"En Europa y América Latina siempre entenderán mejor a Woody Allen"

<P> Letty Aronson, hermana del director y productora de sus filmes, se refiere a <I>Blue Jasmine</I>. </P>




Hermanas menores. Algunos las cuidan como si fuera el último día que las ven y otros creen que es un problema encomendado por los insistentes padres de siempre. También están los que involuntariamente les presentan a sus novios y, por supuesto, quienes son sus cómplices y las llevan al cine por primera vez. En el barrio neoyorquino de Brooklyn de los 50, dos de ellos eran Allen y Ellen Konigsberg. Es decir, Woody Allen y Letty Aronson.

"Woody siempre fue un referente. Teníamos bastante diferencia de edad, ocho años, pero yo siempre lo miré con los ojos de la admiración. Me llevó a ver las primeras películas y compartí sus primeros libros", cuenta Letty Aronson (1943) al teléfono desde Nueva York. "Era el hermano perfecto. De pequeño hacía todos sus trucos de magia frente a mí y yo los celebraba. Eramos de Brooklyn, y me llevó a conocer Manhattan por primera vez".

Mal alumno, rebelde con causas artísticas y buen jugador de básquetbol, Allen escribía viñetas para los diarios locales. "A los 15 años ganaba más dinero que nuestros padres. Aparte de escribir, se escapaba en los tiempos libres para ver películas. Era otra época: se veía mucho cine extranjero y Woody devoraba a De Sica, Bergman y Fellini".

Productora de todas las cintas de Allen desde Disparos sobre Broadway (1994), Aronson ha sido testigo del crepúsculo americano del director con cintas como Ladrones de medio pelo (2000), de su renacer europeo a través de Match Point (2005) y de su regreso triunfal a Estados Unidos con Blue Jasmine (2013), película que se estrena la próxima semana en Chile.

"Hay muchas razones tras el éxito de Blue Jasmine, pero creo que para el público, el principal motivo es el tema de los escándalos financieros que aparecen en la historia. Reflejan la realidad americana", explica Aronson.

La cinta, celebrada por la crítica y bienvenida en la taquilla estadounidense, es la historia de dos hermanas ubicadas en el lado contrario de la vida. Jasmine (Cate Blanchett) se mueve sólo entre los penthouses de Manhattan, mientras que Ginger (Sally Hawkins) apenas conoce las calles empinadas de San Francisco, ciudad en la que vive junto a su esposo Augie. El es un operario de fábrica y el cónyuge de Jasmine un corredor de Wall Street cuyas estafas lo llevan tras las rejas y ponen fin a la vida aristocrática de Jasmine, quien debe instalarse en casa de Ginger.

"Creo que los fondos de inversiones y el personaje de Alec Baldwin son identificables por la gente. La actuación de Baldwin es brillante y muchos reconocerán a un tipo de villano que existe en la realidad americana y mundial", explica Aronson.

Sombras de tranvía

Comparada por muchos con la clásica obra Un tranvía llamado deseo, de Tennnessee Williams, en que Blanche DuBois se refugia en casa de su más modesta hermana Stella, Blue Jasmine es además el primer drama de Allen desde El sueño de Cassandra (2007).

¿Hubo inspiración en la pieza teatral de Williams?

Sé de primera mano que Woody Allen nunca la tuvo en mente. Puede haber coincidencias, pero él jamás pensó en ello, como tampoco se basó en el caso del estafador Bernie Madoff. El filme tiene como fuente una historia que Soon Yi, la esposa de Woody, escuchó de un amigo, que a su vez tiene otro amigo cuya esposa se enfrentó a la bancarrota de éste. Súbitamente era pobre y no tenía dónde vivir".

¿El retorno a Estados Unidos significa que Woody Allen volverá a rodar con regularidad ahí?

No. Haremos siempre filmes donde nos sea más fácil y eso significa alternar Europa u otras locaciones con EE.UU. Acabamos, de hecho, de rodar una comedia de época en el sur de Francia con Colin Firth. Se llama Magic in the moonlight.

¿Cómo explica la energía de Allen para seguir haciendo un filme al año, con 78 años?

Siempre tuvo una capacidad de trabajo envidiable. Desde pequeño tenía ideas en la cabeza. Eso sigue igual a pesar del paso del tiempo. Si no está dirigiendo una película, escribe para The New Yorker o toca su clarinete. No para. Y disfruta mucho escribir, definitivamente.

Existe la leyenda de que tiene todos sus guiones ya escritos...

Lo que tiene son bosquejos de ideas en los que siempre trabaja. Cuando termina de filmar, discutimos cuál podría ser la nueva película, si un drama, una comedia romántica, un thriller. Entonces va, toma una de esas ideas escritas en un papel y desarrolla una historia. Si llega a la página 20 y no avanza a ninguna parte, abandona el guión y comienza otro. También puede perfectamente cambiar de idea en la mitad de la escritura y darle otro orden a todo. Después yo leo el guión, discutimos, y se hace la película. El siempre tiene la palabra final por supuesto. A veces mientras dirige, reescribe y entrega nuevas páginas a los actores"

¿Su rapidez le facilita la tarea como productora?

Siempre es mejor trabajar con un cineasta rápido. Facilita encontrar dinero. Woody casi no ensaya con los actores. Espera que todos lleguen con los roles perfectamente aprendidos. Por eso elige a grandes actores, a quienes luego les da mucha libertad. Si un actor quiere hacer varias tomas es probable que él le permita, pero a la tercera vez le dirá: 'Tengo lo que necesito si es que estás de acuerdo'". Ahí generalmente concluye todo.

¿Por qué sus películas tienden a funcionar mejor fuera de Estados Unidos?

El público de Europa y Sudamérica es más serio y sofisticado. Son capaces de reconocer quién es el director de una película, mientras en mi país la gente sólo se fija en la estrella. Siempre entenderán mejor a Woody fuera de EE.UU.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.