El microcrédito crece, pero aún no despega

<P>Al menos una docena de instituciones ofrece microcréditos productivos, pero los prestadores estiman que solo un tercio de los pequeños empresarios potenciales accede hoy a estos préstamos.</P>




TRAS CRECER con fuerza en 2011, la industria de microcréditos productivos anotó una expansión mucho más moderada en 2012. La cartera de colocaciones creció un 8,2%, menos que el 14,7% de 2011, según el informe anual de la Red para el Desarrollo de las Microfinanzas en Chile A.G.

Estos datos, precisa Pablo Coloma, presidente de la asociación, corresponden solo a microcréditos productivos, asociados a pequeños empresarios con ventas por hasta 2.400 UF al año ($ 4,5 millones al mes). Y son las únicas cifras disponibles para dimensionar una industria que comenzó su desarrollo en los 80. Hoy en Chile las 12 instituciones microfinancieras (IMF) socias de la red atienden a unos 440 mil clientes, con una cartera total de US$ 1.000 millones.

Mercado dividido

Según un estudio del Fondo Multilateral de Inversiones del BID (Fomin), en América Latina existen más de 700 IMF que tienen 15 millones de clientes. Desde 2000 el número de IMF se ha triplicado, los clientes crecieron diez veces y los créditos, veinte veces. En Chile, sin embargo, la industria no ha alcanzado los niveles de desarrollo de países vecinos. En el Microscopio Global de Microfinanzas 2012, ranking anual del entorno para las microfinanzas de The Economist Intelligence Unit, Chile se ubicó en el lugar número 13 de 55 países con 51,8 puntos -muy por debajo de Perú (79,8 puntos) y Bolivia (71,8), que ocuparon el primer y segundo puesto- debido, sobre todo, a la carencia de un marco regulatorio específico para el microcrédito.

En el mercado chileno participan filiales de bancos y cooperativas muy reguladas junto con fundaciones y ONG que solo se someten a la ley de crédito, además de cajas de compensación e instituciones públicas como Indap. Cada grupo apunta a clientes distintos: mientras el monto promedio por operación en BanIgualdad ronda los $ 100 mil, en cooperativas y divisiones bancarias se acerca a $ 3 millones. Ese es el promedio. Pero en el extremo superior, en un banco un crédito puede llegar a $50 millones, que equivale al costo de un camión o a las colocaciones totales de Fundación Crecer en 2012. Los dos grandes segmentos de la industria se dividen en bancos, con la mitad de los clientes y 80% de la cartera, y las fundaciones y ONG, con la otra mitad de los clientes y solo 17% de los montos (ver infografía).

El menor crecimiento de 2012 se explica por el alza del empleo, que quita incentivos a ser microempresarios, y por la menor expansión en el rubro de los bancos, hoy en un período tras dos años de crecimiento fuerte.

Según los datos de la Red, considerando que se estima que hay 1,5 millones de microempresas y trabajadores por cuenta propia en Chile, solo se está llegando a un tercio de los potenciales clientes.

Evolución

En general, los clientes de microcrédito forman parte del 40% más pobre de la población y hay altos grados de informalidad: 66% no ha iniciado actividades en el SII y 86% no paga IVA mensualmente. Solo un 26% de los microempresarios formales y un 7% de los informales cotizan en el sistema previsional. Coloma, gerente general de Emprende Microfinanzas, apunta que mientras la pobreza afecta a casi el 15% de la población, entre quienes acceden al microcrédito la pobreza es cercana al 7,5%, lo que hace pensar que actúa como un mitigador importante.

Clientes habituales de Emprende Microfinanzas pueden ser vendedores de ropa usada que necesitan un triciclo para trasladar su mercadería de feria en feria o mujeres que hornean queques o empanadas en su casa, artesanos, pequeños comerciantes en carritos o ferias persas. Los bancos, mientras, apuntan en general a transportistas, comerciantes y pequeños agricultores con mayores grados de formalidad y trayectoria. Todos estos negocios tienen ciclos de negocio diferentes. Soledad Ovando, gerenta general de BancoEstado Microempresas, comenta que los agricultores tienen varios meses de gastos y sus ingresos llegan de una vez, con la cosecha, mientras un transportista escolar no tiene ingresos en enero y febrero.

BancoEstado Microempresas tiene 17 años y ha ido evolucionando con sus clientes, quienes registran una tasa de informalidad de 20% a 25%. A medida que las empresas se van consolidando y creciendo, los montos de los créditos (parten en $ 300 mil) y las exigencias del banco aumentan. Los mismos ejecutivos ayudan a las firmas a formalizar sus operaciones. Hoy ofrece, además de créditos productivos, servicios como seguros, cuentas corrientes, créditos hipotecarios y productos de inversión.

En Emprende Microfinanzas, creada en 2009 tras una alianza entre la Fundación Microfinanzas BBVA y Credicoop (que partió en 1986), la informalidad en las empresas de la cartera es de 75%, con tasas de no pago cercanas al 5%.

Evaluación personalizada

Las tasas de mora son dispares, pero el promedio de la industria bajó de 8,4% en 2011 a 6,5% en 2012, al revés de lo que ocurrió con las tarjetas de crédito no bancarias, donde subió de 7,3% a 8,1%. Ovando cuenta que BancoEstado Microempresas tiene una tasa de morosidad de 1,5% a 1,7%, lo que se debe, sobre todo, a un trabajo de evaluación intensivo.

Sin historial financiero que revisar, los ejecutivos pueden pasar días con sus clientes, analizando sus operaciones y hasta cierto punto ordenando el negocio. Coloma dice que no es extraño que les enseñen, por ejemplo, a llevar al menos una contabilidad básica que separe los gastos del negocio de los personales. La misma falta de acceso al crédito favorece el comportamiento de pago: sin fuentes de financiamiento alternativas, las personas cuidan más las que han conseguido.

Pero el trabajo de evaluación que sustenta la baja morosidad hace que los costos de operación de los microcréditos sean altos. Los subsidios para costos de operación que licita el Estado a través del Fosis resultan claves para la existencia de las IMF más pequeñas. Y es uno de los desafíos de la industria: lograr el trade off entre evaluación y gasto y rentabilidad. En BancoEstado Microempresas recién lograron el equilibrio operacional en 2012, 17 años después de iniciar sus operaciones.

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