El segundo tiempo de Valentina Verbal

<P>Valentina Verbal es una transexual atípica. Fue precandidata a diputada por RN y estudió Historia en la Universidad de los Andes. Es columnista y miembro del consejo político de Evópoli. ¿Cómo es vivir siendo un transexual de derecha? Verbal dice que no es fácil, que también le ha costado en su carrera académica. Pero no se arrepiente. Ni por un segundo.</P>




"Los partidos se ganan en el segundo tiempo. Todo el primer tiempo yo estuve actuando ante la sociedad, actuando en un papel falso. Decidí que el segundo tiempo de mi vida no lo iba a perder. Tenía que jugar en el puesto en el que quería jugar".

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Valentina Verbal nació hombre y vivió gran parte de su vida como hombre. Ella define esa parte de su vida como "el primer tiempo".

Dentro de ese primer tiempo hizo cosas como estas: estudiar Derecho en los 90 sin titularse, militar en RN y ser presidente de la Juventud del partido en Concepción entre 1996 y 97, volver a estudiar a los 34 años en la conservadora Universidad de los Andes y titularse ahí de historiadora. Entremedio, sumó una serie de depresiones por su sexualidad no resuelta. Cuando estudiaba Derecho en Concepción -de donde son sus padres- tuvo problemas con su papá por no terminar la carrera. Emigró a Santiago y su padre llegó a creer que estaba metida en drogas. Pero no. Era el desgaste de actuar una vida ajena. En la capital, la Universidad de los Andes le dio facilidades de horario y pudo acceder a una beca socioeconómica. Casi toda la carrera tuvo cubierto el 50% del arancel. "Yo sabía que era trans, pero todavía estaba en la lucha por superarlo. Sobrevivir no siendo una trans", cuenta en un café de Providencia.

Con la carrera casi terminada, reventó.

Iba a cumplir 40 años y se dio cuenta de que, aunque algo tarde, podía llegar a ser quien quería ser. "Se me venía el segundo tiempo de mi vida, y en el segundo tiempo los partidos se ganan. El primer tiempo da lo mismo".

El 2009, dejó atrás su género original. Y se convirtió en Valentina.

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Valentina Verbal estuvo tres meses sin salir de su casa. En esos meses, subió 20 kilos. La depresión tuvo su origen en el siguiente episodio: era 2013 y Verbal fue aceptada a participar en las primarias de RN como independiente por el distrito de Recoleta e Independencia. Mario Desbordes la apoyó. Lily Pérez y Francisco Chahuán, también. Recorrió calles, imprimió panfletos con su cara y nombre, se presentó ante los vecinos. Pero no pudo seguir. El Servel dictaminó que si quería continuar, debía ir en la papeleta con su identidad masculina. Ese fue el argumento que no se pudo revertir.

Verbal era conocida como activista de Iguales. Cuando se discutió la ley antidiscriminación, conocida también como ley Zamudio, fue mucho con Pablo Simonetti al Congreso. También era panelista en la Biobío. Salió en el Huffington Post como la primera candidata latina trans al Congreso. Aparecer con su identidad masculina era perder lo avanzado. "Y exponerme a que me menoscabaran", subraya.

Verbal cree que en el Servel simplemente no tuvieron la voluntad para aceptar su identidad femenina. "Las normas electorales apuntaban a que podías poner un nombre distinto a tu nombre legal. Eso lo estudiamos con abogados. Por ejemplo, Michelle Bachelet se llama Verónica Michelle, pero va como Michelle. Integrando eso con la ley antidiscriminación, no habría problema". Por eso, ya había empezado su campaña como Valentina Verbal.

El episodio la deprimió. Se le había acabado la beca en la universidad y se estaba sosteniendo con ayuda de su padre y parientes. Estuvo prácticamente tres meses sin salir de su casa y subió esos 20 kilos de peso. De esos, ya bajó seis.

Verbal sentía que su candidatura era una pelea simbólica, pero una pelea que merecía ser dada. "Yo creo que ganaba la primaria, pero después era muy difícil ganarle a Claudia Nogueira, que lleva mucho tiempo y tiene muchas redes en Independencia y Recoleta".

Mirando hacia atrás, a pesar de la depresión, de los kilos subidos, de los malos ratos, no se arrepiente. Y hace otra analogía vinculada con el deporte: "Esto fue como Rocky I. El tipo perdió, pero llegó al round 15. También es importante cómo uno pierde".

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Verbal nació en Puerto Montt y vivió en varias ciudades, hasta que en su pubertad se estableció en Concepción. Viene de una familia tradicional. Su padre es marino de litoral, de la rama de la Armada que trabaja en las gobernaciones y puertos. Su madre es dueña de casa. Su padre es de derecha y apoyó al gobierno de Pinochet. "Al final de la dictadura fue más crítico. Mi padre fue de los fundadores de RN en Concepción".

Algo del pensamiento político del padre absorbió Verbal. A RN entró en los 90. Fue presidente de la Juventud en Concepción entre el 96 y el 97. Fue candidato a vicepresidente para la juventud nacional en la misma directiva con el actual senador Francisco Chahuán. "Renuncié el 99, porque encontraba al partido muy conservador. Ellos no sabían lo mío". Renunció vía Servel, sin avisarle a nadie.

En su casa no sabían que era transexual, pero sí sospechaban que era gay, porque no se le conocía pareja en mucho tiempo. Desde niño sintió estar cumpliendo el papel equivocado, de sentirse mujer habiendo nacido hombre. Verbal lo describe como un dolor fuerte que tenía que vivir a solas. "Ya en mi primera infancia me di cuenta, pero la falta de información hacía que yo no supiera qué era lo qué me pasaba. Ahora, un niño trans sabe a los cinco años que es trans, lo va a buscar en internet. Lo mío era como ejercer un rol de actor todo el tiempo. En algún momento quieres ser tú".

-¿Eras una buena actriz?

-Sí, absolutamente. Pero en la intimidad sufría.

En 2004, llegó a vivir a Santiago, a estudiar Historia en la Universidad de los Andes. Cuando estaba terminando la carrera, decidió que era el momento de enfrentar el tema. De hacer el cambio. Primero, habló con sus dos hermanos. Luego mandó una carta larga por mail que ellos imprimieron y se la pasaron a sus padres. Su padre lo racionalizó, su madre lloró. "Principalmente, por lo que yo había sufrido. Fui cobarde. No me atrevía a llegar y contarlo". Un mes después fue a Concepción a ver a sus padres. Su papá le dijo que le preocupaba el tema laboral, que le iba a ser difícil conseguir trabajo. "Igual es cierto, por el tema del carné, pero no fue un problema tremendo para mi papá. Fue un apoyo más racional, más frío, se preocupó por cosas prácticas, como lo del trabajo. No hubo un juicio moral, de decir que estoy enferma".

El proceso después de las hormonas y la operación lo hizo en Concepción, en casa de sus padres, más protegida. Se empezó a vestir como mujer, algo que a sus padres les costó al principio, pero luego se acostumbraron.

"Todo lo he hecho más tarde", admite. "He llegado en mi vida atrasada a todo. Pero al final, siempre llego".

Valentina Verbal bordeaba los 40 años al momento del cambio.

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Desde su transformación, Verbal trabajó en un packing de frambuesas, en la Corporación Participa, en la Fundación Iguales, y obtuvo una beca Conycit para su magíster. Ultimamente ha hecho clases en la Universidad de Viña del Mar, un curso sobre transexualidad y otro sobre identidad chilena. En Participa trabajó un par de años con María Inés de Ferrari, actualmente en el gabinete del Ministerio de Educación. De Ferrari recuerda que no tuvo problemas en trabajar un par de años con Verbal, pese a que pensaban muy diferente. "Me la recomendó Andrés Rivera, una persona que hizo el viaje opuesto a Valentina, un hombre transexual que yo conocía desde la OEA". Verbal dice que la misma De Ferrari la empujó a seguir una carrera en política.

Después de ocurrido el episodio de su candidatura frustrada, Verbal se fue un mes a Concepción, a casa de sus padres. Estuvo dos meses más sin hacer nada, deprimida, en su departamento de Santiago Centro. Era el momento de rearmarse. El segundo semestre de 2013 retomó su magíster en Historia en la Universidad de Chile. También su tesis, donde investiga la participación de los militares en la formación de la república entre 1823-28. Empezó a retomar su sueño de ser historiadora.

En paralelo, en diciembre de 2013 ingresó a Evópoli, como consejera. Ahora participa del consejo político, al cual llegó como segunda mayoría. En Evópoli, dice, encontró su lugar en política. "Además, no es tema que sea transexual".

También es columnista de medios como El Dínamo y El Mostrador. Esas columnas atrajeron la atención del académico de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, Gonzalo Bustamante. "Valoré cómo ocupa su bagaje histórico para sustentar su visión política", dice Bustamante, quien invitó a Verbal a exponer a su universidad en 2013, en un seminario sobre el Ejército de Chile previo a la Guerra del Pacífico. Bustamante recuerda que en la exposición de Verbal en la UAI no fue tema que fuera hecha por una transgénero. "Es mal visto en la academia ese tipo de prejuicios. La exposición de ella fue muy bien recibida". Bustamante también dice compartir con ella varios puntos en relación al futuro de la derecha.

Ahí, uno de los temas que Verbal más ha desarrollado en sus columnas es lo que ella llama la derrota cultural de la derecha: "La izquierda tiene el patrimonio de la justicia, de la igualdad, del arte, de los que sufren", explica Verbal. "Los empresarios defienden el modelo desde el punto de vista utilitario, de cifras, pero no desde un punto de vista cultural. El modelo no es sólo crecimiento económico. La iniciativa privada, la innovación, genera diversidad cultural y lucha por los derechos civiles. El rocanrol es un producto del capitalismo. No hay Beatles ni Rolling Stones sin capitalismo, sin libertad. Un Steve Jobs tampoco surgiría. Sin libertad económica, no hay libertad cultural. La derecha tiene que enorgullecerse de ese tipo de resultados, pero es como si eso no existiera, como si todo fueran cifras. Ahora, defender el modelo no significa defender los abusos, eso tiene que estar claro".

En temas de diversidad sexual es partidaria de todo. AVP, matrimonio, ley de identidad de género. "Me paro desde el liberalismo. No puede haber un ente externo, en este caso el Estado, que te diga quién tienes que ser. Que el Estado no se meta en la vida privada de las personas".

Y va más allá: "La derecha tiene que volver a la revolución liberal. Esos son los principios que instauraron la modernidad. Yo como transexual no puedo oponerme a que las personas lideren su proyecto de vida y quieran estudiar donde quieren estudiar, ver las obras de teatro que quieran ver. Sería una contradicción".

Mientras escribe sobre historia y política, sigue siendo hincha de Unión Española y ve todos sus partidos por CDF. También le sigue gustando el rock clásico. "Esos gustos los mantengo de antes. Puede cambiar una parte de mí, pero no cambia todo".

Su meta es morir habiendo escrito tres buenos libros de historia. "Y que algunos sectores de la comunidad de historiadores consideren que hice un aporte, que tuve una interpretación original, que llené un vacío". Al mismo tiempo, está consciente de que abrirse espacio como trans en la academia no es fácil. Su padre se lo dijo cuando le comunicó de su cambió de sexo en Concepción. Y Verbal lo sabe. Es parte del juego en su segundo tiempo.

-¿Qué ganaste y qué perdiste con tu cambio de sexo?

-Si me hubiese quedado con mi identidad masculina, quizás habría tenido más éxito en el plano profesional, quizás podría estar trabajando en un centro de estudios de derecha o podría estar haciendo un doctorado. También perdí la posibilidad de tener hijos biológicamente. Pero el balance es más positivo, porque al final opté por ser libre. Ser la persona que quiero ser. Y eso, perdona que lo una con mi pensamiento político, es muy liberal en sí mismo.

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