Fervor y caos marcaron el cortejo por la Pérgola




Eran tanto el fervor y la ansiedad, que cerca de las 16 horas, cuando la carroza con las cenizas aún no llegaba hasta el tributo programado en la Pérgola de las Flores, un cortejo de otro fallecido irrumpió en Recoleta y provocó las lágrimas de la gente agolpada en el lugar. Casi 20 minutos después, la postal era la correcta: el carro fúnebre con el ánfora empezó a ingresar por calle Artesanos, en dirección hacia las pergoleras, y la gente abandonó los protocolos y se abalanzó, golpeando su vidrio trasero, lanzando rosas y claveles en cualquier dirección, cruzando banderas con la leyenda Adiós halcón amigo y forcejeando con la seguridad que cercaba el automóvil.

"¡Felipe, amigo, el pueblo está contigo!". "¡Hasta siempre, Pipe querido!" y "¡Jamás te olvidaremos!" eran algunos de los cánticos que azuzaban el desorden, acompañados de llantos y gente al borde del desmayo ante los empujones y el calor. Carabineros cifró en cerca de tres mil las personas que arribaron y en 200 los efectivos que custodiaron el perímetro, cuyo tránsito estuvo cortado casi dos horas.

Los más afectados fueron los pergoleros. Al ingresar el cortejo hacia Avenida La Paz, tenían preparada una entrada con gladiolos, la recepción de dos menores vestidas de huasas y dos figuras en el suelo armadas con flores: una de un halcón y otra de una leyenda que rezaba: "Vuela alto, Felipe, los floristas de Mapocho". Pero el público pisoteó ambos homenajes, las niñas nunca pudieron asomarse y apenas pudieron arrojar cerca de mil pétalos a la carroza. "Esto fue mucho, porque había gente muy exaltada por todos lados", ilustra Marcelo Romero, dirigente de la Pérgola Santa María.

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