El verdadero "estadio" de Coyhaique

Las dificultades de conectividad y de servicios a los que se enfrentan los habitantes de la Región de Aysén, suelen alentar el ingenio de su gente para sobrellevar ese relativo aislamiento. Y el fútbol es un ejemplo más.

A miles de kilómetros de distancia del Nacional, Monumental, Municipal de Concepción y del resto de los principales estadios de Chile y, por lo mismo, lejos de cualquier partido de torneos nacionales o internacionales, los patagones hallaron refugio futbolístico en un bar. Sólo que se trata de uno futbolero, que con sus tres pantallas conectadas a la televisión satelital, y adornos de decenas de equipos del mundo, se ha transformado en la réplica más cercana a los tablones del país.

El lugar, llamado Bajo Marquesina, se ubica en la intersección de las calles 21 de Mayo y General Carrera, en Coyhaique. Y en su interior todo huele a fútbol: su ingreso es una copia de una boletería tradicional, el menú incluye referencias al Maracanazo y otros partidos históricos, las mesas y suelo están pintados con imágenes de cracks del mundo, como Pelé y Maradona. Y sus dueños incluso crearon un pequeño museo con reliquias del balompié.

"Mi familia siempre ha sido futbolera y yo mismo participé por años como hincha de la barra oficial de Universidad de Chile, en Santiago. Pero en el 2000 mi viejo se trasladó a un cargo público en esta región. Así que ya no podíamos ir al estadio. Y considerando que los bares de acá no recreaban el ambiente futbolero, vimos la oportunidad de emprender algo y satisfacer una necesidad de la comunidad", comenta Pablo Alvarez, uno de los cuatro hermanos que administran el local, inaugurado en 2009.

El aforo, eso sí, es mucho menor que una galería: 60 hinchas ingresan y repletan el bar los días de partidos, pero se hacen oír repitiendo los cánticos de sus equipos favoritos.

Ignacio Valdés (25), oriundo de Rancagua, coincidió con la buena campaña de O'Higgins el año pasado, con la que consiguió el título, y se ha transformado en un asiduo visitante del local. "Al ver los partidos aquí, se genera un lazo emocional más fuerte con tus raíces, es como recordar un pedacito de mi tierra", afirma.

Aunque llegan hinchas de todos los equipos, Alvarez -profesor de historia y gestor del museo- asegura que los clásicos más intensos no son entre Colo Colo y la "U", sino los que animan los seguidores de Everton de Viña del Mar y Santiago Wanderers, de Valparaíso. "Vienen vestidos con sus camisetas, cantan y se sienta cada bando en una esquina. Ni siquiera se miran. Cuando pasan por la barra a pedir algo, nos dicen que cómo podemos aceptar a gente de ese tipo en el local", agrega Alvarez, entre risas.

Los principales clientes de Bajo marquesina, eso sí, son afuerinos. La región, cuya población proyectada es de 100 mil habitantes y en la cual la mitad vive en Coyhaique, nunca ha contado con un club de fútbol profesional. De hecho, en todo Aysén hay 44 canchas, pero sólo tres son de pasto sintético y aptas para ser utilizadas durante todo el año.

Por lo mismo, la contingencia del fútbol profesional chileno se encuentra ausente de los medios de prensa escritos y radiales de la región, que sólo ocasionalmente dan cobertura a la campaña de algún equipo local que viaja a competir a una región vecina.

Pese a todo, la zona también tiene sus "potreros", en los cuales el fútbol sigue siendo una de las principales pasiones. "Es la única gran entretención que tenemos a lo largo de todo el año (…) Si está escarchando, nevando, con -4 o -5 grados, los partidos no se suspenden. Si incluso hemos llegado a hacer fogatas en las esquinas para que los jugadores se calienten las manos en medio del partido", detalla Claudio Andrade, presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Amateur (ANFA) en Aysén.

Cada fin de semana, dice, "cerca de tres mil jugadores de la ANFA, en distintas categorías, de 36 clubes, animan la fiesta del fútbol en la región. Es una fiesta".