El mar se ensañó otra vez con Tongoy

<P>En agosto, las marejadas azotaron la caleta del hermoso balneario de Coquimbo, conocido por sus aguas cristalinas y los ostiones. Cinco semanas después, un tsunami destruyó parte importante del corazón del pueblo. </P>




El mar es el centro de la vida en Tongoy, pueblo ubicado al sur de Coquimbo, famoso por sus playas de arena fina, aguas claras y tibias. También conocido por su gastronomía, basada en productos provenientes precisamente del mar.

Tongoy está ubicado en una península, donde la parte más alta y segura es el llamado cerro de La Virgen, que está rodeado de agua. Por el norte está la playa Socos y hacia el sur, la caleta y la Playa Grande, y entre ambos sectores se ubica el cerro.

En los últimos dos meses, el mar ha sido la causa de millonarias pérdidas y la destrucción del corazón de esta localidad, habitada principalmente por pescadores artesanales y sus familias, quienes, además de la extracción de productos del mar, se dedican al turismo.

El 8 de agosto, las marejadas que afectaron a gran parte del país destruyeron un centenar de botes pesqueros. "En julio tuvimos relámpagos y lluvia, en agosto las marejadas que destruyeron los botes, y ahora esto. Parece que no tenemos para cuándo", dijo Juan Arriagada, pescador de jibia. El perdió el motor de su bote, se le cayó al agua y dice que hace más de dos meses que "no pelo ninguna papa, o no saco ni una merluza".

La situación pesquera es calificada de crítica por el gremio, debido a dos razones. Por un lado, y después de haber perdido todos los cultivos de ostiones y camarones que se realizan en pleno mar en agosto pasado, ahora el tsunami volvió a dejar en cero los esfuerzos por reactivar la, hasta hace un tiempo, productiva industria local.

A eso se suma la destrucción de embarcaciones producto de la fuerza de las aguas. Justamente, hace una semana el Fondo de Fomento Pesquero regaló cuatro botes para ayudar a los trabajadores afectados por las marejadas de agosto. Uno de los beneficiados es Julio López, quien vive a 50 metros del mar, frente al muelle. "Fue refuerte el terremoto, así que sonó una sirena, que es la alerta de tsunami, y ahí todos corrimos al cerro de la isla". Para fortuna de él, mientras otros pescadores sufrieron la pérdida de sus embarcaciones, el mar "dejó" la suya a pasos de su casa.

Las marejadas de agosto llegaron con fuerza directamente a la caleta, ubicada en la zona sur de Tongoy, y el agua destruyó los restoranes donde son imperdibles las empanadas de ostión-queso. Producto del tsunami del miércoles, el sector del muelle fue afectado por el aumento de marea que arrastró los botes y hundió, al menos, una decena de éstos. Pero el mayor daño se produjo porque el mar golpeó sin tregua directamente al pueblo, ingresando desde la playa Socos.

Según cuentan los vecinos, cada vez que hay un sismo de mayor intensidad el pueblo se traslada al cerro como medida de precaución. "Los más ancianos de Tongoy cuentan que a principios del siglo XX se juntaron las aguas en el centro del pueblo, porque el mar entró desde la playa Socos y desde el muelle al mismo tiempo", señaló Pilar Alvarado. Y por esto los habitantes del balneario siempre se resguardan en ese lugar.

Esa cultura preventiva fue la que evitó una tragedia mayor, pero no impidió que una masa de agua ingresara desde la playa Socos hacia la plaza, arrasando con todo a su paso, en una extensión de 500 metros. Así se perdió infraestructura y productos de locales de recreación, puestos de artesanía y restoranes. El tradicional puente por el que se llegaba a la playa fue arrasado por la fuerza del mar, que a su paso arrastró autos e incluso buses, e ingresó a decenas de viviendas.

Pía Guerra (38), quien vive cerca de la comisaría de Carabineros, no dudó en escapar hacia el cerro junto a sus dos hijos, de 12 y ocho años. Al regresar vio que el agua había ingresado a su hogar y, según relató, "fueron sólo daños superficiales, estamos bien y menos mal que el mar no se llevó nuestras pocas cositas".

El miércoles en la noche, tras el terremoto, las familias no volvieron a sus casas y permanecieron en el cerro. Al llegar la mañana, cuenta Pilar Alvarado, pudieron recién ver el panorama: "Era desolador, es una tragedia, pero estamos agradecidos de que nadie haya muerto".

Al amanecer quedó en evidencia el daño causado por el mar. En el centro de la plaza había gran cantidad de desechos, palos, ropa y todo cuanto arrastró el agua.

En la tarde, la Presidenta Miche-lle Bachelet llegó a Tongoy, donde los vecinos sólo gritaban "¡queremos ayuda!".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.