Fallece Claudio Bravo, el pintor chileno más famoso tras Matta
<P>Bravo murió la noche del sábado en Marruecos, donde estaba radicado desde 1972.</P>
Tenía el don de percibir la realidad y plasmarla en la tela, con sus luces y sombras, al punto de que muchos lo llamaban "el maestro de la luz". Considerado el pintor chileno más prestigioso en la actualidad, Claudio Bravo estaba radicado hace 39 años en el sur de Marruecos, donde la noche del sábado falleció, a los 74 años.
Las primeras informaciones señalaron que su deceso había sido a causa de un ataque de epilepsia, enfermedad detectada hace poco. Sin embargo su amiga, la galerista Ana María Stagno, quien maneja la exhibición de sus obras en Chile, afirmó que Bravo sufrió dos infartos seguidos al corazón que le causaron la muerte. "Hablé con Bashir, su compañero y mano derecha en Marruecos y me contó que Claudio venía llegando de París donde había ido al cardiólogo por malestares. Estos dos infartos fueron tremendos, lo llevaron al hospital de Taroudant, pero no pudieron hacer nada", cuenta la directora de la galería AMS Marlborough.
Bravo fue velado durante el día de ayer en su finca de Taroudant, donde se radicó en 2008. Hoy será sepultado en un pequeño museo, dentro de su casa, donde guardaba una gran colección de cerámicas marroquíes. "El quería mucho a Chile, le gustaba venir a su casa de campo en el sur. Siempre buscaba la mejor luz para pintar. Era un trabajólico que podía pintar ocho horas seguidas", dice Stagno.
La galerista planea traer a fin de año la muestra que el pintor expuso en 2010, en galería Marlborough de Nueva York, que reunió su última producción, con paisajes y bodegones marcados por su vida en Marruecos.
Capturar la realidad
Nacido en 1936, en Valparaíso, Bravo provenía de una familia de agricultores y gran parte de su infancia la pasó en Melipilla. A los 11 años descubrió su pasión por el dibujo y la pintura, la que nunca más abandonó. En los años 60 y luego de tomar clases en el taller de Miguel Venegas Cifuentes, Bravo decidió radicarse en España cautivado por la escuela realista clásica. Su estilo estaría marcado para siempre por una gran perfección técnica y su gusto por reproducir la realidad al detalle.
En España adquirió fama como retratista de la nobleza europea. Pero en 1972 huyó de los retratos sociales para buscar sus propios temas. Se enamoró de la luz mediterránea de Marruecos, donde llegó a tener varias casas, en Marrakech, Tánger y finalmente en el pueblito de Taroudant.
Allí, el artista solía terminar sus largas sesiones de pintura con visitas a su criadero de finos caballos árabes, los que montaba, organizando competencias con sus empleados. "Marruecos fue donde vivió mejor. El pueblito donde murió era bastante pobre y como retribución a la comunidad hizo construir un hospital y una escuela", cuenta el pintor Ricardo Maffei, unos de los discípulos de Bravo.
En su momento, el escritor norteamericano Paul Bowles, otro famoso residente de Marruecos, dijo de Bravo: " Trabaja todo el día, todos los días, hasta que se acaba la luz natural. Ve el paso del tiempo en término de los cambios de luz".
Hasta 2006, repartió su labor artística entre Marruecos y su casa de campo en Puerto Octay, Chile, donde compartía almuerzos con sus amigos Benjamín Lira y Gonzalo Cienfuegos, quien tenía también una parcela a 20 minutos de la del pintor realista.
En los últimos años la fama de Bravo se mantuvo incólume, con muestras en la Bienal de Venecia, Nueva York y una gran retrospectiva en el Museo Reina Sofía en 2008. Memorable es la muestra de 199, en el Museo de Bellas Artes y que hasta hoy es uno de los récords de visitas de la institución, con 280 mil personas.
"Pocas veces he visto esas filas en el museo. En esos momentos no era un pintor tan reconocido en Chile, pero la gente se sintió identificada con su pintura. Hoy tiene un valor internacional cercano al de Matta, otro pintor que hizo su obra afuera", dice Milan Ivelic, director del Museo de Bellas Artes. "Su obra es exitosa por la sensibilidad que tenía de capturar la realidad. Objetos simples como melones, alcachofas, paños o muebles alcanzaban majestuosidad con su pincel".
En el mercado del arte, el pintor también es uno de los más cotizados. Hace sólo un mes, en una de las subastas de la casa Christie's, rompió su propio récord, vendiendo el cuadro Berber Still Life, en $ 225 millones. Tan seguro estaba de su talento que llegó declarar: "Me siento muy por encima de todos los pintores latinoamericanos. Soy el más importante del continente y el más cotizado en el mercado internacional. Matta muerto no llega a mis precios de vivo".
Antes, en 2006, para una de sus exposiciones en Chile, Bravo ya hablaba de su legado: "Cuando muera donaré mis cuadros a los museos más importantes del mundo. Desde España siempre me piden crear museos con mi nombre, pero tengo que comprar o refaccionar esos castillos y regalar mis cuadros". Quería vivir hasta los 90 años y bromeaba con que aún parecía tener dos décadas menos que su verdadera edad. "El trabajo es el que me mantiene joven. No tengo tiempo para depresiones o angustias".
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