Estudio concluye que la repitencia en kínder tiene efectos negativos en los preescolares

<p> Una investigación revisó la evidencia sobre la medida de retrasar el ingreso al colegio.</p>




La edad de un niño al ingresar a la educación formal no es un tema menor. Los estudios aseguran que los mayores en una clase son quienes alcanzan mejor rendimiento académico en comparación con quienes ingresan con edades en el límite de lo permitido. Un estudio realizado en Chile en 2008 reveló que los mayores de la clase tienen menos probabilidad de repetir el primer año que los más pequeños.

Por eso, una de las medidas más habituales usadas por los colegios y los padres es hacer repetir un curso al niño para que figure entre los mayores. Sin embargo, se trata de la medida menos beneficiosa. Así lo concluyó un estudio realizado por la Fundación Nacional para la Investigación Educativa de Estados Unidos, que analizó 18 investigaciones de países como Australia, Chile, Inglaterra y EE.UU. comprendidas entre 2000 y 2008.

Tras analizar los resultados de cada estudio, los investigadores concluyeron que usar la repitencia para nivelar el desarrollo y aprendizaje de los niños no traería beneficios y, en ocasiones, hasta podría ser aún más perjudicial que el solo hecho de ser los menores del curso.

Una de las investigaciones analizadas fue la realizada en Holanda a partir del año 2000. En ese país, los niños ingresan a los seis años a primero básico, pudiendo entrar al jardín desde los cuatro. Una de las medidas habituales era mantener a los niños de cuatro y cinco años en el jardín si se apreciaba inmadurez para ingresar a la primaria. Sin embargo, luego de un año más en kínder, los niños presentaban los mismos problemas de desarrollo, es decir, seguían siendo muy inquietos o tenían poca concentración. La conclusión: retener a los más pequeños en el mismo curso es ineficaz para ayudarlos a madurar.

"La llamada inmadurez es, en realidad, una etapa del desarrollo diferente", sentencia la sicopedagoga de la U. Andrés Bello, Lorena León.

Según los expertos, las etapas del desarrollo no se pueden adelantar y menos si el menor se expone, por segunda vez a los mismos contenidos y estrategias de enseñanza por parte de los profesores. "Si el niño aún es muy concreto y no logra unir los sonidos con las letras, no va a aprender a leer mejor, aunque lo hagas repetir", agrega León.

Por otro lado, la repitencia tiene efectos sicológicos y sociales que pueden ser más perjudiciales que el hecho de ser el menor del curso. "La repitencia afecta el valor emocional del niño, ya que crea vínculos importantes con sus pares y sus profesores desde el inicio", agrega la experta.

Por otro lado, tener a niños menores con otros mayores puede ser, incluso, bueno para el desarrollo de la clase: "La diversidad es beneficiosa para todo el sistema; es importante trabajar con niños que den otras opiniones para que todos aprendan de todos, incluso el profesor", agrega Angélica Riquelme, directora de pregrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile.

Lo que se debe hacer

Según la investigación, la mayor parte de la llamada "inmadurez" se resuelve con estrategias pedagógicas diferenciadas para evitar que algunos se queden atrás. "La idea es que el niño pase de curso, pero que al año siguiente sea ayudado de acuerdo a sus necesidades", recomienda León. Por ejemplo, si se desea enseñar expresión oral, a los más pequeños o tímidos, se les puede evaluar a través de una conversación, mientras que el resto puede hacer una disertación.

"Primero, hay que tener claro que es imposible que todos aprendan lo mismo y al mismo tiempo", explica Angélica Riquelme. Una de las ideas que da es agrupar a los niños, según su nivel de desarrollo. Por ejemplo, que los más pequeños aprendan matemáticas con palos de helado y los más avanzados con lápiz y papel. "Es obvio que hacer ese trabajo con 45 niños en sala es complejo, pero la idea es identificar el nivel de desarrollo de los alumnos y agruparlos. Quizás pueden hacerlo así", aclara la experta de la U. de Chile.

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