"En la Región de La Araucanía no tenemos Estado de derecho y el Estado chileno ha demostrado que no tiene interés"

<P>Hace 15 años, Karina von Baer fundó, con su marido, Empresas Agrotop, y hoy factura al año US$ 120 millones. El jueves recibió el premio Mujer Empresaria 2015. Si bien cree que el agro tiene potencial de desarrollo, advierte que el conflicto mapuche es, en la realidad, el mayor problema para avanzar.</P>




Aunque desde niña se esforzó por encontrar alguna disciplina deportiva que le gustara y en la que pudiera rendir bien, no logró voltear su destino y nunca ganó una medalla de ese tipo, a diferencia de sus hermanas y primas. Hoy, a diario camina largas horas por los campos de la IX Región, donde están ubicados los agricultores que forman el núcleo de su negocio, Empresas Agrotop, un emprendimiento que comenzó hace 15 años y que se ha consolidado con un modelo sistematizado que innovó en la forma de hacer negocios en el agro chileno.

Karina von Baer, ingeniera agrónoma de la UC, decidió trabajar con su padre sólo un año, tras egresar de la carrera, y se lanzó en algo propio. Junto a su marido, Andreas Schick, en 2000 inició su camino independiente en el mundo de los granos -donde su familia tiene una tradición de ocho generaciones- y levantó una compañía que hoy tiene cuatro filiales: Saprosem, Oleotop, Avenatop y Granotop. Al año factura unos US$ 120 millones y está por concretar una planta de US$ 10 millones de inversión. Tiene 600 clientes y vende su producción en 16 países.

En estos 15 años, le han entregado varios reconocimientos. El jueves pasado sumó uno nuevo, al recibir el premio Mujer Empresaria 2015, que por primera vez otorgan en conjunto Mujeres Empresarias y Sofofa, presentado por BBVA y con el apoyo de La Tercera. "Cuando pienso en los premios me siento algo frustrada, porque soy muy mala en el deporte, y aunque siempre me ha gustado caminar, correr, nunca recibí un reconocimiento deportivo. Ahora estoy desquitándome, aunque sea en los negocios", dice.

¿Qué significa para usted recibir el premio Mujer Empresaria 2015?

Estoy súper contenta con el premio, porque entiendo que el aporte de este tipo de reconocimientos es principalmente valorar, preponderar, el rol de mujer en los negocios, la economía, dar cuenta que se ha logrado algo y que detrás de eso hay un legítimo esfuerzo, sacrificio en muchos casos. En lo personal, cuando recibes un reconocimiento por lo que has hecho en un área, cualquiera sea, pese a los problemas y desafíos del día a día, porque muchas veces las mujeres cumplimos más de dos roles en paralelo, hay un sentimiento de gratificación, de orgullo en el buen sentido.

Por su emprendimiento ha recibido varios premios. ¿Cree que si no fuera mujer los habría recibido?

En mi carrera he recibido varios premios, muchos reconocimientos y se me ha destacado harto. Pero este caso es bien especial, porque este premio significa un reconocimiento a dos cosas fundamentales en las que creo: la primera, que las mujeres somos capaces de aventurarnos en desafíos relevantes sin descuidar nuestras otras facetas y con un sentido del deber muy claro. Lo segunda, que somos emprendedoras, innovadoras, valientes, porque siempre les damos la vuelta a las cosas para resolverlas, para encontrar una mejor salida.

Usted decidió no seguir en el negocio familiar y hace 15 años fundó Agrotop. ¿Siempre tuvo el plan de lanzarse con algo propio?

Trabajé un año con mi papá, pero decidí independizarme, porque siempre quise tener algo propio. Entonces decidimos crear una sociedad con mi marido y con agricultores en la región (IX). El 2000 creamos Saprosem, en 2003 Granotop, dos años después Oleotop y en 2008 fue Avenatop. Hoy, esas cuatro empresas forman Agrotop. Saprosem, que es nuestra primera compañía, originalmente era una cooperativa que creó un grupo de agricultores y que la acompañó mi abuelo. Por eso se dice, erradamente, que yo seguí en la empresa familiar. Pero en realidad, la nuestra, es una empresa distinta.

Pero el agro está en su sangre…

Soy octava generación en el área de semillas, estoy ligada desde siempre. El negocio de mi familia es producir semillas para los agricultores. Pero con Agrotop fuimos más allá y transformamos el modelo tradicional del negocio de la semilla y lo llevamos a la industria. Lo que hicimos fue darles una estructura de organización a los agricultores productores de semillas y encargarnos de la comercialización y distribución de esa producción a nivel industrial.

¿Cuál cree que ha sido su aporte al desarrollo de la agricultura chilena?

Cuando partí, los granos eran el hermano pobre de la agricultura. El vino, la fruta eran el glamour y se decía que sólo nos quedaba forestar con eucaliptos y pinos. ¿Qué hicimos distinto? Primero, uno de los problemas de la agricultura es que muchas veces trabaja orientada al cliente, pero no al proveedor. Lo que hicimos fue crear un modelo de negocios distinto, que es trabajar con los agricultores con un tipo de contrato para hacer un producto específico. Lo que hacemos es orientar al agricultor, por ejemplo, para que produzca trigo para la galleta o para la industria del salmón. Así, empezamos a trabajar contratos de producción y somos casi los únicos en hacerlo en forma sistematizada y orientada a proveer a varias industrias. Pero lo segundo distinto es que desde el inicio apuntamos a productos con potencial de llegar al mundo en la cadena exportadora. Hoy exportamos a 16 países avena y producimos para la industria del salmón en Chile, que es parte de la cadena de exportación.

Cambiaron la forma tradicional de negociar la producción agrícola...

Hacemos lo mismo, pero encadenadamente. Nuestro modelo se basa en generar certezas, confianzas, para que todos ganen. Con este sistema el agricultor tiene la tranquilidad de que le van a comprar y la industria de que le van a cumplir y proveer los insumos (semillas). Todo esto implica fórmulas de fijación de precios, en que no haya detrimento para las partes, y si bien hay dificultades, se trata de resolverlas en conjunto. Lo que hacemos es trabajar con una mirada integradora del agro.

Sin Estado de derecho

¿Cuáles son los principales problemas o desafíos que enfrenta el agro para un despegue mayor?

Con la apertura de China y el aumento de los productos importados, el mundo de los granos tiene el desafío de encontrar nuevos mercados y ofrecer una producción cada vez más de punta. Pero el problema más importante que enfrenta la Región de La Araucanía es el conflicto indígena. Los temas de mercado son relevantes, pero más relevante es lo que está pasando en nuestros campos. De qué sirve desarrollar mercados si se están quemando los campos. No hay productos, no hay seguridad, no hay tranquilidad…

¿Se puede llegar a una solución de consenso o se requiere de una decisión política más radical?

Es un tema difícil, porque ahí, en la región, hay un tema que es fundamental para abordar esto. En la Región de La Araucanía no tenemos Estado de derecho, y el Estado chileno ha demostrado que no tiene interés. ¿Cómo es posible que la Presidenta de la República haya ido a todas las regiones y no haya venido para acá? Eso demuestra que no es una prioridad nacional, y por eso es que no se ha dado con una fórmula para resolver el problema.

¿El Estado no tiene voluntad política de resolverlo o puede que no sepa cómo abordarlo?

Yo creo que cuando uno tiene problemas hay que reordenar las prioridades y aquí no hay prioridad ni hay interés de preocuparse, y eso ha sido así en todas las administraciones, no sólo en la actual. En las últimas semanas se han visto ciertas tendencias de cambio, pero no hay una agenda clara, comprometida con resolver el tema, y ese es el principal problema que tenemos quienes vivimos en una región donde el Estado de derecho no existe.

El agro también acusa que no hay política de apoyo en materia cambiaria. ¿Cómo ve la conducción del Banco Central? ¿Es una traba?

Ese un tema difícil, porque para quienes tenemos acceso a fórmulas para cubrir las diferencias cambiarias no hay problema. Pero para los pequeños empresarios agrícolas, los campesinos, que no tienen cómo cubrirse frente a los vaivenes, la autoridad debiera encontrar una fórmula que haga menos fluctuante el tema y amortice los efectos de la volatilidad cambiaria cuando es muy marcada. Aquí se necesita una definición del Estado para apoyar a los agricultores más pequeños.

¿Cree que finalmente este gobierno envíe al Congreso el llamado proyecto de Ley Monsanto?

Más que la Ley Monsanto o el proyecto, lo importante es definirnos como país en materia de transgénicos, porque tenemos un problema. En Chile importamos soya transgénica, nuestras vacas comen productos transgénicos, pero los agricultores chilenos no los podemos producir. El punto es que se deje a las partes en igualdad de condiciones y se nos permita producir transgénicos, lo que es más barato, cumpliendo todas las normas y exigencias de la regulación. La pregunta aquí es por qué los productores argentinos pueden producir más barato, para luego venderles a los productores chilenos y más caro.

¿Este tema ha limitado el desarrollo de su empresa?

Para nosotros no ha sido relevante, pese a que siempre se nos vincula con el tema. Sí ha sido complejo para los agricultores con los que trabajamos; ahí está el problema. Pero, la verdad, no veo mucho espacio legislativo ni ánimo como para que el Ejecutivo envíe nuevamente un proyecto al Congreso.

Cuestión de confianza

¿Cómo percibe el ánimo empresarial sobre el momento económico y político que enfrenta el país?

Veo que el ambiente está nervioso y el ánimo es de preocupación. Me preocupa que las pequeñas y medianas empresas, y también los grandes inversionistas, hoy tengan sus proyectos, que antes estaban en carpeta, casi congelados. Eso no es bueno, porque apaga la máquina y deja al país como estático.

¿Se perdieron las confianzas o es el costo de las reformas?

Mucho de esto es por las reformas, pero sobre todo por el clima de odiosidad en que se ha caído. Nosotros estamos tanto más lejos de Santiago y lo que pasa acá, pero obviamente esta desconfianza y desánimo es transversal.

Frente a los casos de corrupción y financiamiento irregular de la política, ¿cree que la ciudadanía recuperará la confianza en los políticos, los privados y el gobierno?

Claramente, todos estos casos no aportan en el mundo empresarial y político, no porque no haya errores y se deban sancionar los delitos. Lo que pasa es que tampoco se puede tirar todo por la borda. Lo que hay que hacer es trabajar en mejorar las normas que facilitaron esos errores y también los delitos, si es que los hay. Pero no podemos destruir todo lo que se ha hecho y es preocupante que un sector del país crea que eso debiera hacerse.

Eso puede ser reflejo de la pérdida de legitimidad en que han caído los políticos y el empresariado

Yo lo veo así: cuando uno tiene un proceso productivo y está saliendo mal un producto, no se destruye todo. Lo que uno hace es enfocarse en mejorar lo que falla y en las cosas que podrían fallar a futuro. Por ejemplo, a mí me preocupa la concentración económica y de poder en Santiago. Creo que no es sano, pero no lo puedo romper por regulación, con reformas unilaterales… Lo que debo hacer es intentar cambiar eso por incentivos, aunque para eso se requiere la voluntad de todos.

¿Ha pensado entrar a la política?

No, nunca.

¿Por qué?

Porque no sería un aporte, ya que se necesita una forma de ser distinta y yo soy emprendedora. Nada me hace más feliz que no sea lo familiar, que cuando voy al extranjero logro un contrato y genero un negocio y actividad. En política, además, hay que ser muy tolerante a ciertas cosas, hay que ser capaz de aunar, de entender y de conciliar lo que uno piensa con cosas con las que, incluso, no se está de acuerdo. Y yo no sirvo para eso.

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