El test que nos dice la verdadera edad

<P>La edad biológica dejó de ser un misterio para la ciencia. Un test de la empresa Life Length utiliza la técnica más precisa para medir los telómeros, estructuras que funcionan como reloj celular: en la medida en que se acortan, envejecemos. Con esa información podemos saber si nuestros hábitos nos hacen más jóvenes o más viejos. Y cambiarlos, si es necesario. Acá lo probamos. Los resultados son sorprendentes. </P>




CUANDO era niño, la entrada de lechuga con jurel a la hora de almuerzo era una especie de manda. Un plato simple, pero con harta mayo y limón quedaba harto bueno. A veces pasaba por la cocina y me comía la lechuga por hojas. Así, sin nada. No sé en qué momento en el camino a la adultez, comer lechuga se volvió una tortura. Tal vez porque en vez de plato de entrada, con más años, estrés y kilos, y menos tiempo para almorzar en la semana, la lechuga se volvió el plato único. Un camino que sigo, pese a todo, porque los diarios, mi nutricionista y el espejo me "recuerdan" que es lo saludable.

La pregunta que sigue es si tanto esfuerzo se traduce en un beneficio concreto. Este año la ciencia ha dado un nuevo paso adelante. Entregando un test nos da la respuesta: nos dice qué edad tenemos realmente. No la cronológica, aquella que aparece en nuestro carné de identidad, sino que la edad biológica. Esa que nos dice cuán envejecido está nuestro cuerpo, al margen de los años que tengamos, y que depende de cómo nos portamos con él: si fumamos, hacemos deporte o nos repetimos la lechuga tarde y noche.

¿Cómo lo hace? Descifrando el largo de los telómeros.

Los telómeros son los extremos de los cromosomas de las células y juegan un papel clave para proteger su integridad. Son como el plástico duro que no permite que los cordones de las zapatillas se deshilachen. Así los describió la bioquímica australiana Elizabeth Blackburn, uno de los investigadores que descubrió la telomerasa, enzima que mantiene los telómeros y alarga aquellos que se van acortando con la división de las células, lo que le valió el Premio Nobel de Medicina en 2009. Los telómeros van perdiendo longitud y conforme esto va ocurriendo, vamos envejeciendo. Sólo los que miden más de 3kb pueden cumplir la función de proteger a los cromosomas. Y este examen entrega precisamente esa información: la longitud telomérica -mientras más largo, mejor- y el porcentaje de telómeros cortos -que ojalá sea bajo-.

Estamos hablando de un mecanismo que controla el camino a la vejez y, por lo mismo, al tener un biomarcador que puede estimar el grado de envejecimiento celular, podríamos mejorar nuestros hábitos y así disminuir los riesgos de las enfermedades que aparecen en la medida que cumplimos años, como accidentes cardiovasculares o neurológicos, como el alzheimer. Además, es un mecanismo probado: la doctora María Blasco, especialista que ha dedicado más de 20 años a estudiar los telómeros y que hoy es jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, de Madrid, realizó un estudio que demostró que si se logran mantener artificialmente largos los telómeros se extiende la longevidad. Aplicando telomerasa en ratones, logró que éstos vivieran tres años, cuando su promedio de vida era de dos. Si pasamos esto a humanos, tomando en cuenta que la media de edad de hombres y mujeres es de 76,5 años, podría llegar a los 110 años de vida.

Podríamos pensar, entonces, que estamos frente al elixir de la eterna juventud y que este test se venderá como pan caliente. No tan rápido, amigos. Actualmente, sólo la empresa Life Length, con sede en Madrid, realiza este análisis con una técnica más precisa, según aclaran. Para hacerlo, se requiere una muestra de sangre que debe llegar a cierta temperatura. Una vez en los laboratorios, un grupo de expertos en biología molecular analiza las muestras con microscopios que cuestan, por lo bajo, dos millones de dólares. Un costo alto aún para un test que puede darnos luces sobre cómo nuestro estilo de vida está afectando nuestras posibilidades de longevidad y que por ahora sólo se ha podido hacer un selecto puñado de personas en el planeta. Yo soy uno de ellos.

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"Tus resultados son estupendos". Al otro lado de la línea, Stephen Matlin, CEO de Life Length -que me analizó mis telómeros-, me adelanta lo que viene en un informe con mis resultados que se desplaza lentamente por la red vía email. Matlin conoció en España a la doctora María Blasco, que trabajó en alguna época con la premio Nobel Elizabeth Blackburn. Para sus investigaciones, Blasco necesitaba desarrollar un método más exacto que los existentes en la medición de los telómeros. El sistema anterior sólo permitía obtener la longitud telomérica media de una muestra estimada de células.

Era como tener una olla llena de lápices de distintos tamaños. Lo que se hacía era calcular la longitud de los lápices y luego dividirla por la estimación de los lápices que se creía había en la olla. "Así era imposible saber qué lápices servían", dice Steve. Claro: los telómeros que actúan protegiendo al cromosoma son los que miden más de 3kb. Pero con este sistema no se podía determinar cuánto medían ni qué porcentaje estaba bajo esa medida.

La técnica de Life Length -llamada Tecnología de Análisis de Telómero- sí permite hacerlo, porque se miden los cromosomas de cada célula individualmente: en mi muestra se midieron más de 250 mil células. "Es una cantidad estadísticamente muy elevada, pero no son todos. En una muestra puede haber millones", dice Steve. Para eso, los telómeros se tintan con un producto químico que los deja fluorescentes. Cuanto más fluorescentes, mayor es la longitud telomérica. Luego, con algoritmos matemáticos se extrapola la longitud de los telómeros de acuerdo a cuánto brillan.

Si esto es así, en mis resultados, el cuadro donde aparecen los telómeros debiera mostrar bastante fluorescencia. Como un aviso publicitario de noche. Y así fue. En la síntesis de los resultados se leía:

Edad cronológica: 37 años

Edad biológica estimada: 18 años

Porcentaje de telómeros cortos: 14,0%

Mediana de longitud telomérica: 8,93 Kb

Leyó bien. ¡Mi edad biológica corresponde a una persona de 18 años!, de acuerdo a la estimación que compara mis resultados con los de otros hombres del mismo rango de edad. Claro está, mientras mayor sea la base de datos -a medida que más gente se haga esto-, mayor será la efectividad de esa estimación.

El informe que me entrega Life Length me permite comparar mi longitud telómerica y mi porcentaje de telómeros cortos con las personas de mi mismo rango etario. En mi caso, la comparación sigue colaborando con la hinchazón del pecho.

¿Por qué 18 años? Los telómeros se van acortando con el paso de los años, pero el ritmo varía según cada individuo. Y son tres los factores que influyen en un envejecimiento más lento o acelerado. Primero, la genética. En mi caso, es un arma de doble filo: mi abuelo y mi padre no pasaron de los 60 años por culpa del corazón, y un test genético marcó el riesgo cardiovascular en mi hoja de ruta. Pero mi familia materna, que tiene un corazón más resistente, ha vivido hasta más allá de los 80 años. Y este examen dice que voy por buen camino. Habrá que ver…

En segundo lugar, los hábitos, el factor sobre el cual podemos ejercer mayor control. Vida sana, sueño como la gente, nada de cigarros ni humo de segunda mano, poco (decir nada es una burla al lector) alcohol, mucha espinacas con atún y manzanas ralladas, y la prometida vigorexia que he postergado más de la cuenta.

Tercero: el medioambiente. ¿Qué me podría afectar? Vivir en una ciudad malditamente contaminada como Santiago. Ahora, si viviera en Puchuncaví, esta variable sería más determinante.

Ahora, una cosa juega a mi favor: el acortamiento de los telómeros se hace más pronunciada a partir de los 40 años. Aún no llego y estoy en camino de hacerle el trabajo más difícil al organismo.

En todo caso, la medicina ha hecho su parte. Hoy existe la terapia TA-65, una sustancia química que actúa como activador de telomerasa. Como está dicho, la telomerasa protege a los telómeros y alarga los que ya se han acortado.

Más lento o más rápido

A cambio de 500 dólares y previo envío de un cuestionario completo sobre el historial personal y familiar de salud y de hábitos de vida, los interesados pueden hacerse este examen. Sin embargo, no es que lo encuentren en las farmacias. Life Length tampoco va a tratar directamente con el público. Tiene que haber una orden médica de por medio para asegurar la seriedad de su utilización: algunos medios lo han apuntado como el examen que te dice cuánto vas a vivir, lo que ha desatado cierto nivel de polémica. Pero la empresa aclara que no entrega esa estimación.

Life Length planea implementarlo en todo el mundo, pero para que eso ocurra está en la búsqueda de laboratorios para asociarse en distintos países. ¿Chile? Está lejos, pero a la empresa de todas maneras le interesa encontrar un laboratorio que reúna una cantidad importante de muestras, las congele y las envíe a España para que el proceso sea conveniente.

La apuesta es que este examen empiece a masificarse de manera de acrecentar la base de datos y responder preguntas que hoy quedan abiertas. Por ejemplo: ¿Qué porcentaje de telómeros cortos es lo recomendable para que una persona envejezca en un ritmo normal? "Todavía no podemos responder a eso, porque esta prueba es muy nueva y a nivel estadístico contamos con unos 500 análisis de individuos. Para poder establecer eso necesitamos llegar a una base de datos de cientos de miles o de millones de resultados", explica Steve.

No es todo. Si una persona se somete a este examen con cierta regularidad, podría establecer cómo cambia su ritmo en envejecimiento y modificar su estilo de vida, en caso de requerirlo. Un asiduo fumador, por ejemplo, podría saber si en un año de calendario envejece biológicamente más de doce meses producto del vicio. Y un joven de alma y células, como yo, podría saber si se mantiene así o ingresó en la curva descendente de la no juventud.

Pensando en dar a conocer y practicar este test, Life Lenght puso el foco en las compañías farmacéuticas, cosméticas, de alimentación y en las instituciones académicas de investigación. Vamos por parte. Este examen sería de mucha utilidad para mujeres que tienen dificultades para quedar embarazadas. Como existe una relación directa entre la edad biológica de la mujer y la calidad de sus ovocitos, un examen de telómeros podría dar señales sobre el éxito o no de un tratamiento, permitiendo un ahorro de tiempo, dinero y expectativas.

Una de las áreas más sensibles donde se puede aplicar es el cáncer. Más del 95% de todos los tipos de tumores activan la telomerasa cuando se forman, de manera de hacerse inmortales. Es decir, la telomerasa actúa manteniendo el crecimiento de las células cancerígenas. Entonces, una manera de atacar a estas células cancerígenas es aplicar inhibidores de telomerasa, pues al neutralizar la acción de la telomerasa se pueden eliminar los tumores. "Uno podría verificar si un fármaco surte efecto en esa función midiendo los telómeros. Ahí podemos saber si los inhibidores están resultando", explica Steve. Pero este escenario es más complejo. Si se inhibe la telomerasa que alarga los telómeros dañados, ¿aceleramos el envejecimiento celular? Estudiando la acción de la telomerasa en ratones, María Blasco ha logrado mantener a raya el desarrollo del cáncer. "La doctora Blasco ha demostrado que los ratones han podido alargar su vida sin subir las expectativas de cáncer", responde Steve. Es una buena noticia.

Como no califico en las anteriores, la pregunta es qué hago yo con mis resultados. Ya sé que mi edad cronológica y la biológica no van de la mano y que mi (sacrificado) estilo de vida tiene mucho que ver en el éxito de mis números. También sé que los telómeros se acortan progresivamente a partir de los 40 años…; es decir, lo peor puede estar por venir. La conclusión final es que, mientras, está todo más que bien. Lo que venga después, lo veremos en el siguiente examen.

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