Emigrar a lo desconocido: cuento de Juan Rulfo salta a las tablas

<P><I>Paso del Norte</I> llegará a la sala del Teatro La Memoria el 21 de junio, dirigida por Cristián Plana. </P>




De analfabetos y miseria, de inmigrantes errantes y futuros inciertos. Paso del Norte, el cuento contenido en El llano en llamas (1953) del mexicano Juan Rulfo, aterriza en medio del desierto, en un pueblo donde nada ocurre. Nada, salvo la vida, el hambre y la recriminación. Esa misma historia eligió el director Cristián Plana para su próximo montaje, que debutará el 21 de junio en el Teatro La Memoria.

Dos personajes, un padre y su hijo. El lugar: un retablo sin interiores en un pueblo mexicano cualquiera, una frontera indivisible hacia Estados Unidos por cruzar, y un escabroso desierto embriagado en tequila. El montaje que pondrá en escena a los actores Rodrigo Pérez y Moisés Angulo respetará, según Plana, la esencia rulfiana de aquella historia que lo cautivó hace dos años, cuando se puso a revisar la obra completa del autor.

"Siempre he tenido una fijación con montar cuentos lejanos y extraños. A Rulfo lo conocía desde el colegio y no más que Pedro Páramo. Pero esta historia, que curiosamente no estaba en la edición que tenemos en el teatro de El llano en llamas, me sedujo sin remedio", cuenta Plana luego de un ensayo, a eso de las siete de la tarde y en una oficina de la antigua casa en Bellavista. Afuera llueve.

"Quería ser sumamente respetuoso con el lenguaje, el acento, contexto y clima en el que ocurre todo. Por eso, estos dos personajes, que saldrán vestidos con grandes sombreros y muy al estilo de Speedy Gonzáles, desbordarán todo tipo de emociones en un lugar concreto y que fluye como un río, atravesando fronteras. Eso es lo maravilloso del texto: que a pesar de la época y el lugar, calza con cualquier realidad posterior", agrega.

Primera escena: el hijo visita a su padre para contarle que atravesará la frontera en búsqueda de oportunidades. Movido por el hambre y la frustración de una vida fracturada en medio de la nada, aprovechará la ocasión para recriminar contra el anciano, quien tras enviudar quedó solo.

"Este padre tiene y no tiene una razón de ser. Como todo hombre que intenta sobrevivir en la adversidad, nunca le traspasó mayor conocimiento a su hijo del oficio que desarrolla, que es ser cuetero. Por el contrario, su hijo siempre fue más bien un estorbo, un tipo poco habiloso. Eso es lo que el joven le alega", dice Rodrigo Pérez, quien interpreta al padre de voz grave y acento del mexicano más arenoso.

Con el fin del primer acto, tanto el texto original como el montaje caen en el vacío. Además de los actores principales, el director incluyó a otros dos: "Uno es un hombre, y hará de segunda voz de Rodrigo, el padre, pues el montaje está lleno de musicalidad visceral. La otra es una mujer, y representa la seducción de ese lugar desconocido en el que el joven ha puesto sus esperanzas".

Cuando el cuento llegó a manos de Rodrigo Pérez fue inevitable pensar en su padre. "Rulfo era su autor favorito", cuenta, "desde pequeño me seudoobligó a leerlo y a apreciar su riqueza". Hoy, distanciado de la docencia y la dirección, Pérez se concentra en este proyecto, con ensayos diarios y el texto recorriéndole como sangre por las venas. "Hay que empaparse para mostrar este lugar, porque los personajes nunca dicen de dónde ni quiénes son, pero la genialidad del autor y el director convergen en que todo sea armónico", afirma.

Y habrá música. Paso del Norte, lejos de ser un musical, resuena como una sinfonía de voces anémicas, un coro de silencios y una melodía apoyada en desgarradores cantos cardenches ahogados en alcohol.

"Esta historia es de analfabetos, de miseria, de inmigrantes y esperanzas ciegas. Es, también, un arrojo a la vida y al despojo de la propia historia", afirma Plana. En 1974, fue el propio Rulfo quien reveló que su alejamiento de la escritura se produjo luego de la muerte de su tío Celerino, con quien recorrió pueblos y puntos perdidos en el mapa. "El se alimentaba de historias muy reales sin ser un cronista", dice Pérez. Esa realidad cobrará su lugar en Paso del Norte. Cristián Plana decidió reemplazar la segunda parte del texto original por un testimonio que aparece en Del olvido al no me acuerdo (1999), el documental que sigue las huellas de Rulfo por México, filmado por su hijo Juan Carlos.

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