Estrategia Nacional de Seguridad
EL EJECUTIVO ha presentado el primer documento referido a la Estrategia Nacional de Seguridad, cuya elaboración fue dirigida desde la Subsecretaría de Defensa. Este documento ha sido presentado al Senado y está provocando un debate interesante por su amplitud como por su contenido conceptual. Por cierto, como todo documento, tiene fortalezas y elementos a perfeccionar. Es difícil sintetizar una visión de un documento novedoso y, a su vez, complejo.
Lo primero que llama la atención es el carácter integral de la propuesta. La Estrategia analiza los desafíos de Chile para un horizonte de mediano plazo: 2012 a 2024. La visión de largo plazo, junto al intento por dar una respuesta estatal integral a los desafíos, es quizás su principal mérito. Muchas veces advertimos que algunas políticas estatales, como la defensa y la diplomacia, no caminan al mismo compás. Junto a ello, y no podía ser de otra forma, se identifican los objetivos y los intereses nacionales. También está presente el diagnóstico desde el punto de partida y hacia dónde queremos llegar: a un Chile soberano, próspero y seguro.
El carácter integral e interdisciplinario lo define como una “política de políticas”, propia de aquellos Estados que piensan y orientan su futuro. Siendo un mérito, ahí se abre una interrogante que se refiere al nivel de la reflexión. Desde una lógica estatal, lo más conveniente hubiera sido que este esfuerzo fuese resultado de una convocatoria de la cúpula estatal. No sabemos por qué no fue así, pero a veces lo perfecto es enemigo de lo bueno, y asumiendo que hay un problema de niveles, lo cierto es que la reflexión entre agencias es indispensable.
El documento se sitúa en un plano proactivo, construye escenarios, identifica riesgos y define respuestas para alcanzar nuestros objetivos, lo que trasparenta en buena medida el quehacer estatal. Ello es positivo, porque construye confianza dentro de Chile y también con innegables ecos en el exterior, elemento muy necesario para un país que ha incrementado su inserción internacional.
Por cierto, también hay elementos que levantan polémica, como una conceptualización respecto de “seguridad ampliada”, que puede abrir zonas porosas entre seguridad y Defensa. Asimismo, se sugiere la construcción de una institucionalidad que requeriría insertarla en una reflexión mayor sobre la modernización del Estado.
El documento está abriendo una reflexión necesaria para el país, porque se necesita construir una mirada más allá de la coyuntura y de los procesos domésticos, y armonizar visiones de largo plazo. La defensa y la diplomacia requieren ese norte, al igual que otros ámbitos como la energía y la infraestructura. Ahí, el rol del Estado es indispensable, y como sabemos, desde el mercado no se construyen estas miradas de largo plazo.
En suma, es un interesante esfuerzo que no quita que tenga aspectos opinables y que se pueden perfeccionar. Ojalá que el debate, más que concentrarse en la crítica a quienes intentan construir una visión de largo plazo, estimule a los otros sectores del Estado y a la sociedad a hacer sus respectivos aportes.
Gabriel Gaspar Fundación Chile 21
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