"Estrellas Muertas es una novela de fantasmas, pero es la única realista que he escrito"
<P>Luego de dos novelas apocalípticas y saturadas, Alvaro Bisama lanza la historia de un fracaso amoroso entre una pareja comunista en los 90.</P>
Alguna vez, Javiera fue bonita. En los 90 dejará de serlo definitivamente. Marchita por la tortura y el exilio en los 80, al regreso de la democracia entra a una universidad de Valparaíso para seguir en labores de las Juventudes Comunistas y a los pocos días, ya está emparejada con un compañero de 18 años. Todo sale mal. Pésimo: juntos se hunden en la decadencia, se unen a la escoria del puerto y al final, ella termina presa. Su historia se deshará en fragmentos en Estrellas muertas, el nuevo libro de Alvaro Bisama (35), una historia de almas en pena en una ciudad que se desmorona: "Es una novela de fantasmas", dice el escritor.
Fantasmas es un decir. Si alguna vez el nombre de Bisama estuvo asociado a la ciencia ficción, Estrellas muertas está aquí para enmendarlo. Sin una línea fantástica y con menos guiños a la cultura pop que de costumbre, el autor de Caja negra y Música marciana narra una tragedia amorosa, ambientada en una universidad pública de provincia y en las más miserables pensiones de una ciudad parecida a Valparaíso.
En la novela hay ecos de su vida. Nacido en Villa Alemana, Bisama estudió Pedagogía entre 1992 y 1998 en la Universidad de Playa Ancha. Mil veces lo invitaron a clases de marxismo, a las que no fue. El también escuchó el punk que suena en la novela. Conoció a 10 Javieras. Pero, dice, lo autobiográfico "está borrado a propósito del libro".
Fuera de Bisama, está el mundo que presenció. La historia es narrada por una pareja que está en trámites de separación. Ella vio la caída en desgracia de Javiera y el Donoso. En su relato se cuela la muerte de Kurt Cobain, el arresto de Pinochet en Londres y una serie de ecos de la década pasada. "Quería decir que los 90 fueron una especie de Comala", dice Bisama, refiriéndose al pueblo de Juan Rulfo donde todos son fantasmas.
¿Una década muerta?
Si estabas en la provincia no pasaba nada. La época de Frei me parece especialmente opaca. La novela más jugada de los años 90 es Chile, anatomía de un mito, un ensayo de Tomás Moulian.
¿Estrellas muertas es una novela sobre los 90?
Es sobre una ciudad de los 90, que puede ser Valparaíso u otra. En un lugar donde se siente la resaca de la revolución que nunca llegó. Un pueblo fantasma, habitado por fantasmas hablando con fantasmas, y cómo ellos se relacionan y se estrellan.
También es sobre la decadencia de la izquierda.
Es sobre los huérfanos de la ideología. Fue el Partido Comunista, pero pudo ser el MIR. Habla de algo que no llegó, que se derrumbó. Pero no se derrumbó de manera épica, sino que en espacios privados, donde la épica sólo alcanzó a insinuarse en fotos, postales y lugares comunes.
¿Por qué cuentas una historia de amor para explorar estos derrumbes?
Más bien diría que es una historia de deseo y desamparo. Era una manera de entrar a espacios de la intimidad. Permitía explorar el aire viciado que está entre lo cuerpos. La novela es una investigación, no tiene respuestas claras. Hay una historia que está desmantelada.
¿Por eso la cuentas a través del recuerdo de otros?
Me interesa la idea de que un narrador solo tiene fragmentos. Lo que tenemos son destellos de la historia. Hacerlo de otra manera me parecería súper autoritario. Desconfío de la autoridad del narrador. Yo no soy telépata. Solo me interesan esas voces fantasmas. La noción de una escritura que trabaja desde el éter, que es como el remedo de un recuerdo. Estaba en Caja negra y en Música marciana, lo que pasa es que acá no explota.
¿Te controlaste?
El desafío era llegar al final y llegué. Es súper bueno trabajar contra lo que te sale fácil.
¿Qué te sale fácil?
Enumerar 20 formas de que se acabe el mundo. Describir una biología extraterrestre que no existe. Decir el argumento de 40 películas ficticias de terror. Después de dos novelas, sé que puedo llenar un libro con mutantes. Saturarlo. Pero quise ir en contra de lo obvio. Estrellas muertas es una novela de fantasmas, pero es la única realista que he escrito.
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