El hombre que volvió a nacer gracias a un nuevo rostro
<P>Aunque lo parezca, no es el argumento de una taquillera película. La historia de Dallas Wiens, el joven estadounidense que hace dos años perdió todo su rostro y que, gracias a un trasplante facial total, pudo recuperarlo, es real. Hoy cuenta a <B>La Tercera</B> que recuperar la vista es su único anhelo pendiente.</P>
EL 13 de noviembre de 2008, Dallas Wiens, en ese entonces de 23 años, se encontraba suspendido, a considerable altura, pintando la ventana de una iglesia en Texas (EE.UU.). Operar la grúa era una de sus labores habituales, pero ese día algo inesperado iba a ocurrir. La primera señal se la entregó su ayudante. En un momento le aconsejó tener cuidado, pues estaba demasiado cerca de un cable de alta tensión. Wiens se dio cuenta, quiso resguardarse y comenzó a maniobrar la grúa para descender a tierra. Fue el momento fatal: el lado izquierdo de su cabeza entró en contacto con el cable, su rostro quedó completamente quemado. De inmediato se puso en marcha el operativo de emergencia y, a los pocos minutos, Dallas entraba en la Unidad de Cuidados Intensivos para Quemados del Hospital Parkland. El pronóstico era oscuro: según los médicos, era muy difícil que sobreviviera. También dijeron que si lograba pasar las primeras 72 horas, había motivos para tener esperanzas.
Y sobrevivió. Una enorme herida, que recorre uno de sus costados desde las costillas inferiores hasta el hueso de la cadera, le impidió caminar durante varios meses, pero con el tiempo recuperó la movilidad, a pesar de que aún se mueve con cierta dificultad. Sin embargo, las secuelas más evidentes no están en sus piernas, sino en su cara. El choque eléctrico quemó completamente su rostro, lo que le hizo perder todos sus rasgos, excepto los de una pequeña porción del mentón. Su ojo izquierdo y sus dientes tuvieron que ser extirpados, y sólo una rugosa capa de piel, sin emoción, sin expresión, cubriría su cara durante los siguientes dos años.
Dallas Wiens conversó con La Tercera. Cuenta que el único pensamiento nítido, indiscutible, que puede recordar del momento en que recuperó la conciencia, tres meses después del accidente, fue "al menos estoy vivo". Una suerte, pues todavía le quedaba mucho camino por recorrer. Dadas sus condiciones médicas privilegiadas (las funciones respiratorias y del habla no estaban dañadas), el Departamento de Defensa de Estados Unidos decidió, en marzo de este año, financiar un trasplante total de cara en el Brigham & Women's Hospital de Massachusetts y, gracias a un donante anónimo de rostro, Dallas se convirtió en el primer trasplantado de este tipo en ese país y el segundo a nivel mundial.
¿Los resultados de la cirugía? El más obvio es que hoy tiene un rostro casi como el de cualquiera. Ha recuperado la sensibilidad en la mayor parte del lado derecho de su cara y en cerca del 20% de las otras áreas. Puede respirar a través de su nueva nariz y, desde que reconstruyeron sus labios, hablar sin mayores problemas, así como controlar algunos músculos faciales. Sin embargo, hay algo que para él supera todos estos avances: "La cirugía de trasplante me ha dado el maravilloso regalo de ser capaz de sentir a mi hija, de sentir los besos de Scarlette. Eso era lo que más extrañaba", señala.
Tras 25 cirugías y sorteando un proceso de recuperación que él mismo ha debido costear, gracias a donaciones anónimas de personas en todo el mundo (para más detalles, visite www.dallaswiens.com) y al seguro médico de su padre, la vida de este joven ha tomado un rumbo completamente distinto al que seguía hasta 2008.
"Me estoy quedando, con mi hija, en la casa de mi abuelos, y en estos momentos trabajo por mi cuenta para ganar fuerza muscular en la cara. Mi vida ha cambiado drásticamente, lo que tiene mucho que ver con el estricto calendario de medicamentos y visitas médicas, aunque, por suerte, el trasplante me ha dado la posibilidad de retornar más o menos a las mismas actividades que tenía antes del accidente".
A pesar de que reconoce y agradece el "regalo desinteresado que recibí", refiriéndose a la familia que a utorizó el trasplante, para Dallas sigue existiendo un escollo difícil de superar: "La parte más difícil de esta tragedia ha sido adaptarse a no ver. La recuperación es, por supuesto, una batalla cuesta arriba para todos, pero te sorprendería saber cuán resilientes son el cuerpo y la mente humanos. Los peores momentos siempre fueron aquellos en que no podía sentir el cariño de mi hija; no puedo expresar lo que es pasar dos años sin poder sentir el contacto de un ser querido".
Pero a pesar de los pronósticos médicos, que en todo momento le han asegurado que actualmente no existe la tecnología disponible para que recupere la vista, Wiens mantiene la esperanza, amparado en señales que lo mantienen alerta. Su ojo derecho, descrito como "clínicamente viable", estuvo cubierto durante mucho tiempo por una capa de piel, pero desde que los especialistas abrieron un agujero en el tejido, Dallas puede "ver" y distinguir luces y sombras. Incluso, un cirujano plástico ocular se encuentra trabajando en un párpado artificial para ese ojo. Wiens tiene esperanza. Después de todo, asegura telefónicamente su hermano David, "nadie creyó que pudiera volver a caminar y ahí lo tienes".
Actualmente, Wiens está empeñado en sólo tres cosas: conseguir dinero para continuar con su recuperación, difundir la necesidad de que se realicen más trasplantes faciales, para ayudar a todas las personas que se encuentran en una situación similar a la que él estuvo, y "ser el mejor papá que pueda". Lo demás son sólo agradecimientos. "Le doy gracias a Dios por tener una hermosa hija y un increíble grupo de gente que me ha apoyado y ayudado en todo este proceso".
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