Emprendimiento en Chile y la trampa de la informalidad y subsistencia




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Sabía usted que en nuestro país 1,7 millones de trabajadores declaran ser emprendedores? Esta es la realidad que nos muestran los datos de la última encuesta de emprendimiento del Ministerio de Economía. Todo parece indicar que en Chile ya hay suficientes emprendedores y deberíamos sentirnos orgullosos de ello. ¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus motivaciones para emprender? ¿Cuánto aportan a la economía y el empleo?

Según la encuesta, el 90% de los emprendedores declara ser microempresarios y cerca de la mitad son emprendedores informales (850 mil), es decir no han iniciado actividades en SII, por lo tanto no pagan IVA, impuesto a la renta y juegan sin las reglas de los emprendedores formales. En su mayoría son hombres jefes de hogar (62%), entre 45 y 64 años (53%) y sólo el 41% de ellos tiene educación escolar completa.

Esta abundancia de microemprendimientos, en su mayoría informales y educación básica, nos lleva a la pregunta sobre sus motivaciones para emprender. ¿Son empresas pequeñas, con potencial de crecimiento o bien un refugio de autoempleo y subsistencia? Si es que tienen oportunidades de crecimiento podrían estar enfrentando dificultades de acceso al financiamiento u otras restricciones de mercado que nos los dejan avanzar. Pero si son personas con falta de oportunidades en el mercado laboral, nos encontramos con emprendedores que preferirían emplearse en el mercado formal a mantener su situación actual.

De la encuesta se desprende que el emprendimiento de subsistencia y falta de oportunidades en el mercado laboral chileno representa a más de la mitad de los emprendedores (849 mil) y se mantienen pequeños en el tiempo por decisión propia y no por restricciones del mercado. Esta preocupante realidad se suma a que el 70% de los emprendedores en Chile no generan nuevos puestos de trabajo y son simplemente autoempleo o "refugio de desempleo". Al comparar estas cifras con otros países, encontramos que la tasa de autoempleo en Chile es tres veces superior a la de Estados Unidos, pero levemente inferior al promedio de sus pares en Latinoamérica

La situación anterior se agrava, ya que los emprendedores con potencial de crecimiento quieren seguir creciendo pero, entre otras restricciones, no encuentran el capital humano suficiente y con las competencias necesarias para enfrentar los desafíos, entrando en un círculo vicioso que no logra sacar a los emprendedores o potenciales trabajadores de lo que podríamos denominar "la trampa de la informalidad y subsistencia".

Si esta realidad del microemprendimiento es una de las causas de la gran brecha de productividad que existe en Chile entre las micro y grandes empresas, quizás dejamos pasar nuevamente una buena oportunidad para incorporar en la agenda medidas concretas que permitan hacerse cargo de este problema. Mayor flexibilidad laboral para apoyar, por ejemplo, a miles de emprendedoras jefas de hogar que no pueden compatibilizar el trabajo con la familia y no les queda otro camino que emprender para sacar adelante a su familia. Pero también con programas eficaces de capacitación para adaptarse a las nuevas realidades del mercado laboral y sincerar la realidad del emprendimiento en Chile, entre otras medidas.

En una economía sana y dinámica como la chilena, están dadas todas las condiciones para que las personas con talento y buenas ideas puedan emprender y crecer. Debemos apoyar los emprendimientos, pero con el mismo entusiasmo sincerar nuestra realidad con políticas públicas efectivas para lograr que aquellos emprendedores por necesidad logren salir pronto de "la trampa de la informalidad y subsistencia" y puedan aportar con su verdadero talento y esfuerzo al desarrollo del país.

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