El taller que enseña el otro lado de las matemáticas

<P>Cada lunes y viernes, alumnos de primero a cuarto medio toman clases de razonamiento científico en la UC.</P>




Triángulos y circunferencias componen las preguntas que 120 alumnos copian con diligencia entre murmullos. "Ya, tienen cinco minutos por pregunta", les dice el profesor. Surgen las protestas. Les da 10, vuelven a reclamar y les responde: "¿Cuánto? Claro, 15 quieren. Ya, tienen hasta las 17.35 para terminar la prueba". Son las 17.15 y en la pizarra hay cuatro problemas de alta dificultad que deben averiguar cómo resolver. Con el método que quieran.

La Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica imparte el Taller de Razonamiento Matemático (TRM) lunes y viernes, a las 16.30 horas, a estudiantes de primero a cuarto medio. El del viernes viene del año pasado, cuando comenzó el programa, el del lunes se formó este año. "Son niños talentosos con las matemáticas. Despiertos. Vienen a razonar. No hacen lo que hacen en el colegio. La idea es que se vean enfrentados a problemas de matemáticas en los que tengan que pensar", cuenta Mario Ponce, coordinador del TRM, quien explica que un "buen problema es el que no tienes cómo resolverlo, no sabes de qué materia trata. En el colegio están enfrentados al problema de la ecuación cuadrática o al Teorema de Pitágoras, aquí se ve enfrentado a situaciones que no tienen la más mínima idea de con qué herramientas resolverlas a priori (...). Hoy, en los colegios a los niños no se les hace pensar".

Pura motivación

David Painequeo es el profesor del taller y asegura que partió difícil, por lo que tuvieron que "adecuar el curso y de ahí empezar a subir de nivel". Es gratuito y voluntario, pero los alumnos rara vez faltan. Incluso, hay muchos que son de regiones, como Ignacio Madrid, quien viaja dos horas desde San Fernando. "Aprendemos formas de ver las cosas que en el colegio no llegan a pasar. Es un pensamiento más rebuscado", dice él.

La idea es que los alumnos tengan una "exposición a la matemática como una ciencia creativa, entretenida, desafiante", explica Jan Kiwi, director de Docencia de la facultad, quien agrega que el TRM se enmarca en una de las misiones de ésta: "Aumentar la valoración de la matemática en la sociedad, acercarla a la gente y subir el nivel cultural matemático en el país".

Según Ponce y Painequeo, los niños tienen asegurado un buen puntaje PSU, pero eso no es lo central. "Un niño talentoso en el colegio no tiene el espacio para desarrollarse. A lo único que pueden aspirar es a sacar 850 puntos en la PSU, lo que no significa que se desarrolló. Lo único que significa es que consiguió entrar en la universidad. Pero dentro de ella tiene que mantenerse (...). Nos interesa que después el ingeniero sepa bien cómo hacer el puente, sepa bien cómo razonar para resolver un problema de la vida", dice Mario Ponce, quien también ve como opción que los niños sean científicos. "Venir el viernes en la tarde, cuando se acabaron las clases y a estudiar matemáticas, es porque les interesa. Aunque llueva, truene o relampaguee, llegan igual", dice Painequeo.

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