Escalona y la Constituyente: "No nos pongamos a fumar opio"

<P>Frente al debate impulsado por los movimientos sociales y secundado por parlamentarios como Guido Girardi e Ignacio Walker respecto de convocar a una Asamblea Constituyente, el senador PS dice que en Chile "no hay una crisis institucional" y que las fuerzas opositoras deben concentrarse en generar mayoría.</P>




CAMILO Escalona es tajante: el debate sobre una Asamblea Constituyente para modificar la carta magna -abierto por los movimientos sociales y secundado por políticos de la Concertación- no conduce a ninguna parte. Y llama a las fuerzas opositoras a concentrarse en la unidad y en lograr la mayoría que, según él, le permitiría hacer reformas como el fin del sistema binominal.

Uno de los temas de las últimas semanas ha sido la Asamblea Constituyente. Y después de la CEP han crecido las voces contrarias a esa idea. ¿Cuál es su opinión?

Considero que hay un debilitamiento de la política que afecta al sistema de manera severa. Pero es un fenómeno crónico, que no se puede confundir con una crisis institucional. Comparto con Ricardo Lagos Escobar que aquí el tema es el binominal. En la última parlamentaria, los dos bloques eligieron el mismo número de diputados: 58. Los dos tienen 10 diputados más, porque proporcionalmente les corresponden 48. Y de los partidos, el más subsidiado por el binominal es la UDI, con esos 39 diputados que tiene y que no le corresponden.

¿Cuántos debería tener, según sus cálculos?

Menos de 30. Si todas las fuerzas opositoras tuvieran la unidad suficiente y un programa de mayorías eficiente, podrían constituirse en un bloque que alcanzaría 72 de los 120 votos y podría accederse a cambios y reformas profundas. El binominal influye, distorsiona el ejercicio de la voluntad popular. Resulta evidente que las fuerzas que aspiran a modificar el modelo necesitan no sólo modificarlo, sino recuperar la fuerza social que perdieron. Y necesitan una unidad que no han sido capaces de construir. Yo no quisiera que el tema de la Asamblea Constituyente fuera una especie de droga que nos haga olvidar los problemas políticos, que son los decisivos. O sea, que nos pongamos a fumar opio en un escenario ficticio, inexistente, de una crisis institucional que no existe, de una Asamblea Constituyente que no se va a constituir nunca, y que sigamos perdiendo parlamentarios, que continuemos desunidos, y que la derecha continúe haciendo un eficientísimo trabajo electoral. Aquí hay un problema de mayorías insoslayable. Para hacer un proyecto de cambios hay que tener mayoría. Y claro, podemos especular, hacer seminarios y grandes coloquios sobre la Asamblea, pero el problema de fondo no se resuelve así.

¿Cómo se resuelve?

Si no hay una crisis institucional, y existe un fenómeno crónico de desencanto, de distanciamiento, cuando nos ponemos a fumar opio, con propuestas inalcanzables, más se acentúa ese fenómeno crónico.

¿Pedir una Asamblea Constituyente hoy es como fumar opio?

Estoy en contra de que nos desviemos de nuestra tarea esencial. El gobierno de Piñera se ha debilitado porque se desvió del problema esencial que prometió resolver: el del orden y la seguridad. No lo resolvió y no lo va a resolver. Los ciudadanos a nosotros nos van a medir en las elecciones por nuestra capacidad de resolver los problemas. Y para poder enfrentarlos hay que tener un programa capaz de unir a la mayoría, y esa es una tarea política de la cual, lamentablemente, nos podemos desviar si es que nos consumimos en una discusión sobre la pertinencia o no pertinencia de situar como un eje del programa futuro una Asamblea Constituyente en Chile.

¿Cómo se cambia el binominal si no están las mayorías?

Está equivocado ese diagnóstico. No logramos iniciar la reforma al binominal porque un diputado comunista se pareó y en esta materia no hay pareo: el señor (Hugo) Gutiérrez, que ni siquiera se había aprendido la Constitución. Los pareos son para proyectos simples, no tienen sentido en votación de quórum calificado. El señor Gutiérrez, que se supone que es adalid de la lucha contra el binominal, se pareó equívocamente; dos diputados del PPD estaban en el pasillo y uno de la DC iba a su región por un problema familiar. O sea, los votos los teníamos...

Para modificar el número de diputados…

Para modificar el guarismo, que es el primer paso. Nosotros tenemos un proyecto para modificar el binominal y necesitamos 23 votos. Podría estar en tabla, a más tardar, en octubre y partimos con 20 votos. Si nos acompañan los senadores Bianchi y Cantero, y las personas de RN que han manifestado la necesidad de modificar el binominal, podríamos tener 23. O sea, si hay una fuerza opositora que se concentra en el tema del binominal, o en buscar los votos necesarios en la próxima parlamentaria, la tarea es posible.

Detrás del tema de la Asamblea Constituyente y del binominal no hay sólo un diagnóstico político, sino visiones políticas diferentes sobre el país. El que pide asamblea no lo hace sólo para cambiar el binominal o hacer ajustes menores a la Constitución... ¿Cuál es la diferencia?

En el fondo, la diferencia está en que no se puede hacer una revolución, sobre todo una pacífica, siendo minoría. Requeriría de una mayoría muy amplia. Si no hay una voluntad de organizarse, de unirse, si nos repelemos los unos a los otros, no hay solución. No quiero polemizar de manera demasiado ácida con los sostenedores de la asamblea, mi punto principal es que no nos olvidemos de que la tarea es construir mayoría.

A nivel parlamentario, este debate aparece motivado por la presión de los movimientos sociales.

Hay una deformación en la vieja izquierda, que es la tutela sobre los movimientos sociales. Se busca asignarles las tareas, consignas y propósitos de las direcciones políticas. Salieron más de 100 mil estudiantes a la calle porque quieren educación pública y su demanda tiene acogida. Pero, ¿eso significa que esos 100 mil salieron por la Asamblea Constituyente? Las direcciones políticas les asignan a las movilizaciones sociales atributos y carácter que corresponden sólo con el concepto de las direcciones políticas y no a la naturaleza de los movimientos.

O a veces sólo quieren subirse al carro...

También. Hay una manera de ganar simpatías que no es conducente a buenos propósitos, en mi opinión.

Se acusado de oportunismo a parlamentarios y dirigentes políticos...

Cuando los dirigentes sociales hacen una áspera condena a la conducta de subirse a las movilizaciones que ellos llevan a cabo, yo les encuentro toda la razón.

También se ha hablado de un fenómeno crónico de desgaste de política. Y, de alguna forma, algunos políticos terminan contribuyendo a eso en la medida que se sienten como acomplejados frente a algunos movimientos sociales…

Hay dos maneras en que se manifiesta ese complejo. Uno, volver a los 17, le llamo yo. O sea, el dirigente que tiene 50 años de político actúa como si tuviera 17 años de vida. Y otra es presentándose como farándula. Está en la derecha y la izquierda este fenómeno. El político que no se reconoce como político. El político que habla de los políticos en tercera persona, que está haciendo ejercicio de la política como pocos y, sin embargo, habla de ellos como una cosa lejana. Este fenómeno de transformismo, de pérdida de identidad, está en la derecha y en la izquierda.

¿Infantilismo revolucionario y transformismo?

Bueno, yo entiendo que el ser humano quiere siempre ser joven. Reverdecer laureles al calor de las movilizaciones estudiantiles, pero intentar manipular esas manifestaciones en función de los objetivos partidistas, no ha dado resultado en ninguna parte, y tampoco dio resultado en Chile. Ahora se vive este intento de presentarse como representante o vocero de un rol que las organizaciones sociales no han entregado.

En el debate de la reforma tributaria, donde no se ha logrado llegar a acuerdo, se aprecia una desconfianza profunda entre ambos sectores políticos.

Sí, yo creo que la desconfianza existe.

¿Y está fundamentada en qué?

Hay temas constitucionales pendientes, en particular el del binominal, porque hay una desconfianza que parte de la base de que, por motivos de interés de sólo uno de los actores, no se modifica un problema que para el país sería importante resolver, como es el binominal. La UDI continuaría siendo una fuerza política preponderante igual. Entonces resulta inexplicable que no se abra a una conversación para resolver un problema que tanta dificultad causa en el sistema.

En el oficialismo piensan que la Concertación no está muy preocupada del desprestigio de la política, porque su candidata está despegada y no se contamina.

Están equivocados en el gobierno si piensan así, porque efectivamente hay un liderazgo que no tiene hoy una fuerza que lo ponga en duda... Hay un liderazgo, pero tiene que gobernar. Para hacerlo, el sistema político no puede estar tan crispado.

Se dijo que en España el fenómeno social de los indignados iba a impactar en la elección y, al final, subió la participación electoral y ganó Rajoy. Acá se pronostica que, más allá del resultado, ambas coaliciones seguirán siendo las más representativas. ¿Ve alguna fuerza embrionaria capaz de disputar el predominio dela Alianza y la Concertación?

Yo creo que va a subir la participación política, no sé si en la municipal. En la presidencial sí, porque hay una mayor conciencia de la importancia que tiene el ejercicio de la presidencia, que se había subvalorado o perdido. Y yo pienso que la derecha tendrá un respaldo electoral muy importante, puese ese sector no es ni ha sido un rival que se pueda despreciar (…). Aun cuando el liderazgo de Bachelet se expresara en una candidatura presidencial que ganara en primera vuelta, el respaldo de la derecha va a ser gravitante. Cualquiera que piense que el deterioro de la popularidad del piñerismo va a conducir a un desplome electoral de la derecha está equivocado.

¿Cual es su intepretación de la encuesta CEP respecto de un cuestionamiento profundo al modelo económico? No se detecta en los resultados.

Pienso que las personas, cuando les preguntan por el modelo, aluden a un valor que tiene el país, que es la estabilidad democrática. No se refieren exclusivamente a temas económicos; no son especialistas, no son sociólogos o politólogos. Aluden a un fenómeno positivo que ha vivido el país, que ha sido capaz de ir avanzando e ir resolviendo sus problemas con un elevado grado de estabilidad, que le permitió, además, progresar. Y, efectivamente, creo que debemos seguir en ese camino: progresar, pero asegurando la estabilidad del país.

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