Entrevista a David Grossman: "En un clima bélico como el actual, es difícil seguir siendo humano"

<P>Junto a Amos Oz, es uno de los escritores e intelectuales públicos más prominentes de Israel. El 10 de agosto de 2006 dio una conferencia donde pedía al gobierno un alto al fuego en la guerra con el Líbano para negociar una solución. Su hijo, sargento de una unidad de tanques, fue alcanzado por un misil dos días después, poco antes de la tregua. Después del duelo, Grossman decidió terminar de escribir <I>La vida entera</I>, su última novela, que acaba de llegar a librerías locales.</P>




En La vida entera, una mujer decide viajar por todo Israel y no volver a casa, para que nadie pueda tocar su puerta e informarle que su hijo ha muerto en batalla. Mientras escribía esta historia, el propio David Grossman no pudo escapar de la tragedia: en 2006, su hijo Uri fue alcanzado por un misil antitanques en el sur del Líbano. Con el libro a medio camino, el autor decidió enfrentar el dolor de la pérdida escribiendo esta novela que acaba de llegar a nuestras librerías. Grossman contesta el llamado de La Tercera en su casa en Mevaseret Zion, a las afueras de Jerusalén, donde vive dedicado a la escritura y el activismo por la paz.

¿De dónde sacó la idea de escribir La vida entera?

Llevaba años buscando una forma de combinar la escritura más política y la más íntima. Fue muy difícil. Aquí, todo en nuestras vidas está tan contaminado de política, que cuesta escribir una sola línea y no sentir que es un cliché. Quería escribir sobre la familia, que el gran drama de la humanidad es el de la familia. Las cosas más importantes para los seres humanos no ocurren en parlamentos o palacios, ni siquiera en los campos de batalla, sino en cocinas, dormitorios y habitaciones de niños. Necesitaba una historia de alguien que intentara desesperadamente escapar de la situación, crear su propia burbuja de privacidad. Y así comenzó todo.

¿Cómo le afectó la muerte de su hijo?

Hay tanta gente que ha perdido a sus hijos, israelíes, libaneses, palestinos, y no han escrito libros sobre eso. Vivimos con el miedo de perder a un hijo desde que nace, es parte de nuestra vida. Eso siempre ha sido parte importante de mi motivación para luchar por la paz. Ahora, más aún.

¿Cómo seguir escribiendo?

Uri falleció tres años y tres meses después de que empezara a escribir, y continué trabajando inmediatamente después de los siete días de duelo que tenemos en el judaísmo. Quería terminar. Escribí durante un año y tres meses. Cuando algo así pasa, hay una fuerte tentación de rendirse, llenarse de odio, volverse estrecho de mente y vengativo. Sientes el gran peso del dolor y la pena. Pero creo que, a pesar de todo, soy afortunado. La escritura fue una buena forma de elegir la vida otra vez después de lo que pasó.

En 1982 fue soldado en Líbano. ¿Cómo es la guerra desde dentro?

Era como estar en un infierno surrealista. Todos peleaban con todos, todos se disparaban entre sí, no sabías a quién temer ni a quién apoyar. Allí presencié la guerra como nunca antes lo había hecho, ni siquiera como cuando fui soldado en 1973. En Líbano me di cuenta de lo destructiva y distorsionadora que es la guerra.

Este año recibió el Premio de la Paz de los libreros alemanes por su defensa del diálogo israelí-palestino. ¿Le molesta que le digan pacifista?

En algún momento supe que la situación era insostenible. No quería ser parte de un sistema que oprime a tanta gente, que habla el idioma del poder y las armas. Por eso decidí ser un activista por la paz. A veces me describen como "pacifista", eso está mal. Un pacifista es alguien que nunca portaría un arma, ni aunque su esposa, madre e hijos sean atacados. Pero yo fui soldado, participé activamente en guerras y por lo mismo no soy un pacifista.

¿Cómo concilia el activismo político y el trabajo literario?

Aunque lo parece, gran parte de mi escritura no es estrictamente política. Siempre transcurre en Israel y, en este sentido, está siempre rodeada del conflicto, pero en realidad escribo sobre cosas que me parecen mucho más interesantes: la relación entre hombres y mujeres, al interior de las familias, la relación entre padres e hijos. Escribo sobre la vida interna de los individuos.

¿Qué relación hay entre la literatura de judíos que viven fuera de Israel y la de quienes viven allí?

No están muy relacionadas. Ellos viven realidades distintas. Aquí, la literatura está condicionada por la guerra. Lo que los preocupa a ellos son otros temas, algunos muy interesantes, porque hablan de la condicion humana en todo el mundo. En ese sentido, Las correcciones de Jonathan Franzen me marcó. También me encantan Jonathan Safran Foer, Nathan Englander y Nicole Krauss.

¿Cree que la literatura puede contribuir a la paz?

La mejor motivación que puedo tener como escritor es contar una buena historia. Si describo bien la complejidad de la situación, si no me entrego al cliché, puedo hacer que la gente entienda mejor la realidad y al enemigo, incluso demostrar que el hombre es nuestro propio enemigo. Sí pienso que la literatura puede contribuir enormemente a la gente, puede darnos la sensación de estar en casa en un mundo como éste, cada vez menos acogedor, más inhóspito y más incomprensible. Creo que leyendo podemos recuperar nuestra individualidad.

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