El rentable negocio de los imitadores que consolidó la TV

<P>Aunque Mega y Canal 13 lo pusieron de moda, el rubro es uno de los más exitosos del circuito.</P>




Hubo un día en que el concepto de "prefiera el original" quedó en desuso. El año pasado, luego del terremoto del 27 de febrero, Raphael escapó raudo de Chile y canceló una gira que había programado por el sur. Como solución, los organizadores de algunas de sus fechas decidieron contactar a Alcides Angel, el doble chileno del español, para consolar a sus fans con conciertos que al menos representaban un espejismo de las presentaciones suspendidas. En el mismo 2010, la empresa que fabricó el perfume S de Shakira comenzó la promoción de su producto estrella y -como era imposible que la colombiana se paseara por un par de multitiendas deslizando su índice sobre el spray- telefonearon a Noelia Quiroz, su réplica chilena. Si durante un par de horas apenas se despachaban dos a tres frascos, con la aparición de la Shakira local ascendieron a una centena.

Imágenes que timbran una realidad creciente: desde hace años, el circuito de los dobles artísticos es un negocio rentable, que se ha robustecido en silencio y que ha tenido una coronación masiva con Yo soy (Mega) y Mi nombre es (Canal 13), los dos estelares que debutaron casi a la par, que han arrojado buenos números de sintonía y que incluso graduaron a fenómenos como "Shakiro".

"Lo de la televisión sirvió de vitrina para el rubro de los dobles, pero quedaron cortos: es un mundo con vida propia y que tiene gente que centra su existencia en el tema", define Víctor Salinas, director de Pitutotv, una de las firmas que agrupa la mayor cantidad de replicantes en el país y que en su lista tiene desde los tradicionales Chayanne, Ricky Martin o Madonna, hasta otros de corte más segmentado, como Boy George o Lisa Stansfield.

Junto a Pitutotv existen otras dos agencias locales que trabajan el género: Producciones Vargas, que agrupa a cerca de 40 nombres, y 70 milímetros, fundada por Gerardo Luna, ex productor dedicado a fichar dobles durante años en los programas de TVN. En todas ellas están los cerca de 100 dobles que hoy funcionan en el país, con repercusión y éxito dispar. Eso sí, entre los que han consolidado una carrera a la sombra de una estrella mundial hay conceptos compartidos: todos han abandonado sus carreras oficiales y se han consagrado de manera completa al rubro. Un imitador tiene un promedio de tres a cinco shows a la semana y por cada uno cobra entre $ 150 mil a $300 mil. "O sea, en un fin de semana gano lo que muchos obtienen en un mes o más", reconoce Noelia Quiroz, la Shakira santiaguina. Su caso es quizás el más gráfico: en los 90, cuando apenas tenía 17 años, ya había ganado un televisor, una moto y $ 1 millón y medio en concursos a los que asistió, en programas como Extra jóvenes y Venga conmigo. Dedicada desde principios de siglo a replicar de manera profesional a la estrella que esta semana pasó por Santiago, Quiroz dejó para siempre su carrera de diseñadora de vestuario para explotar un parecido que la ha llevado hasta España. Además, ha seguido clases de canto para alcanzar el timbre de la barranquillera y acata las reglas del gimnasio y las dietas para mantener su similitud física. "Gracias a esto me he podido comprar un departamento, un auto y sustentar mi vida", remata.

Pablo Bravo, la copia más alabada de Sandro que hay en el país, el hombre que firma como Danko "El gitano de Chile", es otro ejemplo. Aunque comenzó imitando al argentino de pura casualidad, hace cuatro años cerró una pequeña empresa dedicada a las telecomunicaciones -"nadie me tomaba en serio cuando llegaba un igualito a Sandro a hacer negocios", acota- e inauguró una trayectoria que hoy lo tiene con equipo propio: un productor musical, un estilista y una diseñadora de su calzado.

Los escenarios en donde se puede encontrar a Bravo -quien tuvo que alisarse el pelo y dejarse patillas- van desde matrimonios hasta fiestas de empresas. "Pero yo me he presentado hasta en el Festival de Viña", ataja seco el más histórico de los imitadores chilenos: Marcelo Rossi, el doble porteño de Elvis Presley que llegó hasta la Quinta Vergara en 1970 y que hoy, a sus 75 años y luego de abandonar su trabajo de inspector de impuestos internos, sigue repitiendo las maneras del "Rey". Una trayectoria que lo hace lanzar una opinión compartida por el resto de los imitadores nacionales: su recelo con los programas de Mega y Canal 13 dedicados al tema. "Esos programas pusieron en el mismo nivel a imitadores amateur con gente profesional", sentencia Santiago Vargas, de Producciones Vargas. "No están al nivel de los que nos hemos dedicado a darle estatus a esto", cierra Rossi.

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