En busca del túnel de los hermanos Carrera
<P>[misterios] Dos investigadores de la Usach trabajan para confirmar la existencia de una legendaria galería en la que se habrían refugiado los hermanos Carrera para esconderse de los realistas. A 50 kilómetros de Santiago, un pueblo entero está revolucionado. </P>
EN el patio de la parroquia de El Monte hay cuatro ciervos. Los más grandes son macho y hembra. Adán y Eva, se llaman. Los más pequeños son sus dos crías. Están cercados por una reja y disfrutan de los cerca de 25ºC que hay en el pueblo en este momento.
"La pareja me la regaló una amiga", cuenta entusiasta el párroco Juan Carlos González, mientras entra a una especie de subterráno que está justo debajo de la sala de catequesis. Es un lugar oscuro, con piso de tierra y ladrillos, y de seguro tiene más de cinco siglos. En la pared hay un hueco que alguna vez fue una ventana y donde descansa una figura religiosa a la que le sacaron los ojos. Al fondo, un socavón de más de dos metros de profundidad. "Aquí jugamos a la escondida", bromea el sacerdote antes de bajar por una escalera y entrar por la boca del túnel.
La galería subterránea es estrecha (1.20 metros de ancho, 1.50 metros de alto y cerca de cinco metros de largo) y en su interior no hay sol ni calor y menos ciervos. El único animal que mira desde arriba es Botines, un labrador negro que se ganó ese nombre por las manchas blancas que tiene en sus patas delanteras. Y la única luz que hay, proviene de un foco transportable y de un cirio blanco que lleva el párroco. El suelo está mojado y desprende un fuerte olor a humedad. La temperatura desciende a los 15ºC.
Abajo el cura no está sólo. Lo acompaña el ingeniero civil en geografía Lucio Cañete. Conversan tanto como si fuera la primera vez que se ven. Pero no es así. Juntos han bajado a este lugar decenas de veces. Lo han hecho desde enero del año pasado, cuando este investigador de la Universidad de Santiago (Usach) decidió comprobar científicamente la existencia del mito más grande de El Monte, localidad de la provincia de Melipilla.
La leyenda dice que existe un túnel que habría sido construido por los franciscanos y utilizado por los hermanos Carrera para esconderse de los españoles. Una de sus entradas estaría bajo la parroquia y la otra en la viña Doña Javiera, la antigua Hacienda San Miguel, que perteneció a la familia Carrera. El mito siempre estuvo, pero su existencia nunca se confirmó del todo.
En El Monte la obsesión por encontrarlo se activó en 2007, cuando el padre Gónzalez encontró este socavón en el convento y comenzó a despejar su entrada con la ayuda de algunas personas del pueblo. Tuvieron que sacar mucha tierra, madera, restos de vidrio e incluso en su interior hallaron seis piedras de moler. Y el interés aumento aún más cuando en 2009 se sumó a la búsqueda el Grupo de Investigación Histórica Forense de la PDI. Como parte de sus actividades Bicentenario, se propusieron encontrar el túnel y el cráneo de José Miguel Carrera. El año pasado, la revolución se inició otra vez con la llegada de los dos investigadores de la Usach.
A fines de 2009, una periodista de un programa científico de TV contactó al ingeniero Cañete. Quería intentar dar con este túnel usando a Gastón, un vehículo biónico de exploración geofísica que tenían en la Usach. Pero Gastón no estaba disponible: lo habían desarmado. Entonces, el ingeniero pensó que podían utilizar otros instrumentos con el mismo propósito.
En enero del año pasado, Cañete se juntó por primera vez con el párroco. Se entusiasmaron tanto que, en un segundo encuentro, probaron un pequeño avión inteligente que sería útil en la búsqueda. Así nació este proyecto en el que la Facultad Tecnológica de la Usach aporta el equipo - que lo integra también la ingeniera civil Carolina Marchant- y el instrumental para buscar el túnel.
En El Monte aún recuerdan el lanzamiento de esta iniciativa. Se realizó en agosto, en la viña Doña Javiera, donde estaría la otra boca del túnel. Su actual dueño, Francisco Correa, financió todo el ágape. Gran parte del pueblo estuvo ahí. Lo que menos faltó fue el vino.
La investigación de Cañete y Marchant se ha realizado sobre todo en la superficie, utilizando instrumentos no invasivos. Nada de excavaciones. Entre la tecnología que usaron hay un gravímetro, que detectó terrenos con menor densidad. "Esto significa que fueron removidos y luego rellenados", explica Cañete. Hay también un sonómetro, que arrojó que hay singularidades en el suelo que fueron provocadas por el hombre. "También el acelerómetro detectó vibraciones diferentes en un mismo tipo de suelo y el termógrafo registró distintas temperaturas, las que hacen suponer huecos bajo nuestros pies", agrega el ingeniero. Todo esto, cerca de la parroquia y la viña.
El convento de El Monte era una especie de huerto que abastecía de hortalizas y alimentos a su simil en Santiago. El padre Roberto Iturriaga, archivero de la Orden de los Franciscanos, cuenta que éste fue creado en 1579, un cuarto de siglo después de que los franciscanos llegaran a Chile. Dice que les perteneció hasta 1920, hasta que pasó a manos de los diocesanos.
Según el párroco de El Monte, los franciscanos tenían la costumbre de construir túneles, tanto para refugiarse ante los ataques de los indígenas como para conservar sus alimentos en lugares húmedos. Sin embargo, Iturriaga lo refuta: "No existen antecedentes históricos ni tampoco he visto que hayan hecho túneles en alguna parte".
A un kilómetro del convento, se encuentra la viña Doña Javiera. La presidenta del Instituto de Investigaciones Históricas Jose Miguel Carrera, Ana María Ried, dice que estas tierras fueron heredadas por Paula Verdugo, madre de José Miguel, Javiera, Juan José y Luis Carrera. "La vida de estos hermanos se repartía entre Santiago y la hacienda", dice Ried, quien, además, es descendiente de José Miguel.
Es en los años de la lucha por la independencia cuando los Carrera habrían utilizado el supuesto túnel. Cuenta Ried que en 1814, tras la firma del Tratado de Lircay, los tres hermanos fueron apresados. "Pero lograron huir y se atrincheraron en la hacienda. En innumerables oportunidades los españoles rodearon la casa con soldados, pero nunca los encontraron. Nosotros tenemos la certeza de que arrancaban por el túnel", cuenta.
Ried asegura que a los cinco años, su padre, Horacio Ried Carrera, tataranieto de José Miguel, le mostró un socavón en la bodega de la viña Doña Javiera, que correspondería a una de las bocas del túnel. "Estaba a tres metros desde la entrada la bodega. Yo era pequeña, pero es un recuerdo indeleble", afirma.
Hoy, el dueño de la viña, Francisco Correa, muestra que ese mismo lugar está tapado con ladrillos, a diferencia del resto del piso de la bodega, que ese de tierra: "En una oportunidad sacamos un ladrillo y encontramos tierra de hoja. Eso demuestra que alguien lo tapó".
Tras siete meses de investigación, los ingenieros de la Usach confirmaron la existencia de obras subterráneas en las cercanías de la iglesia y de la viña, que están a más de dos metros de profundidad. "Está descartado que sean ductos de servicios o alcantarillados. Pero no tenemos confirmación de que sea un túnel, ya que éstos tienen una entrada y una salida. Si es que existe, está deteriorado por la acción de la naturaleza ", explica Cañete.
Concluidos los estudios geofísicos, ahora los ingenieros deben determinar si estas galerías fueron construidas por los franciscanos y utilizadas como refugio por los hermanos Carrera. ¿Cómo lo harán? Excavando desde la superfice y analizando los objetos y evidencias que allí se encuentren.
En esta nueva etapa, trabajarán con arqueólogos e historiadores. Mientras, afinan la cartografía de las zonas más probables por dónde se extenderían estas obras subterráneas. Con esos datos, solicitarán al Consejo de Monumentos Nacionales permiso para a excavar.
Para la comunidad de El Monte, encontrar el túnel es un desafío. La idea del párroco González es crear en el pueblo un circuito turístico histórico, donde el túnel sea la principal atracción: "Sería fantástico que la gente descendiera por la parroquia y saliera en la plaza". A fin de mes, los investigadores harán una presentación con los resultados que han obtenido hasta ahora. La idea es convocar a la mayor cantidad de personas del pueblo. De seguro, todo El Monte estará ahí.Es una de sus mayores ilusiones. Y también su gran obsesión.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.