"El Rumpy" y su nueva cinta: "Me posicionó como un director más resuelto"

<P>El jueves se estrena en cines <I>Paseo de oficina</I>, la tercera película del realizador, que fue coescrita por Alvaro Díaz.</P>




La cuenta regresiva indica que faltan cuatro días para que Paseo de oficina, la tercera película dirigida por Roberto Artiagoitía, se estrene en los cines. Pero "El Rumpy" asegura que no está nervioso. "La película me quedó buena", dice sin rodeos, sentado en un café de Pedro de Valdivia, a unas cuadras de la radio Corazón, el lugar donde diariamente conduce El chacotero sentimental, el programa donde escucha todo tipo de problemas sentimentales, que hizo por primera vez hace 16 años en la radio Rock & Pop y que pasó por las radios W y 40 Principales, antes de aterrizar en su casa actual. "Yo a veces me pregunto por qué la gente sigue llamando, pero es algo que todavía me entretiene y me sorprende mucho", comenta.

Al igual que como sucedió en las películas Grado 3 (2009), Radio Corazón (2007) y El chacotero sentimental (1999) -donde fue guionista y productor, aunque no director-, Paseo de oficina es una cinta que está llena de picardía y de idiosincrasia chilena. Pero en esta última apuesta, junto con eso hay una reflexión social. La cinta, que fue filmada durante cinco semanas entre marzo y abril de este año, muestra lo que sucede en el paseo de los trabajadores de un pequeño supermercado que acaba de ser comprado por un conglomerado internacional, por lo que hay planes de un despido masivo.

"Eso salió de una necesidad de darle una actualidad y un contexto potente a la película, porque si no podría haber sido también sobre un paseo de curso. Quería mostrar cómo estamos ahora en Chile, en este seudo-jaguar medio cojo. Mostrar cómo entran las multinacionales a un país, pero viéndolo desde el lado humano, de cómo afecta al trabajador", explica Artiagoitía.

Esa era una historia que él había empezado a pensar hace años, pero que sólo terminó de tomar forma en su etapa final, cuando se sumó Alvaro Díaz -uno de los creadores de 31 minutos- al proyecto. "Había un guión que no estaba bueno y que sabíamos que no estaba bueno y que no íbamos a filmar. Entonces, Diego Valenzuela, mi socio, me propuso que lo hiciéramos con Alvaro Díaz. Con él nos fuimos a la playa a ver películas, a ver comedias, comedias antiguas, comedias argentinas y españolas, hablábamos de las películas que nos gustan y él lo terminó escribiendo de nuevo. En ese sentido nos salvó la película, porque yo estaba medio extraviado y ya sin ganas, porque venía masticando un chicle que ya no tenía sabor", relata.

Radio y cine

A los 42 años, "El Rumpy" tiene tres películas como director en el cuerpo. Y aunque esta era la carrera que se podría haber imaginado cuando estudiaba comunicación audiovisual en el instituto Arcos, finalmente su llegada definitiva al cine fue a través de una vuelta larga e inesperada. Y tuvo que ver con el éxito que tuvo el programa de El chacotero sentimental. "Lo que vino después fue todo por azar. Jamás hubiera pensado en mi vida como estudiante que yo iba a hacer algo así, una película de mi trabajo, y menos que iba a hacerla como director", señala.

En este tercer proyecto, Artiagoitía tuvo que enfrentarse al desafío de cambiar a sus dos protagónicos, a semanas de empezar la producción: Daniel Muñoz tuvo conflictos de agenda y Mónica Godoy quedó embarazada. "No lo podía creer, estábamos a dos semanas de empezar y no había tiempo de hacer casting ni nada. Entonces, lo que pasó es que se tuvo que afirmar la historia y me tuve que afirmar yo. Todo esto me posicionó como un director mucho más resuelto", asegura.

Así, quienes quedaron al frente de la película son Luis Gnecco, el noble jefe de personal que quiere salvar el trabajo de sus compañeros; Manuela Oyarzún como Sofía, la sicóloga de la empresa, y el argentino Gastón Pauls, que hace el papel del representante de los nuevos dueños de la empresa.

Al notar las diferencias entre su trabajo en esta cinta y sus proyectos anteriores, "El Rumpy" da un ejemplo contundente: antes -dice- trabajaba sin soltar el guión y siguiendo cada anotación como si fuera una biblia. Ahora no llevo libreto a las filmaciones, que se realizaron en la Granja Educativa de Lonquén. "Eso viene de una seguridad y también de darme cuenta que la película no es de nadie más que mía. Darme cuenta de eso me dio una impronta distinta, de un carro que manejo yo y el resto se sube o se baja", dice y remata: "Así mismo me pasó con los actores: no necesito a nadie en particular. Me gusta trabajar con ciertas personas, pero me di cuenta que las películas no dependen de ellos".

De todas formas, Artiagoitía asegura que de vez en cuando se pregunta por qué sigue haciendo películas, si con el trabajo de la radio no tiene la necesidad. Ahí, apunta, se da cuenta de cuál es su obsesión como realizador: "No quiero contar una sensación o meterte en una onda", dice en voz irónica, "quiero contar una historia y que sea entretenida. Y ahora también estoy buscando que sea verdad y que se vea de verdad. Sacarle a estos actores, que son muy buenos, los monstruos que tienen incorporados", detalla.

Así, la idea es seguir contando historias en la pantalla grande, y asegura que a la hora de estrenar, su ego no necesita que sea un gran éxito comercial, sino que financie el proyecto siguiente, y que, en este caso, probablemente será una cinta coescrita por Pablo Larraín, sobre un grupo de adolescentes a inicios de los 90. Mientras, él sigue tranquilo entre estos proyectos y su trabajo en radio, y una vida que desde hace varios años está alejada de los titulares faranduleros. "No tengo por qué entrar en ese mundo y los medios tampoco tienen por qué interesarse en mí, si no les voy a dar lo que ellos están comiendo. Ya no estoy para ir a un evento a curarme, eso ya lo hice. No quiero copete gratis; no tengo que esperar un evento para ir a bailar. Si quiero bailar pongo música", dice seguro.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.