El líder de la CAM habla desde la cárcel
<P>Durante tres años, el ex candidato presidencial Jorge Arrate visitó al fundador de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), Héctor Llaitul, en la cárcel de Angol, donde cumple condena de 14 años de prisión. De estas visitas surgió un libro biográfico y político sobre el líder mapuche y la revuelta indígena.</P>
Corrían los últimos días de agosto de 2009 y el entonces candidato presidencial Jorge Arrate se hallaba en Concepción en actos de campaña. Parte del programa incluía la visita a los siete presos mapuches que se encontraban en huelga de hambre en la cárcel de El Manzano. Uno de ellos era el líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), Héctor Llaitul, quien cumple 14 años de condena
Llaitul fue condenado a cuatro años por el delito de homicidio frustrado, tras participar en octubre de 2008 en el atentado contra el fiscal especial de causas mapuches, Mario Elgueta. En esa oportunidad, de madrugada, 17 comuneros atacaron con armas de fuego la caravana de vehículos policiales que realizaba procedimientos en la zona, hiriendo con perdigones al fiscal y a policías. El líder de la CAM también cumple una pena de presidio de 10 años por robo con intimidación contra el agricultor José Santos, ocurrido también en octubre de 2008: amenazaron con armas a la familia y robaron dos escopetas y celulares.
Arrate cuenta su primer encuentro con el líder de la CAM. "Entramos a una sala que nos fue especialmente asignada, donde cerca de una docena o más de presos mapuches nos recibieron con distante cordialidad. Nos sentamos en un mesón, ellos a un costado y yo y mis acompañantes al otro, como si fuéramos dos delegaciones que sostienen una reunión bilateral. De ese día retengo el nombre de Llaitul y Ramón Llanquileo. Héctor es, sin duda, el líder. Está sentado al centro y dirige el diálogo, pausadamente".
"Era día de visita y el horario implacable debió respetarse". A las 16 horas salió de la cárcel con un proyecto que tardó tres años en materializarse. Se trata del libro Weichan, conversaciones con un weychafe (guerrero) desde la prisión política, un texto que fue escrito entre el ex ministro y el líder de la CAM y que será presentado este martes.
Llaitul necesita un permiso especial de Gendarmería para salir por algunas horas de la cárcel de Angol y asistir a la presentación del libro que muestra su autobiografía y su punto de vista sobre el conflicto mapuche, texto al que accedió La Tercera.
"Soy un mapuche que nació el 19 de noviembre de 1967 en Osorno, hijo de Juan Llaitul y Florinda Carrillanca (...). Debo explicarle que mi padre llevaba el apellido Llaitul, aunque su apellido original debió ser Llanquilef (...). Mi padre había nacido fuera de una familia, llamémosla, 'formalmente constituida', y por eso se le asignó un apellido que no era el de su progenitor, sino el de su familia materna. Su padre, José Llanquilef, no lo reconoció. Mi abuelo paterno era un mapuche conocido, un lonko de la zona de Kofalmo, destacado en su comunidad. Poseía tierras y animales, una embarcación a vapor que cruzaba el río Rahue", relata Llaitul en el libro. Por el lado materno, añade, su familia era numerosa, pero empobrecida, sin tierras para todos. Eran 16 hermanos, pero sobreviven 13.
Llaitul es el tercero de seis hermanos. Cuenta que sus padres no tenían tierras, que se conocieron en Osorno y vivieron primero en una casa de poco valor que arrendaron y luego autoconstruyeron una vivienda.
"Por mucho tiempo me consideré un osornino, más bien un rahuino. Osorno es una ciudad racista, donde la elite son colonos alemanes que tienen su propio "barrio alto". Sentí el racismo en la escuela, también en la población donde me crié. (...) Tuve primos y tías que negaban u ocultaban su condición mapuche, se rizaban el pelo para ocultar sus rasgos indígenas", cuenta el líder de la CAM. Su niñez y adolescencia fueron los primeros textos que armó con Arrate.
"Mi familia no tenía más posibilidad que enviarme a la escuela que estaba disponible. Me formé como niño "chileno", o sea, educado bajo la visión judeocristiana. Mi formación inicial fue un medio en que no era mapuche y tuve una educación huinca, debo reconocerlo. En ese medio completé mi educación formal: hijo de padre analfabeto y de madre con escasa ilustración formal. Soy, como muchos en cierto sentido, la máxima expresión de la amalgama entre el desarraigo y la pobreza extrema".
Ingreso al FPMR
El ex ministro logró convencer a Llaitul de realizar el libro después de tres o cuatro visitas a la cárcel, tras la segunda presidencial de enero de 2010. El líder de la CAM se fue soltando de a poco. "La desconfianza era algo natural", afirma Arrate, quien en tres años visitó unas 15 veces a Llaitul en la cárcel de Angol. Viajaba cada dos meses, los miércoles, sábados y domingos eran las visitas, entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.
El ex candidato registraba a mano las conversaciones en blocks y cuadernos. Otros textos fueron escritos por el jefe de la CAM, que le hacía llegar a través de intermediarios que lo visitaban en la cárcel.
"Heredé de mi familia un sentimiento de izquierda. En 1973, cuando se supo que Allende había muerto, recuerdo a mis padres llorando", afirma Llaitul en uno de los párrafos del libro. Dice que esas imágenes lo calaron y que en el liceo ya se había vinculado a a un grupo de izquierda. A partir de los 80, a los 12 o 13 años, participó en protestas. De esa época guarda en la retina algunos pasajes. "Me pareció que lo que hacíamos era audaz, que tenía un componente aventurero. En las barricadas buscábamos el riesgo. Recuerdo también un vecino que tenía una vulcanización y nosotros le dábamos una mano en su negocio para que nos pasara neumáticos".
En el libro se relata que Llaitul ingresó en 1986 a estudiar Servicio Social en la Universidad Católica de Valparaíso. Su primera detención fue por extracción ilegal de locos, a los 17. En esos años ingresó a la Juventud Rebelde Miguel Enríquez, una organización juvenil que se identificaba con el MIR y participó en actividades estudiantiles y poblaciones.
Debieron pasar varias visitas más de Arrate antes de que el líder de la CAM se abriera a entregar detalles de su paso al FPMR Autónomo, donde ingresó en 1988.
"Me contacté a través de una mujer que era cercana a Vasily Carrillo (ex vocero del FPMR-Autónomo). A ella le plateé mi deseo de incorporarme y también a un amigo que tenía contacto con alguien de la línea de Raúl Pellegrin".
Más que a Karl Marx, Friedrich Engels o Lenin, Llaitul cuenta que su generación leía mucho sobre Vietnam, la guerrilla salvadoreña y Cuba. El sandinismo era lo que más les llamaba la atención. Su ejemplo fue fuerte.
"Sobre mis actividades en el Frente no me resulta fácil hablar. En parte, porque siempre fue disciplinado y me acostumbré a no referirme a mi propio quehacer (...). Sin embargo, creo que es hora de que diga algunas cosas. Como muchos en el Frente nunca fui un militante de izquierda conocido, a pesar de mi detención en 1988 por ley de control de armas. Llevaba una vida conspirativa y clandestina y logré evadir muchos golpes que impactaron cerca de mí. Creo que ayudó mi propia disciplina, más allá de aquella de la organización (...). Mi situación era bien particular, diversa a la de mis compañeros. La mayoría de los cuadros políticos-militares tenía contacto o vínculos o relaciones con la izquierda en general. En cambio, yo no las tenía. Simplemente, era un mapuche pobre, que venía no se sabía de dónde y sin la más mínima jerarquía. Ni de partido, ni de círculos intelectuales, ni de familia. Nada".
De su detención en la cárcel de Quillota, en 1988, el líder de la CAM cuenta que se salvó "curiosamente por mi origen indígena". Tras recuperar la libertad siguió ligado al Frente, en una célula de la Región del Biobío, llegó a ser un cuadro operativo de nivel medio. "Directamente subordinado a los comandantes Ramiro (Mauricio Hernández Norambuena), Chele (Juan Gutiérrez Fischmann) y Salvador (Galvarino Apablaza)".
"Nunca pasé por las milicias rodriguistas, fui directamente asignado a grupos operativos territoriales, luego a grupos operativos especiales urbanos y finalmente me mandaron al trabajo estratégico, a las fuerzas estratégicas de las Fuerzas Armadas Rodriguistas, un grupo de elite que debía pasar, se suponía, a conformar la guerrilla en el sur".
A inicios de los 90 partió a trabajar en un proyecto de inserción rural. Eran días en el que, según dice, el FPMR había realizado un "repliegue táctico" tras acciones de inteligencia del Ejecutivo y donde muchos dirigentes salieron fuera del país, lo que resintió "su capacidad direccional en Chile".
Pamela Pessoa Matus, esposa de Llaitul, aborda el tema en el libro: "Recuerdo cuando me encargó arrendar una casa en Dichato para una reunión del Frente. Ahí conocí a Agdalín (Valenzuela) y al Chele (...). También recuerdo el día en que detuvieron a Ramiro. Era 1993 y ya estábamos viviendo juntos (...). Esa mañana, Héctor se levantó temprano para viajar a un sector rural, dentro de la Octava Región, a una reunión que nunca se concretó. En la noche vimos las noticias y supimos lo que había sucedido. Ramiro era la persona más importante para Héctor en el Frente (...). También lo admiraba porque se había fogueado en Chile en la lucha contra la dictadura, sin grandes cursos en el extranjero. Hasta hoy lo considera el más consecuente. De ahí en adelante, Héctor tuvo muy poco contacto con la gente del Frente y fue acercándose mucho más a las comunidades mapuches. Nos propusimos terminar nuestras carreras, tener un hijo e irnos a vivir a territorio mapuche".
Formación de la CAM
Al abandonar el FPMR, Llaitul retomó sus estudios en la Universidad de Concepción y se acercó a algunos activistas mapuches, como el Pegun Dugun. La organización estaba integrada por estudiantes universitarios que reivindicaban la autonomía y el territorio mapuche. En ese tránsito se aproximó a las primeras zonas de conflicto de manera muy reservada: entre 1995 y 1996 participó en la conformación del movimiento Identidad Territorial de Arauco.
"Cuando el conflicto comenzó a expandirse se inició la historia de la CAM. La formación comenzó en reuniones amplias donde participaban muchos grupos distintos, cruzados por legítimas diferencias, entre otras la de ser o no un miembro de un partido y la de a cuál partido adscribían los que lo hacían. Nosotros, en cambio, teníamos ya una postura autonomista", cuenta Llaitul, quien, al adentrarse en la organización, relata algunas de sus definiciones. Una de ellas es más doctrinaria. "Somos antisistémicos, porque no aceptamos la dominación occidental como modelo de vida y lo hacemos a través de la lucha territorial". La otra es operativa. "Queremos pasar a otro tipo de práctica: ocupar territorio y controlarlo. Mediante la acción directa, quebrar de alguna manera la institucionalidad que se nos quiere imponer".
En 2002, cuenta Llaitul, el grupo decidió replegarse "para cuidar estructuras y ejercitar más conspirativas de trabajo".
Fueron días en el que la CAM tenía una vida clandestina. La situación generó problemas, según le relató a Arrate, quien se abstiene en el libro de juzgarlo, aunque no comparte totalmente sus planteamientos.
"Muchos se fueron y son anti CAM e influyeron en que varias comunidades abandonaran sus procesos e iniciaran "negociaciones" clientelistas, lo que llevó a divisiones y pugnas que se mantienen hasta hoy (...). El riesgo se hizo mayor y debí pasar a la clandestinidad. Las normas de seguridad que a esas alturas aplicaba a mi propia acción no eran suficientes (...). Fui detenido en Temulemu, como resultado de una delación por algunos comuneros que tenían un trato con los fiscales. Me procesaron por asociación ilícita terrorista. Estuve cerca de un año preso y finalmente fui absuelto".
De todas formas, Llaitul cree en la "autodefensa". Y que su organización "ha recibido golpes que nos han resentido, pero no será por mucho tiempo: la CAM no está desarticulada".
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