El fujimorismo se consolida como la segunda fuerza política
A pesar de la salida precipitada de Alberto Fujimori del poder en 2000, de que él está preso y condenado hasta ahora a 25 años de cárcel y de la estrecha derrota de su candidata en las elecciones presidenciales del domingo, el fujimorismo es la segunda fuerza política en el Congreso peruano y casi con seguridad será el principal partido político de la oposición al gobierno de Ollanta Humala. Para eso, el movimiento ha debido recorrer un largo pero constante camino en el que los seguidores de Fujimori, encabezados por su hija Keiko, lograron reposicionar una agrupación que huyó en desbandada y que cayó en el desprestigio tras la renuncia vía e-mail a la Presidencia peruana de su máximo mentor.
Sin embargo, el fujimorismo logró consolidarse como un movimiento relevante, que negoció directamente e hizo viable el gobierno de Alan García, prestando sus votos para la aprobación de algunas de las leyes de ese Ejecutivo. De hecho, el momento en que mostró que no era una fuerza agónica sino que vigente se produjo en 2006, cuando Keiko Fujimori logró la votación más alta en la historia de Perú para un parlamentario. En esos comicios, cuando resultó electo Alan García como Presidente, el fujimorismo logró 13 parlamentarios, bajo el nombre de Alianza por el Futuro (AF, las iniciales de Alberto Fujimori). Impulsado por la candidatura presidencial de Keiko Fujimori, bajo el nombre de Fuerza 2011, el movimiento logró en los comicios legislativos de abril un fuerte avance, al lograr 37 escaños (de un total de 130), mientras que su abanderada obtuvo el 23% de los sufragios en la primera ronda y 48% en la segunda vuelta. De esta forma, la hija de Alberto Fujimori queda muy bien posicionada para la elección de 2016, eso considerando que en las tres últimas contiendas el candidato que sale segundo logra triunfar en los siguientes comicios. Así sucedió con Alejandro Toledo, con Alan García y con Ollanta Humala.
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