Estudiantes viajeros: Ganan experiencia, dinero y un nuevo idioma

<p>Meseros, instructores de esquí o recolectores de fruta. Cualquier "pituto" es bueno para los universitarios que, cada vez más, deciden pasar su verano trabajando en el extranjero. </p>




HACE DOS AÑOS, Soledad Delgado decidió aprovechar sus vacaciones trabajando en una actividad poco tradicional para una joven de su edad: recogiendo fruta en el campo. Junto a su pololo, quien la acompañó en la aventura, tenía que levantarse todos los días a las cinco de la mañana, para luego cosechar y empacar kiwis desde la siete AM hasta las cuatro de la tarde. ¿Descabellado? No tanto si consideramos que el campo en cuestión estaba nada menos que en Nueva Zelandia.

Soledad cuenta que llegaron a ese país el 9 de diciembre de 2008 y no consiguieron trabajo sino hasta el 5 de enero del siguiente año. "Fue complicado al principio, pero con el tiempo te acostumbras a todo, incluso a levantarte temprano. No es tan terrible porque ganas plata y siempre te queda espacio para la pasarlo bien. Partir fue la mejor decisión que pudimos haber tomado", asegura. Soledad y su pololo forman parte de una moda veraniega que cobra cada vez más popularidad entre jóvenes universitarios: el llamado work and travel.

¿De qué se trata? A través de esta modalidad los jóvenes pueden obtener una visa de trabajo para desempeñarse, por un período restringido, en países como Estados Unidos, Australia o Nueva Zelandia, donde, aseguran, enfrentan experiencias que nunca conseguirían vivir trabajando en Chile. En nuestro país ya opera una decena de empresas que ofrecen el servicio haciéndose cargo de todo: desde el trámite para obtener la visa, hasta encontrar ofertas laborales para los jóvenes que postulan. Aprender inglés, recorrer destinos lejanos y ahorrar una buena suma de dinero en poco tiempo -llegan a ganar cerca de un millón de pesos mensuales-, son algunas de las ventajas que explican el poderoso atractivo que ejerce el work and travel.

Tan llamativo resulta este exótico paréntesis en la vida estudiantil, que en los últimos seis años la solicitud de visas J1, las que se necesitan para trabajar por tres meses en Estados Unidos, ha aumentado 169% en nuestro país. Así lo señalan cifras de Universal Student Exchange (U.S.E.), empresa que maneja cerca del 50% de las postulaciones en este mercado. Igual cosa sucede en la agencia XPA, que registró un aumento de 75% en la cantidad de jóvenes inscritos para los programas.

Alexandra Fuentes (23), por ejemplo, dice que se decidió a vivir esta aventura hace dos años, cuando cursaba tercer año de Ingeniería Comercial en la UAI. Junto a dos amigas, llegó hasta Oregon, EE.UU., donde trabajó en un centro de esquí haciendo de mesera, cajera y operadora de andariveles. Cuenta que tenía dos días libres a la semana y asegura que la experiencia de estar sola y lejos de su hogar fue increíble. "Ganaba mucha plata y podía comprar todo lo que quería. Además conocí a muchos latinoamericanos y me hice demasiados amigos gringos", relata.

La parte más complicada, agrega, fueron las primeras semanas. Dice que al llegar arrendaron una casa "increíble" junto a otros cuatro estudiantes y que "la única lata era que tenía dos camas matrimoniales así que teníamos que dormir juntas, de a dos, pero por suerte a mí me tocó con mi amiga". Aunque reconoce que al principio estaba muy tupida con el inglés, al poco tiempo "se soltó": "Me perfeccioné mucho, pese a que aprendí la jerga juvenil, ya que al igual que en Chile los jóvenes en EE.UU. hablan con muchos modismos. ¿Lo más difícil? Pasar la Navidad lejos de su familia y algunos problemas de convivencia.

Según Pablo Jorquera, director de la agencia Ok Educational Travel Group, tres son los tipos de jóvenes que realizan estos particulares viajes: los que quieren irse de vacaciones y buscan aprovecharlas trabajando fuera del país en algo que les guste, como esquiar en el caso de Alexandra; los que buscan conocer y usan esta alternativa para hacer turismo barato y los que se mueven por las sinceras ganas de vivir una experiencia cultural diferente y acercarse a otras realidades.

Ricardo Paredes, supervisor del departamento de educación de la agencia de viajes Turismo Independiente para Jóvenes y Estudiantes (Tije), agrega que otra de las principales motivaciones de los jóvenes para embarcarse en este tipo de viajes es la necesidad de aprender inglés en sólo tres meses. "Hemos visto que no se trata solo de intercambio cultural, conocer gente y ganar dinero, sino hay cada vez más demanda por convertirse en personas bilingües", explica.

Las cifras de este mercado revelan el creciente interes por el work and travel. Rafael Espinoza, gerente regional de U.S.E., dice que Chile se encuentra entre los 10 países que más ha aumentado el número de postulantes, pese a que durante 2009 y principios del 2010 bajó la postulación a estos programas, sobre todo por la contracción que experimentó el mercado a raíz de la crisis financiera mundial. Francisco Pérez, director general de la agencia XPA, asegura que en 2009 tuvieron a 150 participantes inscritos, cifra que saltó a 250 para el proceso del 2010. Lo mismo ocurre en la agencia de viajes Turismo Independiente para Jóvenes y Estudiantes (Tije), que este verano envió a 75 jóvenes al extranjero, muchos más que los 13 que tuvieron en el mismo período del 2010.

Otro ejemplo es el de Fernando Abarca (21 años, estudiante de diseño gráfico), quien se encuentra en Dakota del Norte desde el 14 de diciembre pasado. Cuenta que juntó los US $ 4.000 que necesitaba para emprender el viaje y que llegó a trabajar a un local de la cadena Wallmart como reponedor. "Ahí ganaba US$ 11 la hora. Estuve durante tres semanas y luego nos cambiaron a otro trabajo en la localidad de Bismarck, donde soy runner, esos tipos que reciben los platos de la cocina y se los dejan listos a los garzones para que los entreguen. Acá me pagan menos sí; son diez dólares la hora", relata.

Dice que lo más complicado han sido estos frecuentes cambios y el tema del alojamiento. "No me siento tan cómodo como antes, porque los cambios de trabajo han sido complicados. Además, la agencia dijo que nos conseguiría una casa a todos los que llegamos, pero al final nos mandaron a un hotel", explica. Pese a los detalles la experiencia ha sido positiva: vivió su primera "Navidad blanca", ha recorrido bien la región y, lo más importante, ha logrado juntar "buena plata". Tiene programado su regreso para el próximo 30 de marzo.

Se prevé que el interés por el work and travel aumente, en la medida en que nuestro país establece más convenios para llevar a estudiantes chilenos a otras latitudes para pasar un "verano diferente". Recientemente, los ministerios de Relaciones Exteriores de Nueva Zelandia y Chile firmaron un acuerdo para otorgar beneficios a los jóvenes chilenos que quieran obtener visas para trabajar en el país océanico, que han aumentado desde 63 en el 2002, a 1000 en el 2011. Se requiere contar con cerca de un millón quinientos mil pesos para realizar el viaje.

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