El "trailer" de cine: Dímelo en 120 segundos
¿Puede considerarse una forma de arte popular un corto que dura menos de tres minutos y que ni siquiera lleva la firma de su autor? Quizás no. Pero en estos tiempos de infografías, memes y respuesta instantánea, tal vez sea el trailer y no la televisión el verdadero reemplazo del cine.
Hace poco más de diez años entrevisté a Nicolás López, quien por entonces debutaba como director con Promedio Rojo. La mitad de la conversación giró en torno al trailer de la película, del cual López estaba muy orgulloso: "Trabajamos meses en el asunto". Por qué tanto, le pregunté. Él me miró como si viniera bajando de la Luna y me dijo con mucha paciencia: "La mayoría de la gente va a decidir si quiere ver o no mi película únicamente a partir del trailer que vea en cines". Tenía sentido. Cuento la historia porque la segunda mitad de la década pasada fue el momento en que hubo un cambio trascendental en el cine chileno: los trailers mejoraron. Aunque más exacto sería decir que se actualizaron, que dejaron atrás el ritmo y la sencillez de los comerciales (sinopsis, les decían los abuelos) que alcanzamos a ver en las salas aquellos que fuimos al cine durante la transición.
Comercial, sinopsis e incluso réclame. Así se le llamaba al trailer en los tiempos del Betamax y en las videotiendas incluso se podían arrendar VHS que sólo contenían sinopsis de futuros estrenos. Qué diablos, esto le sonará antediluviano a muchos, pero en los años 80 en Televisión Nacional, Antonio Vodanovic -nada menos- a principios de marzo conducía un especial nocturno que consistía nada más que en presentar las sinopsis de las películas que se exhibirían durante el año en los Best Sellers dominicales.
Se supone que la primera sinopsis de la historia mundial fue un corto que se produjo en 1913 para promover una obra musical de Broadway. El corto como pieza publicitaria tuvo tantas ramificaciones que ya en la mitad del siglo la propia industria se burlaba del formato: el trailer de La mujer del pastor (1947) consiste en Cary Grant, David Niven y Loretta Young cruzando los estudios para ir a filmar el trailer hasta que finalmente deciden que la idea es absurda y abortan el plan.
Eso fue hace 68 años. Apretamos fast-forward (o movemos con el cursor la barra roja del YouTube) y estamos en el 2015: bienvenidos a la era del trailer como artefacto artístico. En el nuevo modelo de negocios de Hollywood y el gran cine comercial, el largometraje en sí como producto está out. Es un artículo a posteriori, un resumen de lo ya visto, un recital de dinosaurios del rock a los que sólo vemos de lejos en una megapantalla. Lo sexy, lo instantáneo, lo seductor, es todo lo que viene antes. Primero el teaser trailer, que consiste en un breve adelanto de lo que veremos en el trailer oficial. Suena demente, pero así se define. Luego, unas semanas después, el trailer oficial. Dependiendo de la complejidad de la campaña, a veces se estrena además una versión extendida directa para internet. Y la versión "internacional", es decir, producida para mercados fuera de Estados Unidos. Después de eso vienen los comerciales para televisión estadounidense, europea y japonesa.
¿Por qué a la gente debería importarle esta avalancha de sinopsis? Porque cuando se trata de estrenos altamente esperados (como Los Vengadores o Interestelar) cada trailer particular tiene una o dos escenas exclusivas que no aparecen en los otros. Lo que lleva a pesquisas dementes como la de un fan de The Amazing Spider-Man 2, quien el año pasado editó el material de todos los trailers del filme y terminó con un corto de casi diez minutos que contaba la mayoría de las escenas de acción de la película.
Editar un corto promocional para una película antes era un anexo (que caía en manos de ayudantes y subpublicistas), luego fue una pieza clave y hoy es el centro del universo. Incluso existe un certamen (Golden Trailer Awards) que desde 1999 premia los mejores materiales publicitarios de un filme, donde por supuesto se incluyen los trailers y que en sus galardones incluye categorías como "Mejor campaña viral" y "Sinopsis más basurienta". Y ya existen editores de trailers que son vistos como verdaderas estrellas por la industria, como Mark Woollen. Responsable de trailers que van desde La lista de Schindler hasta El árbol de la vida, a Woollen se le deben hitos del género (¿es un género?) como la sinopsis de Red social que giraba en torno a Creep de Radiohead. Y también se le debe la mejor explicación que alguien haya dado sobre por qué la mayoría de las sinopsis actuales cuentan casi toda la película excepto el último tercio. "Los estudios", dijo en una entrevista con Wired.com "tienen sólo el primer fin de semana para capturar el mayor número de personas posible. Y lo que averiguan en sus encuestas es que mucha de esa gente quiere saber más de la trama. Quieren saber más antes de invertir en una entrada".
Un buen trailer puede despertar interés por una basura como Transformers 4 o Crepúsculo. O sugerir atmósfera, tono y estilo sin una línea de diálogo, como lo hacía el de La chica del dragón tatuado. Puede servirse de una pieza musical icónica para construir emoción, como lo consiguió el primer trailer de Las dos torres, compuesto alrededor de las notas de Lux Aeterna, de Clint Mansell. Y puede, como lo hiciera el trailer de Cloverfield (2008), disfrazarse de grabación casera que parece no haber sido editada. El trabajo de marketing en ese último caso fue ejemplar: en los primeros días ni siquiera se sabía a qué filme pertenecía. Luego que se despejó la duda, vino un intenso debate sobre cada una de sus imágenes. La película final no justificó el esfuerzo, pero el efecto ya estaba producido: al estrenarse Cloverfield, muchos la fueron a ver sobre todo para comprobar si sus teorías sobre el trailer eran acertadas. El director del filme era Matt Reeves, pero el santo patrono de la campaña era JJ Abrams, quien ya había usado el truco en los adelantos y sinopsis de la serie Lost. Y quien este año vuelve a los cines como director de una pequeña película sobre imperios, rebeldes y lados oscuros de la Fuerza.
El trailer de Star Wars: The Force Awakens va camino a batir el récord de hits en YouTube instaurado por las sinopsis del último episodio de la saga Rápido y Furioso. Se estrenó la tercera semana de octubre, durante el entretiempo de una transmisión de ESPN y minutos después estaba por toda la internet. Hasta hoy el trailer tiene más de 59 millones de reproducciones en la cuenta oficial del filme en YouTube. El número asociado a la famosa página de videos es importante porque, como lo señala un estudio de ThinkwithGoogle.com, al menos un 69 por ciento de los menores de 25 años decide qué película ver en cine a partir de búsquedas en YouTube. Por supuesto, los fans de la saga irán a ver el nuevo episodio el próximo 17 de diciembre, llueva o truene, con o sin campaña publicitaria. Pero la apuesta de los productores no va por ellos: va por toda una nueva generación de espectadores, que apenas habían nacido cuando se estrenó La amenaza fantasma en 1999 y que tienen un vago recuerdo de la frustración de sus padres cuando la mediocre La venganza del Sith dio un vergonzoso cierre temporal a la saga el 2005.
Lo insólito a la luz de este impacto es revisar en YouTube el trailer original del primer filme de La guerra de las galaxias, estrenado en 1977. Es como sacarle el polvo a un diseño de Nazca. No sólo existe en otro tiempo: parece, literalmente, venido de otro universo. Tiene el ritmo de un comercial de lavalozas y está narrado en off -algo que pasó de moda en los 80- usando música de archivo. La famosa fanfarria de John Williams (que hoy es impajaritable en cualquier promoción de la saga) no existía entonces. Habiendo visto la película muchas más veces de lo aconsejable, es notorio que el material fue editado por gente que no sabía nada del argumento o le importaba un pito. "La historia de un chico, una chica y el universo", es la gran frase para el bronce de la narración, que hace lucir al filme como un romance galáctico entre Luke y Leia. Viendo la sinopsis hoy se entiende mejor la leyenda de que los espectadores se reían al ver el trailer y que la opinión general sólo cambió cuando se estrenó el filme completo.
Hoy los trailers se estrenan un semestre antes de que salgan las películas. Batman V Superman: El Amanecer de la Justicia recién llegará a las pantallas en marzo del 2016, pero desde julio pasado está disponible su trailer oficial, que ha hecho correr ríos de tinta y miles de tuits. Y se rumorea en internet que Capitán América: Guerra Civil, el gran estreno de Marvel agendado para mayo del 2016 exhibiría su primera sinopsis antes de fines de este año. Es probable que para entonces la mitad de la excitación alrededor de la película ya se haya agotado en el trailer, como también es probable que para entonces algunos avispados hayan entendido que un editor de trailers hoy día puede ser más importante que un guionista, un director o un técnico de efectos especiales. Es alguien que puede tomar ideas e imágenes ajenas y construir con ellas el eco de un producto que no existe, destinado a gatillar el deseo por una película que ni siquiera está terminada. No sería la primera vez que un técnico anónimo es convertido por la cultura en ícono y figura de adoración: es bueno recordar que antes de los años 60 los disc-jockeys entraban a los clubes por la puerta trasera, junto con las cervezas y los basureros.
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