El granjero que sucedió a Player en Augusta
<P>Justo 50 años tras el primer triunfo sudafricano en Georgia, Charl Schwartzel dio la gran sorpresa.</P>
Desde su criadero de pollos en Vereeniging, una pequeña localidad 58 kilómetros al sur de Johannesburgo, George Schwartzel declaró una vez más que no aguanta ver las rondas de su hijo en una cancha de golf. "Me dan unos nervios terribles. Por suerte, Charl sacó el temperamento de su madre", señala el padre del tercer sudafricano en ganar el Masters de Augusta, después de los éxitos de Gary Player en 1961 y Trevor Immelman en 2008.
Toda la familia Schwartzel, incluso George, quien quería irse a acostar para ahorrarse la angustia, trasnochó hasta la una de la mañana (hora local) para ver por televisión cómo aquel niño que empezó a jugar a los cuatro años se convertía en leyenda del golf mundial, al probarse la chaqueta verde en Augusta. George agradece que su esposa lo haya mantenido despierto. En el Alfred Dunhill Championship de 2005 ya se había perdido la primera victoria de su hijo en el Tour Europeo, pese a estar con él en la cancha. "No podía aguantar la ansiedad, así es que busqué un árbol tranquilo, en uno de los primeros hoyos, para tomar una siesta", confiesa.
Esa tranquilidad que le falta a su padre, Charl la tuvo de sobra el domingo, en su último recorrido por la cancha de Augusta. Empezó con un chip in para birdie en el primer hoyo y cerró con otros cuatro birdies en los últimos agujeros, para completar la última jornada con 66 golpes y cerrar el certamen con -14. Atrás quedaron Rory McIlroy, Tiger Woods, Jason Day, Adam Scott y Angel Cabrera, todos quienes llegaron hasta el cierre con chances.
Ningún experto en golf hubiera podido predecir el resultado. Sin embargo, su padre intuía que Charl tenía opciones: "No me sorprendió demasiado su victoria. Le dije a mi esposa que si conseguía una ronda de cinco bajo par, tenía posibilidades de ganar. Y así fue".
Un hombre de campo
La familia del flamante campeón del Masters siempre ha vivido en el campo, que antiguamente pertenecía a su abuelos maternos, por lo que desde joven, Charl se habituó a las actividades al aire libre. Con los años heredó los dos pasatiempos de su padre: el golf y la aviación. "Mi sueño es llegar al PGA y luego comprar un jet para que mi papá y yo podamos volar", señaló hace tiempo el golfista sudafricano.
Hasta el día de hoy, con 26 años, Schwartzel tiene su residencia oficial en la granja de Vereeniging, aunque actualmente pasa más tiempo en Estados Unidos, como nuevo integrante del PGA Tour. De hecho, logró la victoria en su primera aparición en Augusta National, otra de las grandes metas de su carrera. "Con mi padre siempre nos quedábamos hasta muy tarde viendo el Masters. Nunca nos lo perdíamos. Siempre me dije que algún día jugaría allí", comentaba algunas semanas antes del torneo.
El domingo, en un día, el sudafricano superó las ganancias de toda su carrera (se embolsó US$ 1,44 millón) y consiguió lo que leyendas como su compatriota Ernie Els y el australiano Greg Norman nunca consiguieron.
Coincidentemente, su victoria ocurrió el mismo día en que el mejor golfista sudafricano, Gary Player, se transformó en el primer jugador no estadounidense en ganar el Masters. Nada mal para un chico del campo.
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