El verdadero Raymond Carver
<P>Carver era compasivo. Sólo hoy podemos saberlo. Llega a Chile <I>Principiantes</I>, la versión original de su clásico volumen de cuentos <I>De qué hablamos cuando hablamos de amor</I>. Publicado en 1981, el libro tuvo una edición tan radical por parte de Gordon Lish, que prácticamente fue reescrito. Ahí leímos a un Carver minimalista, frío e implacable. El cuentista estadounidense que leemos ahora, el doble de largo, nunca le negó la esperanza a sus personajes.</P>
Todavía borracho, L.D. se va de la casa después de una violenta discusión con su esposa e hija. Es la despedida final. Su mujer ya no soporta mantener a un alcohólico y lo echa. "Sólo quiero decir una cosa más", pide en la puerta con una maleta en la mano. "Pero le resultó imposible imaginar cuál podía ser aquella cosa", se lee al final del cuento Una cosa más, de Raymond Carver. Es un súbito golpe de realidad: en el último momento, el vago de L.D. parece estar dispuesto a redimirse, pero simplemente no puede. Es uno de esos implacables cierres clásicos de Carver que, sin embargo, no fue escrito por Carver. No. El jamás habría dejado a uno de sus personajes con una palabra atragantada. Menos, si lo que iba a decir era esto: "Te quiero. Te quiero, pase lo que pase".
Que se sepa: Carver en realidad no era el despiadado cuentista que dejaba hundirse a sus personajes, él los rescataba y les daba una esperanza. La historia, sin embargo, dice otra cosa. En 1981, aún tiritando por haber dejado el alcohol, el escritor se consagró con el libro De qué hablamos cuando hablamos de amor: 17 cuentos despojados de retórica, que funcionan como descargas paralizantes de hielo.
Pero el libro también escondía un secreto: había sido reescrito por el editor de Carver, Gordon Lish. El manuscrito original tenía más de 200 páginas, que después de pasar por las manos de Lish, se convirtieron en un poco más de 10o. Doce de los relatos tenían otro final. La compasión de Carver ya no estaba.
Según cartas entre el escritor y Lish, la radical edición de De qué hablamos... atormentó a Carver. Suplicó no publicarlo, pero al final aceptó. Nunca habló del tema. Leyenda negra por años, el secreto fue revelado a fines de los 90 y desde entonces la viuda del cuentista, Tess Gallagher, se empeñó en publicar la versión original del libro. Lo logró el año pasado: Begginers, como se llamaba originalmente, apareció en inglés el año pasado y esta semana llega a Chile bajo el título de Principiantes.
Esqueletos fríos
Figura legendaria y controvertida de la literatura americana, Lish les repetía a los alumnos de sus talleres: "No tengas historias, ten frases". A fines de los 60 tomó bajo sus alas a un joven y prometedor Carver. Publicó sus cuentos en la revista Esquire y su primer libro Quieres hacer el favor de callarte por favor (1978). Después de De qué hablamos... la amistad se acabó para siempre. Lish fue demasiado lejos. Dejó sus historias en los huesos.
El cuento Dile a las mujeres que nos vamos narra una tarde en la vida de dos viejos amigos cansados de sus matrimonios. Termina en un asesinato. Jerry y Bill persiguen a dos chicas en una colina en lo que parece un jugueteo. En la versión editada, el lector es sorprendido en el último párrafo con el crimen: "Todo empezó y acabó con una piedra", termina Lish. Cortó ocho páginas en las que Carver despliega en detalle cómo Jerry viola a una de las jóvenes y luego la mata: usa una piedra, luego la asfixia y la termina con una roca. "Oyó cómo se le quebraron los dientes", describe. En la versión original, Jerry termina llorando en los brazos de su amigo.
Carver quería a sus personajes. En ¿Por qué no bailas?, el cuento que abre el libro, una pareja veinteañera se emborracha con un hombre que vende sus muebles en el patio de su casa. En la versión de Lish, ella recuerda los "discos de mierda" que les regaló el "viejo" y elimina una frase clave en el texto original, con la que Carver calibra el momento para la joven: "Se sintió llena de una felicidad insoportable".
Drástico, Lish hizo del cuento El señor Café y el señor Arreglos un balbuceo de borrachos casi incomprensible al lado de la historia de amores solitarios alcholizados que escribió originalmente Carver: se llamaba ¿Donde está todo el mundo? y era tres veces más larga. Lish es frío: al cuento Si ello te place, la historia de una pareja entrada en la vejez en una noche de bingo, le eliminó las conmovedoras tribulaciones finales del protagonista. Después de enterarse de que su esposa puede estar enferma, él se deprime, tiene un ataque de miedo infantil con las sombras del jardín y se larga a rezar. En la versión de De qué hablamos..., que se titula Después de los tejanos, sólo se insinúa su preocupación. No hay rezos.
El gesto de Lish se repite en el cuento que da título al libro. Lish corta todos los toques esperanzadores. Tiró a la papelera el final feliz de un matrimonio de ancianos que sufre un accidente y, al cortar las cinco últimas páginas, elimina las reflexiones melancólicas del narrador sobre el paisaje y una mirada con su esposa que le da tranquilidad a su vida.
Leer al "verdadero" Carver tiene algo de revelación (existe otro Carver), pero el libro tiene sus detractores: "No me gusta Principiantes. No apruebo volver a atrás y publicar esos cuentos que él nunca publicó.", dice el amigo de Carver, Tobias Wolff, a La Tercera. Philip Roth no piensa lo mismo: "Tono, inflexión, ritmo, tempus, talante, proporción, vocabulario, variedad, repeticiones..., todo en la versión original de Principiantes se ha concebido y ejecutado a la perfección. Si alguna vez hubo una pieza literaria que nunca requirió enmienda alguna, es ésta", dijo el autor de Patrimonio.
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