Estudio demuestra que vivir en grandes ciudades modifica nuestros cerebros

<P>Por primera vez, la ciencia revela que nacer o vivir en una urbe modifica las regiones cerebrales que se encargan de regular el estrés.</P>




Buses, bocinas, tacos, aglomeraciones, presiones laborales. Las ciudades y su ajetreado estilo de vida están irremediablemente asociadas al estrés. Y hoy, por primera vez, la ciencia ha logrado explicar cómo se produce este vínculo: la respuesta está en nuestros cerebros.

Una investigación, hecha por científicos de la Universidad de Heidelberg y publicada en revista Nature, mostró que dos áreas del cerebro de las personas que viven en ciudades o se criaron en ambientes urbanos reaccionan más enérgicamente al estrés que aquellas que viven en el campo y que eso los expone más a problemas de salud mental como esquizofrenia, trastornos del ánimo y ansiedad. Aunque no por igual.

El estudio mostró -a través de resonancias magnéticas- que las personas que no nacieron en una urbe, pero que hoy viven en una de ellas, tenían una mayor actividad en la amígdala, región del cerebro vinculada con el estrés, las emociones, la depresión y la ansiedad. Mientras que las personas que se criaron en la ciudad evidenciaban una mayor actividad en una región conocida como corteza cingulada anterior, encargada de regular la amígdala, las emociones negativas y el estrés. Según el neurólogo de la U. de Chile, Sergio Illanes, esto último muestra que hay una suerte de adaptación de los nativos de grandes ciudades a los ritmos y mayor cantidad de estímulos de estas.

Lo mismo plantea Francisco Aboitiz, director del Centro de Neurociencia de la UC, para quien los resultados del estudio son "muy interesantes", porque muestran que los patrones de respuesta al estrés difieren entre las personas criadas en ciudades grandes y quienes viven en ellas. "Las personas que llegan a vivir en la ciudad presentan más actividad al estrés, lo que puede tener una gran importancia en temas de salud mental y depresión", dice.

Andreas Meyer-Lindenberg, investigadora del estudio, dijo al sitio de Discovery que "si bien estudios anteriores habían mostrado que las ciudades son un factor de riesgo para la salud mental, en nuestra investigación mostramos cómo eso sucede y en qué aspectos esto subyace al cerebro".

Para llegar a esta conclusión, los investigadores sometieron a un grupo de voluntarios -que nacieron en ciudades, que vivían en ellas y que eran del mundo rural- a una serie de ejercicios de aritmética, mientras los científicos veían la reacción de sus cerebros a través de un sistema de resonancia magnética. Para extremar la tensión en la prueba los investigadores hostigaban a los participantes diciéndoles que sus resultados eran peores que los del resto. Así lograban un contexto de real estrés.

Los investigadores alemanes montaron este estudio inspirados en investigaciones anteriores que habían mostrado que las personas que vivían en ciudades tenían el doble de probabilidades de ser esquizofrénicas, un 20% más de posibilidades de experimentar ansiedad y un 40% de mayor riesgo de sufrir depresión y otros trastornos del humor.

Según la Encuesta Nacional de Salud, en Chile la población con síntomas de depresión en zonas urbanas es de un 18%, mientras que la población rural con estos rasgos es de un 14%. La ENS también muestra que la región del país con mayores índices de prevalencia de estrés es la Metropolitana, con 11%, siendo la única del país que alcanza los dos dígitos.

Hereditario

Justamente una investigación publicada ayer en la revista Cell evidenció que los cambios genéticos generados en las personas por el estrés se transmiten de padres a hijos, mostró una investigación del Instituto Niken de Japón. Francisco Aboitiz comparte esta tesis explicando que hay estudios que evidencian que a través de mecanismos epigenéticos el estrés se podría transmitir entre generaciones. Evidencia de esto son estudios en ratones que muestran cómo las madres lo "heredan" a sus hijos.

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