El libro en que Larsson advierte sobre ultraderecha en países nórdicos

<P>El volumen <I>La voz y la furia </I>recoge los artículos de prensa del autor de <I>Millennium</I>. </P>




Tuvo problemas para mantenerse a flote, pero desde su primer número la revista sueca Expo tenía buenas intuiciones. Al menos uno de sus periodistas: en 1995, poco después del atentado que mató a 168 personas en Oklahoma, EEUU, Stieg Larsson escribió un artículo titulado "En Estocolmo también pueden producirse atentados terroristas". El futuro escritor comparaba el ataque en EEUU y sus motivaciones políticas con el ascenso de peligrosos grupos fascistas nórdicos y arriesgaba una predicción: "Una masacre como la de Oklahoma también ocurrirá en Suecia".

Hay quienes creen que el autor de Millennium erró de país, pero que su predicción es válida para la matanza perpetrada por Anders Behring Breivik en Oslo, en Noruega. Larsson sospechaba que desde fines de los 70, en Suecia, y en toda Europa, los ecos del fascismo venían de vuelta. No temía por la democracia, pero creía que los grupos de ultraderecha eran capaces de "causar mucho daño". Algo más: sospechaba que estaban sustentados en "chaladuras", algo similar al diagnóstico de "loco" que le dio su abogado a Breivik.

Larsson, junto su compatriota Henning Mankell o el noruego Jo Nesbo, supo retratar el soterrado malestar de sociedades tan seguras y aparentemente tranquilas como las nórdicas. Lo hizo sin rodeos en la trilogía negra Millennium, representando la violencia en la maltratada y rabiosa Lisbeth Salander, pero desde antes venía trabajando en ello en el periodismo. De eso da cuenta el libro La voz y la furia, que recopila 25 de sus reportajes.

Grietas en el norte

Antes fue Mankell. El creador del detective Kurt Wallander ha mostrado a través de sus novelas policiales, como La falsa pista o La quinta mujer, el ascenso del racismo y la intolerancia política en Suecia. "Escribo en la tradición literaria más antigua, la que utiliza el espejo del delito y del crimen para reflejar la sociedad", ha dicho Mankell.

La declaración vale para el noruego Jo Nesbo, que en su novela Petirrojo (2000) lidia con las consecuencias de la relación de Noruega con la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. Nesbo va al pasado, al frente de batalla, pero desde el presente: al inicio del libro, en la actualidad, una amenaza de atentado terrorista se cierne sobre Oslo. La policía logra desactivarla.

Larsson tenía menos fe. En su papel de periodista, sospechaba que la policía utilizaba con demasiada soltura la chapa de "loco solitario" para atentados terroristas. En un artículo de 1999, "El movimiento popular", reconstruye un historial de atentados terroristas de grupos de derecha en Inglaterra, Italia y Dinamarca. Todos fueron atribuidos a una sola persona, pero luego se concluyó que fueron cometidos por un grupo. "Existe una resistencia innata a aceptar la idea de que los nazis o grupos fascistas hablan en serio cuando declaran que su objetivo es destruir la sociedad democrática", dice Larsson.

Disponible desde la próxima semana en Chile, La voz y la furia puede leerse como un retrato de las obsesiones liberales y democráticas del autor de Millennium. También, como un retrato de las zonas oscuras del norte de Europa: los reportajes escogidos están dedicados a la violencia contra las mujeres, la homofobia, los partidos nacionalistas suecos y, con insistencia, a la ultraderecha.

Larsson temía su arribo a los parlamentos: "Ya no se trata de pequeños partidos lunáticos ocultos en algunos sótanos, ahora se trata de millones de votantes que se afilian a movimientos de extrema derecha. Son un desafío a la democracia", anotaba en 2003.

Para el escritor, no fue sencilla su cruzada. A fines de los 90 fue fuertemente perseguido por grupos filonazis de Suecia. Le llegaron balas a su casa. Una vez, luego de que publicara el libro La extrema derecha, la revista Storm, abiertamente fascista, publicó su foto, con su dirección, su teléfono y su número de seguridad social. Abajo se leía: "No olvidéis nunca sus palabras, su cara ni su dirección. ¿Hay que dejar que siga con su trabajo o bien hay que ocuparse de él?".

Sus reportajes relatan amenazas reales de Europa, pero difícilmente son capaces de lo que Larsson logró en Millennium: retratar una sociedad que carga con traumas históricos y, en silencio, la fractura con ecos fascistas. No hay partidos políticos en sus libros, pero podría aparecer un hombre tan peligroso y delirante como Anders Behring Breivik.

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