El último piano man de Santiago
<p>Tiene 73 años, pero se roba la película todas las noches en el Bar Don Rodrigo, frente al cerro Santa Lucía. Músico autodidacta, fue actor de la fotonovela Cine Amor y Míster Chile, en 1964.</p>
No es Sam, el legendario pianista negro de la película Casablanca. Pero cuando Hernán Lavandero (73) toca As time goes bye en el Bar Don Rodrigo, ubicado en la calle Victoria Subercaseaux, todos los comensales se conectan con la triste nostalgia que evocaba Bogart.
En este boliche creado en 1988 por el autor de la revista Barrabases, Guido Vallejos, los santiaguinos descubren, a los pies del cerro Santa Lucía, uno de los pocos pianobares que sobreviven en la capital. Un lugar de muros tapizados a la inglesa, con un letrero con luces de neón y garzones que llevan humitas.
"En los 80, desde el restaurante más pituco hasta el tugurio más popular tenía un pianista en vivo. Ahora, salvo en los hoteles del barrio alto, ya casi ningún locatario invierte en eso. Prefieren poner música envasada", se lamenta Lavandero.
El pianista llegó a Don Rodrigo en 1993, pero desde 1985 que toca en bares de la capital. Lo que forjó esa decisión fue el terremoto de ese año. Lavandero arrendaba un garaje en Gran Avenida, donde tenía un taller mecánico. Pero la dueña resultó damnificada y tuvo que devolver el terreno. Para sobrevivir, se le ocurrió echar mano a su otra pasión: la música. "En mi casa siempre hubo piano. Aprendí mirando a mi madre, que desde pequeña sacaba de memoria a Beethoven y a Brahms. Yo me siento a tocar boleros, tangos o My way, de Frank Sinatra, y me vuelo. Me imagino a una mujer iluminada por la luz de la luna. Ese romanticismo es el que contagio al público", explica.
Los primeros que escucharon las melodías de Lavandero fueron los clientes de un extinto bar que estaba en la calle La Concepción, frente al que hoy se conoce como restaurante Aquí está Coco, en Providencia. No recuerda el nombre, pero dice que se llenaba tanto, que pronto lo fueron a buscar para que tocara en el centro de Santiago, en el Savory Dos, ubicado en el Paseo Huérfanos, entre Estado y San Antonio.
"En ese tiempo había mucha demanda de este oficio, porque las heladerías eran lugares de encuentro y no de paso, como ahora. De hecho, después salté al Gatsby de Providencia con Pedro de Valdivia, donde me atreví por primera vez a cantar. Hoy Santiago ha perdido plazas y ganado edificios, la gente no tiene tiempo de escuchar", revela.
Pero las tocatas de bar en bar no durarían mucho más. A comienzos de los 90, el oficio de piano man empezó a decaer. Y Lavandero, que en ese entonces tocaba en La Chimba Piano Bar, de Bombero Núñez, empezó a buscar nuevos horizontes.
Se enteró de que en el Bar Don Rodrigo necesitaban un pianista y acudió a Guido Vallejos, un viejo amigo con el que había trabajado en los años 60, como actor de su fotonovela Cine Amor. Y ahí se quedó hasta hoy.
"La gente se olvida, pero esas revistas se vendían en todos los quioscos de Santiago. Eran historias sentimentales que hacíamos en casonas antiguas que estaban en sectores como El Llano Subercaseaux o El Arrayán", expresa sobre la época en que compartió roles con actores como Silvia Santelices, Malú Gatica, Héctor Noguera o Gloria Benavides.
Lavandero hacía pesas en ese tiempo y era tan musculoso que fue elegido Míster Chile en 1964. "Tenía buen físico y modelaba en publicidad. Fui rostro de Etiquet, Café Colombia y de Emelco, un especie de noticiero con propagandas que pasaban en los cines rotativos antes de las películas. A veces, veía mi cara en los afiches que ponían en el centro", agrega.
Todavía conserva algo de esa vanidad. Alto, delgado y de ojos claros, cada vez que se sienta al piano, en el Bar Don Rodrigo, a eso de las 20 horas, lleva consigo un sombrero dundee que con la humareda adquiere un aire misterioso. Tocando a Edith Piaf, el bolero Bésame mucho o el tema central de la película El Padrino hasta pasada la medianoche, Lavandero vuelve a ser el centro de atención de un público diverso. Como el Bar Don Rodrigo está conectado al Hotel Foresta, se reúnen muchos turistas, pero también viejos, jóvenes y personajes del mundo de la cultura, como el director del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, Francisco Brugnoli; el guitarrista de Los Prisioneros, Claudio Narea; cantantes líricos del Municipal o la actriz Bélgica Castro, una de las fundadoras históricas del septuagenario Teatro Nacional Chileno.
"Este lugar se ha puesto de moda como todo el sector del Forestal, aquí todas las clases sociales vienen a relajarse", dice el piano man.
Lavandero se traslada cada tarde en un escarabajo, desde su casa en Lo Barnechea hasta Lastarria. Cruza todo Santiago, pero explica que vale la pena.
"El otro día vino una pareja de novios a tomarse un trago al bar. Me pidieron que les tocara la canción de Casablanca, porque con ella empezaron a pololear. Tampoco falta el turista que pone el teléfono en el piano. Escucha, le dicen a su familiar, suena como en Europa", ríe el piano man, el hombre orquesta del Bar Don Rodrigo.
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