien partió con la fabricación de los soldaditos de plomo en Santiago, Silvio Poletti.
En el camino se topó con Julio Rivera Pérez, también otro grande en la historia de las figuritas de uniformados. Y él fue quien le enseñó las técnicas para fabricar las miniaturas.
Lleva 12 años en el 119 de San Diego, en el local 25 de una galería. No fundiendo plomo, sino que recolectando alambres y pedazos de soldaditos de plástico (cabezas, brazos, el troncos, piernas) para darles vida a los pequeños hombrecitos. "El público me fue conociendo porque venían a comprar libros. Y me empezaron a hacer encargos", cuenta.
El resto de la clientela la mantiene del tiempo en que vendía sus figuras en el Parque Las Rosas, al lado del río Mapocho, en La Dehesa. Por eso, ahora, los pedidos los recibe de esos clientes, que se concentran en Las Condes, Providencia y Lo Barnechea.
Para cumplir con las expectativas de quienes confían en él, Patricio lee y mira ilustraciones del momento histórico al que pertenecía el soldadito a recrear. Luego lleva el molde hecho a la casa de Rino Poletti para que funda el plomo y lo haga calzar. "El material lo saco de los pesos que se les ponen a los neumáticos. Después de que Rino los funde, los limo y los empiezo a pintar", explica el artesano, que durante el día es chofer y que trabaja en su oficio sólo de noche. "El pedido más numeroso con el que he tenido que cumplir fue el del ex ministro de Defensa Francisco Vidal. Durante tres años, debo haber hecho cerca de 2.000 figuras para él. El tiene diferentes escuadrones, de Alta Montaña, la Escuela Naval, la Escuela de Aviación, de Marina, de Carabineros, porque es fanático", explica.
Patricio les hace también trabajos a otros conocidos clientes. "Al director del Banco de Chile, Gonzalo Menéndez, le hago figuritas de distintas épocas, medievales, romanas y napoleónicas", cuenta.
A ninguno de ellos, según dice, les hizo el que considera su trabajo más importante: una maqueta que recrea el funeral de Augusto Pinochet, con cuatro caballos que cargan la urna tapada por una bandera. "Fueron más de 100 miniaturas y me las encargó el dueño del restaurante Lili Marleen. Más allá del personaje, que fue tan querido y odiado a la vez, fue un momento histórico", afirma Patricio Miranda, mientras prepara su confesión: "En algún momento quise ser militar, pero no pude".
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