El gurú del Presidente




PIÑERA SALIO radiante de su encuentro con Steve Jobs. El fundador de Apple lo recibió en su casa de Palo Alto, en las afueras de San Francisco, y si bien no era la primera vez que estaban juntos, esta oportunidad estuvo marcada por un hecho significativo: el delicado estado de salud de Jobs, que en los últimos años ha luchado contra un cáncer al páncreas y acaba de recibir un trasplante de hígado.

"Fue un encuentro muy humano, muy sencillo, en la cocina de su casa. Cuando llegué, estaba preparando jugo de naranja para el desayuno. Me dio un abrazo y nos sentamos en la mesa de la cocina y conversamos dos horas. Es un hombre que estuvo muy cerca de la muerte y hoy está muy cerca de la sabiduría", diría después Piñera, sin esconder su emoción.

De toda la agenda presidencial en Estados Unidos, la reunión con Steve Jobs fue la más difícil de conseguir. Primero, porque detesta lo público. Y, segundo, por su delicado estado de salud. Pero la insistencia de Piñera fue más fuerte, y finalmente Jobs puso una condición: recibiría sólo al Presidente, sin comitiva, guardaespaldas ni periodistas. Fue, entonces, una reunión privada. Probablemente la única de la gira.

Piñera reconoce que siempre ha admirado a Steve Jobs. Y se le nota. Cuando habla de él, se refiere casi a un gurú, lo que no es raro, ya que el hombre es un héroe del mundo de los negocios. Además, en un dato que pocos recuerdan, el actual Mandatario fue socio de la empresa que a fines de los 80 representó a Apple en Chile. "Nos dieron 10 minutos para presentar nuestro plan. No teníamos experiencia en el rubro, pero le dijimos: no nos interesa el pasado; venimos a hablar de los próximos 20 años. Y los convencimos", dice con orgullo.

Es comprensible la admiración de Piñera por Jobs. La audacia, la pasión, la idea de seguir siempre los instintos, que caracterizan al fundador de Apple, son particularmente atractivas para el actual Presidente. Pero también son parecidos en el carácter. Ambos cargan con la fama de ser genios y mal genios a la vez; de no ser simpáticos ni acogedores. Pese a ello, ambos logran rodearse de grandes talentos. Gente que los respeta por su inteligencia, por su capacidad.

Jobs es un revolucionario. Mercado que toca, lo cambia: lo hizo con la computación, la música, el cine, la telefonía. Piñera también quiere revolucionar todo: el país, la derecha, la educación, la salud. Y para conseguir sus objetivos, ninguno de ellos duda en trabajar las 24 horas del día.

Hay una anécdota de Jobs que Piñera siempre recuerda. Fue cuando recién estaba formando Apple y llamó al entonces presidente de la Pepsi, John Sculley, para ofrecerle trabajo. Sculley, sorprendido, le pregunta por qué debía dejar su puesto en una de las empresas más grandes del mundo para embarcarse en una aventura como Apple. La respuesta de Jobs es ya una leyenda: "¿Quieres pasar el resto de tu vida vendiendo agua con azúcar o quieres cambiar el mundo?".

Probablemente Piñera sintió, en algún momento, que seguir dedicando su vida a los negocios era como vender agua con azúcar. Y decidió buscar la Presidencia para cambiar Chile. Veremos si tiene tanto éxito como Steve Jobs.

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