El "rey" del bowling y los flippers

<P><span style="text-transform:uppercase">[diversion] </span>Su negocio es entretener: importó la mayoría de las pistas de bolos y las ochenteras máquinas de juegos de la capital. </P>




ESTEBAN Geyger toma una bola e introduce ahí sus dedos. Avanza tres pasos, se inclina, lanza la esfera y bota los 10 pinos. Repite la misma acción en varias oportunidades, y cada vez que lo hace, consigue una chuza. Tiene la técnica de un jugador profesional, pero es modesto. "No soy experimentado", dice, parado frente a una de las pistas de bolos del Club Providencia.

Aprendió este deporte a comienzos de los 70, cuando vivía en Turlock, Estados Unidos. "A los 17 años me fui a estudiar a la Universidad de California. Ahí practicaba todos los domingos", recuerda.

Cuatro décadas después, Geyger es uno de los que mejor conocen la industria del bowling. Desde fines de los 90 ha importado e instalado casi todas las pistas de bolos que existen en la capital, a través de Family Entertainment Center, la empresa que tiene junto a su hermano Ladislao.

Partió a fines de los 90 con las pistas del Mall Plaza Vespucio y después puso en marcha las del Parque Arauco, Alto Las Condes, Florida Center, y los clubes Manquehue y Providencia. "Aunque el boom del bowling fue entre 1998 y 2005, el interés por esta entretención no decae", afirma.

Mientras estudiaba en California, su padre le pidió traer a Santiago un negocio novedoso. Por eso, a fines de los 70 decidió importar videojuegos y flippers. Los primeros se los vendió al dueño de los juegos Diana, para el local de Ahumada.

"Traje a la capital juegos que después fueron populares, como Space Invaders y Pengo", cuenta. A mediados de los 80 vendía 200 de estas máquinas a diferentes centros de entretención de la ciudad.

Con el boom del bowling, la venta de videojuegos quedó de lado. Esto, hasta hace unos cinco años, cuando se concentró en la que, asegura, es la tendencia actual: la entretención indoor. Hoy, lo que más vende son flippers y mesas de pool para los hogares. Según Geyger, esta demanda se explica en parte por los nostálgicos que quieren tener estas máquinas ochenteras en su casa. Algunos piden juegos clásicos, como Golden Arrow, pero la mayoría opta por versiones modernas, como los inspirados en la película Avatar o en los Rolling Stones. Cada uno de estos aparatos puede costar hasta $ 3 millones.

"Muchas familias de Chicureo y La Dehesa habilitaron salas de juegos para entretenerse", asegura, mientras piensa en otras novedades para seguir divirtiendo a Santiago.

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