El hijo de Sabato habla de documental sobre su padre y los planes de un museo en su memoria

<P>A un mes de la muerte del autor de <I>El túnel</I>, su hijo se refiere a la tristeza casi endémica de su padre.</P>




¿Cómo se baja al hombre de una estatua? ¿Dónde está la persona que da nombre a la calle? O en este caso, ¿quién está detrás del escritor? ¿Dónde está el padre, el abuelo, quién era ese que siempre se ocultó detrás de los lentes oscuros? Mario Sabato vivió estas preguntas durante décadas. Su padre, el Gran. Serio, pensativo, preocupado: un existencialista abrumado por la suerte de la Humanidad. Así, con mayúscula.

A casi un mes de la muerte del escritor, y a poco de cumplirse el centenario de su nacimiento, el hijo de Ernesto Sabato se ve tranquilo. "En la familia estábamos muy preparados para su muerte", dice, "por eso fue algo muy fuerte para nosotros la reacción de la gente, era como estar con hermanos a los que hubiera que consolar".

Se reúne con La Tercera en el café de la Universidad del Cine, donde este guionista y director de 66 años da clases de cine y literatura. Como si la vida lo hubiera empujado.

Adelantándose a la muerte de su padre, quien había prometido vivir cien años ("nos defraudó pero por muy poco", dice), el año pasado estrenó el documental Ernesto Sabato, mi padre, prácticamente inadvertido fuera de Argentina. En Chile se dio sólo una vez en Puerto Montt en la muestra itinerante del Festival de Cine de Mar del Plata. "Había unas 12 personas en la sala", recuerda, "y me parece que fue la película con más asistencia del ciclo", dice con una sonrisa de medio lado. La muerte le da una nueva oportunidad de distribución: lo llaman de todas partes para exhibirla. El se lo toma con calma y, un poco, se lamenta.

"Supe que eso iba a pasar. Por eso me apresuré a estrenarla, para evitar cercanías con la muerte. Ahora la ven mal, con un afecto que va mucho más allá de la película. El impacto de la muerte exagera un poco las cosas".

Sobre cómo fue el proceso del documental, de bajar al hombre de la estatua, Sabato cuenta que fue algo "muy curioso en muchos sentidos". Y sigue: "Primero porque lo que quería hacer era algo mucho más íntimo y modesto en mis pretensiones, casi familiar. Que mis nietos y los hijos de mis nietos supieran quién había sido ese señor que dentro de algunos años, cuando recorran Buenos Aires, verán en estatuas y calles con su nombre. Quería que supieran quién era, íntimamente. Entonces a una productora con la que he trabajado le pedí prestada una Mini DV, pero se negaron rotundamente. Me dijeron: 'De ninguna manera. Te vamos a pasar una cámara de alta definición porque esto no lo puedes hacer sólo para tu familia, tiene que ser para todos'. Así fue como siguió el mismo formato, que es un cuento interno, pero hecho con una tecnología para ser visto por los demás".

Según dice, nunca pretendió la objetividad o la veracidad histórica, la película es simplemente el retrato de un padre hecho por su hijo. "No revisé fechas, no hice una investigación adecuada, nada. Eran mis memorias y yo quise preservarlas así. No podía hacer un documental 'científico' y esa cercanía, que era una dificultad, sentí que también era mi ventaja. Yo normalmente tardo entre 40 y 45 días en filmar, acá tardé 50 años. Esto no es broma, porque si bien utilicé materiales que había hecho yo mismo con una Súper 8 cuando tenía 12 años, cuando empecé a editar me di cuenta de que mágicamente, misteriosamente, todo respondía a un guión que nunca había escrito pero que siempre estuvo allí. Filmaciones hechas en el año 68 se coordinaban perfectamente con filmaciones del 92, como si hubiese respetado posiciones de cámara".

El recuerdo alegre

"Veía muchos musicales, que le encantaban. Y tratábamos de que no viera televisión, nada de eso que lo ponía muy mal", dice Mario al recordar los últimos años de vida del escritor.

Junto a su hermano Jorge, fallecido en un accidente de tránsito, Mario Sabato vivió una niñez con un padre que podía deprimirse con el diario o el noticiero, una situación que con el correr de los años, aunque se agravaba ("se moría un chiquito de hambre en Tucumán y se ponía deprimidísimo tres días", recuerda), al mismo tiempo atravesaba un proceso de redescubrimiento de la vida.

"La cosa empezó a temperarse con la irrupción de los nietos", cuenta Mario. "Cuando aparecieron los nietos la cosa cambió. Primero porque como abuelo descubrió a los chicos, una relación que no pudo transitar como padre. Y luego porque los chicos, apenas empezaron a hablar y a moverse, lo tomaban para el churrete, se divertían mucho con él, le hacían burlas y él les seguía la corriente. Ahí cambió bastante la cosa. Por suerte".

En este escenario de fuerte inestabilidad emocional, la decisión de mostrarles una película sobre su vida no fue algo fácil de manejar. "Hicimos una puesta en escena para mostrarle los primeros minutos, que son los más divertidos, y después fingimos que se había roto el DVD. Lo dejamos con el recuerdo alegre", dice el cineasta que en los 70 adaptó al cine el célebre Informe sobre ciegos, bajo el título de El poder de las tinieblas.

La casa, museo

Sobre los proyectos para la casa de Santos Lugares, Sabato cuenta que ya se iniciaron las obras para convertirla en museo, trabajos que espera estén terminados en alrededor de un año. "Vamos a cumplir el deseo de mi padre de que permanezca como está, que mantenga la atmósfera de ese lugar que él quiso tanto. Lo que yo voy a cumplir es que quede como estaba hace 20 años, lo que implica un trabajo muy fuerte de restauración. Cuando esté terminada se podrá ver que es una casa muy curiosa, con una historia apasionante. En esa casa también vivió Jorge Amado y fue fabricada por el italiano Federico Valle, el primer camarógrafo que filmó desde el aire montado sobre un avioncito piloteado por los hermanos Wright, y fue autor del primer largometraje animado de la historia", cuenta Mario.

En cualquier caso, descarta la idea de un 'ruta Sábato'. "Tampoco sería así aunque quisiéramos, Santos Lugares está alejado de todos los centros turísticos. No es Isla Negra, es un barrio, por lo que el resguardo para los curiosos está asegurado por la distancia. Cuando pase toda esta euforia yo sospecho que el interés va a disminuir muchísimo y las visitas serán algunas de tanto en tanto. Con que haya alguna gente que de vez en cuando le interese mucho estará cumplida la misión. No pretendo tener cola con merchandising en la puerta".

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