El secreto del placer que produce el sauna

<P>El responsable es un grupo de neuronas que liberan serotonina, el neurotransmisor que regula el estado de ánimo, cuando están en presencia de calor. Hasta ahora, el más desconocido de sus beneficios. </P>




Actualmente, una sesión de sauna no puede faltar en ningún spa ni paquete de relajación express. Desde hace mucho tiempo, la gente recurre a estos baños de calor en busca de bienestar y, sin embargo, recién ahora se sabe de dónde proviene esa sensación tan placentera que producen. Nada que ver con el efecto arrullador del calor ni con las toxinas perdidas a través del sudor: la responsable es la influencia que tiene el calor sobre la liberación de ciertos neurotransmisores en el cerebro.

Quien llegó a este hallazgo fue el académico de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, Christopher Lowry, quien hace poco descubrió que no todas las neuronas producen de la misma forma serotonina, el neurotransmisor ligado al buen ánimo y la regulación de apetito. A diferencia de lo que se creía, señala Lowry, hay varios grupos de neuronas encargadas de esta misión. Y uno de éstos responde poderosamente al calor.

Este grupo específico, ubicado en una región del cerebro llamada núcleo central del refé, se activa con la temperatura corporal, por lo que cuando ésta aumenta, crece también su producción de serotonina.

Pero este es sólo el más novedoso de los hallazgos relacionados con el sauna, una de las formas más fáciles de adquirir calor en poco tiempo y en grandes cantidades.

Un ejemplo de esto es el resultado al que llegó una investigación de la Universidad de Toyotoma, en Japón, que demostró que las personas con insuficiencia coronaria crónica que entran a estas piezas húmedas cinco veces a la semana, durante tres semanas, presentan una mejoría en su función cardíaca.

La insuficiencia cardíaca ocurre cuando el corazón no es capaz de suministrar suficiente sangre a todo el cuerpo. Como resultado, la persona que la padece tiene serias complicaciones respiratorias, lo que dificulta gravemente su vida cotidiana.

El estudio japonés sometió a 41 voluntarios con insuficiencia cardiaca a sesiones periódicas de sauna, durante 15 minutos, cinco veces por semana. Al salir de cada baño de vapor, los participantes fueron envueltos en una manta durante 30 minutos, lo que los mantenía con una temperatura un grado por encima de lo normal.

Los resultados fueron claros: el tratamiento hizo que la capacidad del corazón para bombear sangre aumentara, a la vez que aumentaba la capacidad de los participantes para realizar ejercicio. Después del tratamiento, eran capaces de caminar 42 metros más de los que podían caminar antes en seis minutos.

Los investigadores también notaron mejorías en una membrana llamada endotelio, que se encuentra en el interior del corazón y que es la encargada de liberar factores que controlan el diámetro de los vasos sanguíneos y la coagulación.

En otro estudio, los mismos expertos japoneses quisieron ir más allá y probar esta terapia en problemas más severos al corazón. Esa vez usaron ratones, a los que cortaron el suministro de sangre para simular un ataque cardíaco. Tras esta operación, sometieron a las ratas a una sesión de cuarto húmedo diario, durante un mes. Al terminar el tratamiento, los científicos volvieron a realizar el experimento y concluyeron que las ratas que habían sido expuestas al sauna, presentaban menos cavidades cardíacas que otras a las que se les habían inducido ataques al corazón, pero que no habían seguido esta terapia. Además, los animales mostraron un aumento del óxido nítrico sintasa endoital, una enzima que regula la presión arterial y el crecimiento de los vasos sanguíneos.

Pero al igual que con el ejercicio, hay que resguardarse en cada caso. Es por eso que el doctor Harvey Simon, de la U. de Harvard, recomienda que las personas que padecen de problemas al corazón consulten a un médico antes de someterse a cualquier terapia de este tipo.

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