El triunfo póstumo del diseñador Alexander McQueen: exposición en N. York bate récord
<P><I>Belleza salvaje</I> marcó el mejor debut de una muestra de modas en el Costume Institute del Museo Metropolitano.</P>
Madonna contaba sobre la alfombra roja: "Lo echo de menos terriblemente". Stella, la hija diseñadora de Paul McCartney, aseguraba que "es un honor que el trabajo de un modisto británico se muestre en este museo, donde se guardan algunos de los mejores tesoros de la historia del arte". Y desde celebridades como Jennifer Lopez o Penélope Cruz se vistieron de gala, y algunas hasta lloraron, en la fiesta que inauguró la exposición sobre el trabajo del modisto Alexander McQueen, en el Museo Metropolitano de Nueva York. La muestra partió esta semana, con un desfile de celebridades que rivalizó con el de los premios Oscar y marcó un récord de asistencia durante el primer día para exposiciones del Institute.
El miércoles pasado, 5.100 personas vieron Belleza salvaje, título de la instalación, superando al primer día de muestras del mismo tipo que también fueron populares, como las dedicadas al legado de Chanel, en 2005, o al estilo de Jacqueline Kennedy, en 2001. Además, según el New York Times, la exposición ocupa el segundo lugar del ranking general de inauguraciones en el Museo Metropolitano, detrás de Vincent van Gogh: The Drawings, que en 2005 reunió a 5.400 personas en su debut.
Un triunfo para el británico, que se suicidó en febrero de 2010, a los 40 años, y que se suma a otro hito póstumo para McQueen: hace una semana, Catherine Middleton se casó con Guillermo de Inglaterra usando un vestido de novia que encargó a la casa de modas que lleva su nombre y que fue hecho por Sarah Burton, principal asistente que tenía el diseñador y que hoy lo reemplaza, haciendo las colecciones para la firma McQueen.
Se trata de honores que no habrían pasado por la cabeza de este hombre, descrito como "atormentado", "tímido" y "agresivo". Que en un principio fue llamado "misógeno" o "hooligan de la alta costura", por su pelo rapado, botas de combate y modales de barrio bajo. Un modisto con habilidades únicas, que se declaraba "anárquico" y se abrió camino con colecciones donde mezclaba lo fantasmagórico, lo terrorífico, la lucha de clases y las persecuciones religiosas, la pobreza, sus raíces escocesas y la historia británica con la sensualidad, la vanguardia y el atrevimiento. Pero, sobre todo, se inspiraba en las sombras y luces del amor. "La moda le proporcionó un vehículo para expresar el amor de forma conceptual, con sus agonías y sus éxtasis, a veces de forma autobiográfica", dice Andrew Bolton, curador de la muestra, a la agencia noticiosa Efe.
"El amor mira con la mente, no con los ojos", fue la cita a Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, que McQueen tenía tatuada en su brazo derecho y que sirvió de punto de partida e hilo conductor para que Bolton desarrollara la exposición, que incluye 100 prendas del diseñador de seis colecciones y 70 accesorios de sus 19 años de carrera. El curador concluye que el británico creía en el poder del amor para transformar la fealdad en belleza, lo grotesco en bonito. Y se basó en los desfiles de McQueen -quien alguna vez realizó uno en la prisión donde fue decapitada María Antonieta- para crear en las salas del Costume Institute una atmósfera de "oscuro romanticismo".
Las salas están decoradas con espejos gigantes envejecidos y luces bajas. En el lugar dedicado a accesorios, como una mandíbula de plata o un cuerno de unicornio, se oyen voces de robots. En otro espacio, donde se puede ver la colección Gótico romántico, se escucha el sonido del viento junto a aullidos de lobo y, como describe El País, "allí un vaporoso vestido de seda se mueve como si estuviera vivo".
Está una chaqueta de la que salen cuernos de antílope desde los hombros. O esos zapatos con forma de armadillo y que sólo Lady Gaga o algunas adictas a la moda extrema usaron, cuando no todas se atrevían ni menos entendían a McQueen. Una idea que ha cambiado desde su muerte, con el vestido de Kate Middleton que lanzó la marca a una popularidad que nunca había ocupado y con la llegada de Sarah Burton tomando las riendas del atelier, calificado ahora como "más accesible" que el del fundador. Menos salvaje.
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