El lugar de la cueca porteña
Abrió en septiembre de 2011 y no tiene ni cartel en la entrada. A la Quinta de los Núñez, en el cerro La Loma de Valparaíso, se llega como se llega a la casa de los amigos. Si aún no la conoce, no hay mejor ocasión que estas Fiestas Patrias.
Si usted quiere saber qué es la cueca porteña, esa que se baila más lento, achorá y con la "pata p'atrás", la Quinta de los Núñez -convertida en fonda para la ocasión- es el mejor lugar para hacerlo este Dieciocho. Los "cultores", como se autodenominan por estos lados del cerro La Loma, la cantan más "gritá" y tienen que estar prendidos para que los bailarines -dicen- se luzcan más. Y ellos se las arreglan para bailar más pegaditos en un coqueteo que se mueve de medio lado. Casi no saltan, y aunque el piso de la Quinta es de tierra, parece que se deslizan por él. Esta es la primera noción que los visitantes tienen de lo única que es la cueca porteña, porque el resto, en sus cuatro estrofas y un remate, es igual a cualquier otra cueca.
Y si no baila, no importa. Mirar y animar con las palmas, también es panorama porque no va a encontrar otro lugar tan genuino en tradiciones dieciocheras ni tan accesible en pleno Puerto. La Quinta de los Núñez es una quinta de recreo de ambiente familiar de esas que uno creía extintas. Pequeña pista de baile con chuicos y botellas colgando; mesas, platos y vasos de diversos tipos y tamaños; banderas chilenas por donde mire y hasta unos sillones para sentirse como en el living de su casa. La escena se completa con algunas gallinas deambulando por aquí y por allá y por la inesperada cancha de fútbol que hay en uno de sus costados. Este 18 y 19 de septiembre la escena seguirá repitiéndose en dos horarios: de una a seis, con acceso liberado y un ambiente más familiar; y en la noche, de nueve a dos y media de la mañana, pagando una entrada de cinco mil pesos con "derecho a pasarla bien".
Rebuscando en la historia, Cristián "Catano" Núñez, dueño de casa y cultor de esta cueca, cuenta que la tradición musical de su familia viene por el lado de su abuelo Justo Núñez Castro, "cantor de afición" que invitaba gente a su casa allá por 1940, y se armaba la fiesta. Se dice rápido, pero eran fiestas que podían durar dos meses. Es que eran los tiempos de "las vacas gordas". El abuelo tenía la concesión de la extracción de naufragios de los dos diques hundidos en el Puerto, y la II Guerra Mundial, sumada a la necesidad de metal fundido, le reportó buenas ganancias. Todo eso se apagó hasta que en septiembre de 2011 el sueño de décadas se hizo realidad y nació oficialmente la Quinta de los Núñez. Comenzaron sin pretensiones mientras la matriarca Lucinda Zúñiga sacaba empanadas del horno para saciar el hambre de los amigos y al poco tiempo ya eran un lugar de culto de la cueca porteña, la que une el mar con las mujeres y las desventuras de la calle con la picardía del porteño. Pocas ciudades pueden decir que tienen no sólo una cueca, sino que letras dedicadas solo a ellas como la Cueca de la Piedra Feliz, Puerto Valparaíso, Yo soy dueño del Barón o A tu encanto Valparaíso. Aquí han tocado desde los Viejos Crá de la Cueca hasta jóvenes charangueros como Freddy Torrealba, uniendo a generaciones de músicos y cantores. Este Dieciocho se podrá bailar al son de la agrupación cuequera de la Quinta compuesta por Elías Zamora, en la batería, José "Pollito" González, en el acordeón; Alexander Muñoz en el piano; Kennya Comesaña en voz y pandero, y Cristián "Catano" Núñez en voz y platillos. Además de cuecas, también se escucharán tangos y boleros. En una noche pueden tocar fácilmente 40 cuecas. Por música, no se quedan cortos.
Por el lado de la comida, los platos son caseros y sencillos: costillar al horno o merluza frita con agregados como papas mayo, ensalada chilena y arroz; empanadas y, para refrescarse entre tanta cueca, borgoñas, cervezas y excelentes terremotos.
En un descanso, puede asomarse afuera y tener una perfecta vista sobre la bahía de Valparaíso. De vuelta al ruedo, podrá compartir con nacionales y extranjeros que, vaya uno a saber cómo, llegan dateados al lugar y se aventuran achoraos con el baile nacional. ¡Por algo será!T
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