El ingeniero que bombardea Santiago con fotografías
<P>Trabaja en un ministerio, pero apenas termina la jornada, corre a proyectar sus imágenes citadinas: sobre casas y edificios públicos, en distintas comunas y siempre desde su auto en movimiento. </P>
COMO un ciudadano cualquiera, Pepe Guzmán nació en el seno de una familia de clase media baja, en la comuna de Lo Prado. Tempranamente, un tío le obsequió una ampliadora de fotos, aparato al que dio un uso poco ortodoxo, proyectando imágenes y calcando estas con un lápiz. Fue el comienzo de su experimentación fotográfica, un camino intrincado, que tuvo su primer obstáculo cuando quiso profesionalizar su afición. La respuesta familiar fue tajante: "te morirás de hambre". Entonces estudió topografía y más tarde se convirtió en Ingeniero en Geomensura, profesión que, como todo funcionario público, cumple bajo la formalidad de un horario, en la seremi de Bienes Nacionales.
Apenas el reloj marca las 6, Pepe Guzmán apaga el computador, corre escalera abajo y sale a recorrer Santiago arriba de su Fiat Palio gris, desde el cual bombardea la ciudad con imágenes. Así, tal cual: fotografías que este hombre de 40 años salió a tomar a las decenas de manifestaciones estudiantiles que se han desarrollado durante el año, las que luego proyecta sobre la fachada del edificio que se le cruce por delante, desde un data show instalado en el techo de su vehículo, conectado directamente a la batería.
"Mis recorridos son un poco al azar. Vivo frente al Parque Bustamante y por lógica parto en Providencia. La primera vez seguí hasta Las Condes, Lo Barnechea y de ahí a Cerro Navia, Renca, Lo Prado y Estación Central, proyectando siempre sobre fachadas de casas y edificios", explica.
Claro que para inaugurar estas rutas, Guzmán no halló nada mejor que, en julio de este año, usar La Moneda como telón de fondo. En un intento por "proyectar sobre el símbolo del Estado el descontento social", el fotógrafo hizo aparecer sobre el edificio los rostros de unos 50 jóvenes, en cuyas frentes los adolescentes habían pintado un código de barras y sus números de RUT. "Después de la tercera pasada me detuvieron, me preguntaron qué estaba haciendo y me dejaron ir", asegura.
En YouTube circula el registro de esta verdadera intervención urbana que para Guzmán es su manera de estar, desde su oficio, dentro y no fuera del actual conflicto estudiantil. "Yo veo a Santiago como un cuerpo que es el reflejo de sus habitantes", argumenta y agrega que el inicio de este periplo por las calles capitalinas comenzó el día que hizo su primer autorretrato: "Estaba aburrido en el trabajo, con ganas de hacer cosas, pero sin tiempo para agarrar la cámara y salir a la calle, cuando descubrí el típico escáner de oficina. Fui y me escaneé la mano, me llamó la atención la definición de la foto. Entonces me empecé a escanear a cuerpo completo, por partes, y el resultado me deslumbró", rememora.
El paso siguiente fueron los torsos desnudos de amigas y ex parejas, al mismo tiempo que investigaba el escáner, sus partes y funciones. "Exploración", le llamó a ese trabajo, que comenzó haciendo en 2002 y en 2004 expuso en plena calle, afuera de museos y galerías. "Cuando éstos cerraban, me iba a instalar en sus puertas. El público habitual de esas exposiciones no se acercaba, pero sí la gente de la calle. Me hacían miles de preguntas. Qué cómo escaneaba a las chicas, que si las metía en un escáner gigante. Entonces se me ocurrió proponerles que volvieran al día siguiente y les mostraría", cuenta.
Fue así como comenzó una nueva serie, verdadera tipología del santiaguino del año 2004, que tituló: "Retratos de un sueño transeúnte". "Fueron tres semanas itinerando entre el Museo de Bellas Artes, los metros República, Quinta Normal, la Universidad de Chile, la Plaza de Armas y la Plaza Yungay, escaneando las caras de 300 santiaguinos que aceptaron mi invitación a cerrar los ojos, confiar y entregarse".
Lo que mueve a Guzmán son las personas, "tomarle el pulso a mi época, pero siempre en contacto con la ciudad y sus habitantes", acota. Curiosamente, este recolector y coleccionista de todo tipo de objetos que le parezcan bellos, no anotó los nombres de sus retratados: "No sé quiénes son, lo que me sirve para reflexionar sobre esta sociedad tan desconectada de lo que es vivir en ciudad, de lo que son las juntas vecinales, la ciudadanía y el vivir dentro de una orgánica. Debiéramos recordar que somos una comunidad conectada y en esta ciudad pasan muchas cosas", añade.
Para Guzmán, "el arte no es una profesión, es más una forma de vida, es cómo te relacionas". Así es como termina escaneando una casona en calle Mapocho recién incendiada, en la que vivían 70 inmigrantes peruanos, o las paredes repletas de graffitis en el acceso a las maternidades de los hospitales Sótero del Río y Barros Luco. "Registro la ciudad. Hago levantamientos de información y eso me vincula con mi profesión de ingeniero. No retrato al individuo, sino el acto social en un lugar público", remata.
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