El niño de papá que ya tenía agente a los 11 años

<P>Una estrecha relación con su homónimo padre ha marcado la carrera de Marco Estrada. Ambos crecieron en un club de Quillota, años en los que el volante de la "Roja" brillaba como "10". A los 14 años ya tenía dos ofertas de Italia y otra de Argentina. Deslumbraba con su remate.</P>




Que papá e hijo compartan suele ser normal. Pero que jueguen a la pelota juntos, que se traten de amigos, que se llamen por celular todos los días, que el padre se refiere de su retoño como "mi viejito" y que se reúnan en plena carretera a la medianoche, en medio del invierno más duro, resulta, al menos, un poco inusual. ¿Algo más? Ambos se llaman Marco. Son los Estrada, una familia unida, dos queridos hijos de Quillota que han hecho del fútbol una forma de vida, la excusa perfecta para compartir.

Padre orgulloso, el señor Estrada Díaz atropella palabras para hablar de lo bueno que es su primogénito. Y no sólo como persona, sino que también como jugador y de lo buen hijo que es con su madre, María Alicia Quinteros. Y nuevamente, saca a relucir más similitudes: "Marco está siguiendo una tradición familiar. Yo fui padre de él a los 16 años y mi hijo lo hizo con un año menos. Es tan igual al 'taita'", comenta el papá, quien hizo escuela como un eficiente "6" en Juventud El Bajío, un equipo asentado en la ribera del Aconcagua.

Padre e hijo se acompañaban cada vez que jugaba su equipo. Y en la foto oficial del popular El Bajío, nunca faltó alguno de ellos. El niño creció y demostró que tenía más talento. "Siempre fue perseverante. Se acostumbró a ir contra la corriente. Tiene temperamento, lucha hasta el final por sus objetivos", dice el mayor de los Estrada, quien en innumerables ocasiones tuvo que salir a la Ruta 60, a las afueras de Quillota, para esperar el regreso de Marquito de sus prácticas por las selecciones menores en Quilín.

Pese a que les costaba separarse, el padre le dio un importante permiso para que el niño fuera a Italia... a los seis años. En los tiempos que era "10", Estrada "chico" soprendió por su fuerte pegada, la misma que hoy no deja de sorprender a Marcelo Bielsa. Y según cuentan, tuvo acercamientos con Perugia y el Milan. Al final, nada.

De pequeño le inculcaron que no todo era "pelotita". Que estaban los estudios, y que debía complementarlos. Sin ser brillante, destacó en los colegios Diego Echeverría y Nuestro Mundo.

Pelusso, Salah, Bielsa...

A los 11 años ya tenía un representante, luego de que la familia aprobara la asesoría del reconocido Pablo Tallarico. Tres años después lo vieron jugar en la escuela de fútbol de Quillota. Ahí pasó a Everton. Era el fin de su perfil creativo, pues comenzó a conocer las facetas defensivas, como stopper, líbero y lateral izquierdo.

El entrenador Leonel Gatica, uno de sus principales formadores, recuerda una anécdota: "En una gira por Argentina hizo goles por todos lados, incluso de mediacancha. Y ahí lo quiso Vélez Sarsfield, pero el papá se opuso". Diez años más tarde llegaría finalmente la opción de emigrar, pues será jugador del Montpellier, de Francia. Ni su amigo-papá se puede negar.

En Viña del Mar ganó en el DT Jorge "Chicho" García a un nuevo amigo y suegro... De ahí apareció Gerardo Pelusso, quien le dio espacio como lateral izquierdo.

En 2007 se fue al club de sus amores, Universidad de Chile. Después de un mal inicio con Salvador Capitano, fue dirigido por Arturo Salah, quien le dio una oportunidad de volante central, cuando se lesionaron Manuel Iturra y Christian Martínez. "Tuve suerte", dice Marco Estrada, la misma que hizo que Bielsa se fiara en él.

Ya no está Marquito para acompañar al papá a cada rato, pero el padre tiene un consuelo perfecto: la familia tuvo hace 11 años un nuevo retoño. Hoy es Antonio Javier, quien acompaña a papá Marco en sus andanzas por los caminos polvorientos de El Bajío.

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