Encuesta de la Juventud revela aumento en mala relación de padres e hijos
<P>El llamado está hecho: son los propios jóvenes los que advierten que la distancia con sus padres y hermanos se está acrecentando. La falta de comunicación está pasando la cuenta y los espacios de conexión no abundan por estos días. Los especialistas ponen tarea: estrechar los lazos y mejorar la calidad y cantidad del tiempo con ellos.</P>
"Es un llamado de alerta", comenta el sociólogo Juan Eduardo Faúndez, director de Injuv, sobre el incremento de los problemas al interior de la familia que acusan los jóvenes. Ellos quieren mayor comunicación con su entorno cercano y mejorar la relación con sus padres. "Pero están esperando que sus padres se acerquen. No son ellos los que generan espacios de interacción. Desde ese punto de vista, se dejan ver ciertos rasgos conservadores en ellos", agrega Faúndez.
La VI Encuesta Nacional de la Juventud del 2009 señala que los jóvenes que advierten una mala relación entre padres e hijos, falta de comunicación y malas relaciones entre hermanos son casi un 50% más que hace sólo tres años.
Las razones son variadas. En el escenario actual no sobran los espacios y tiempos de socialización. Menos cuando los propios padres han ayudado a sus hijos a crear un fuerte de independencia: un dormitorio con TV, cable, computador y consola de videojuegos. "Tienen todo para estar comunicados, entretenidos y alejarse del resto del mundo. Y ese fenómeno ocurre en la pieza de cada niño", advierte Juan Pablo Westphal, sicólogo de Clínica Santa María.
Esa distancia con el entorno familiar se rompe sólo cuando el adolescente requiere algo. Y si lo necesita, lo quiere ahora. "Es un vínculo sólo desde la necesidad, no desde la motivación", insiste Westphal. Pero hay un dato: la falta de comunicación es aún mayor cuando se trata de jóvenes de 20 a 24 años, según la encuesta. "Los jóvenes que están cada vez más orientados al mundo exterior y a la búsqueda de la satisfacción inmediata no son sólo los más chicos. Ahora se da también en personas que tienen mayores ingresos, como jóvenes profesionales que ya salieron de la universidad", explica Paz Valenzuela, directora del Centro de Atención Psicológica de la U. Andrés Bello.
Tiempo y esfuerzo
La comunicación requiere práctica. Un padre o madre que hizo del diálogo un hábito con su hijo desde pequeño, no creará distancia. En la vereda opuesta, si la conversación no fue un ejercicio habitual, encontrar canales de conexión con el hijo adolescente o joven será una tarea ardua. "Los temas de comunicación no hay que mirarlos de manera vertical, sino horizontal. Se requiere invertir tiempo y esfuerzo por entrar en ámbitos comunes. Y los resultados pueden demorar años si esa tarea no se hizo antes", dice Westphal.
Pero los padres tienen su propios dilemas y urgencias. "Se ha perdido el tiempo de ocio de los padres con los hijos, un espacio donde no se transa nada que signifique exigencia", dice Carola Alvarez, psiquiatra de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología Infantil y del Adolescente.
Es que el tiempo se volvió un bien demasiado cotizado. Un costo de oportunidad que exige ver cómo se está utilizando. Entonces, aparecen las preguntas: para qué tener más hijos, por qué golpear la puerta de su dormitorio o de qué me estoy perdiendo si me quedo en la casa. "Hay padres que no están dispuestos a postergarse para dar más tiempo a la familia, no hay tanto énfasis por invertir en el espacio familiar. Eso lo perciben los jóvenes y por eso prefieren estar afuera del hogar", complementa Paz Valenzuela.
Ya se sabe: el hijo no se va a acercar. Menos si siente esa distancia e indiferencia. La tarea, entonces, es del adulto. "Cuando la gente decide no hablar, afecta duramente el vínculo. Es el adulto quien debe tomar la iniciativa para reconstruirlo", concluye Westphal.
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