Fethiye y el inexplorado encanto de la costa turca
<P>A pesar de las protestas que se viven en Turquía, este país se ha convertido en una de las nuevas joyas del turismo europeo. Y aunque su exotismo llama la atención desde siempre, hoy ha ganado valor otro de sus grandes atractivos: las playas. </P>
Cuando hablamos de Turquía, siempre se viene a la mente Estambul y las maravillas arquitectónicas que heredó del Imperio Bizantino, o Capadocia y sus irreales paisajes de piedra. Claro, postales que dejan con la boca abierta hasta al más versado de los viajeros, pero que han ido en detrimento de otros grandes atractivos del curioso país euroasiático. Poco a poco, los turistas europeos han volcado la vista a sus playas, que no son pocas. Y cómo no, si cuentan con más de 7.000 kilómetros de costa (algo similar a Brasil) que se bañan en las siempre agradables aguas del Mediterráneo y del mar Egeo.
Algo de este encanto desconocido lo vimos gracias al Mundial Sub 20 y la participación de la selección chilena en la sede en Antalya, cuyas imágenes dieron cuenta de sus palmeras, arena blanca y paisajes de ensueño que la delegación nacional (y con razón) no quería dejar. Pues bien, a 200 km de allí (y a 500 km de Estambul), la cada vez más turística ciudad de Fethiye es una muestra de eso... y mucho más.
Playa a la turca
Fethiye, cuyos orígenes se remontan al 300 a.C., está situada sobre las ruinas de la antigua ciudad Licia de Telmeso, a los pies del monte Mendos. Con una población actual de cerca de 60.000 habitantes, es una localidad tranquila, pero que se encuentra muy preparada para recibir a los cientos de miles de turistas que llegan cada verano.
Lo primero que impresiona es mirar la bahía de aguas cristalinas, casi transparentes, rodeada de altas montañas muy verdes, en las cuales aún se pueden encontrar talladas en la roca tumbas de la antigua civilización licia, construidas hace 2.400 años como lugar de descanso para los ancianos más venerados de su pueblo. A este paisaje imponente se suma una ciudad bastante moderna producto de la reconstrucción después de un gran terremoto en 1958, pero que ha sabido conservar algunos rincones increíbles, como su puerto natural y el centro antiguo.
Su puerto es reconocido por tener una de las mejores marinas de la región y alberga diariamente a una infinidad de yates y veleros que hacen escala en esta pintoresca ciudad, en su recorrido por las aguas del Egeo. Desde aquí también parten los cruceros en "goleta" de uno, dos o siete días que surcan la muy bien llamada "costa turquesa" y sus islas. Esta es, en definitiva, la mejor forma de conocer la región, porque si se ve atractiva desde tierra, desde el mar es una maravilla. Todo es verde, muy verde y el mar azul y diáfano. Cruceros existen para todos los presupuestos, desde los por medio día hasta los por ocho días y a todo lujo.
De las playas, ni hablar. Cerca de Fethiye se encuentran las mejores playas de Turquía, a las que se puede acceder a través del transporte público por menos de 5 euros, o de alguno de las taxis acuáticos que, desde el muelle, parten varias veces al día. De ellas la más famosa y espectacular es Oludeniz, la joya del Egeo, a 10 kilómetros de Fethiye, donde kilómetros de agua rodean un anillo de inmensas montañas y donde un cinturón de arena y vegetación de un verde intenso separan el mar de una gran laguna azul de agua salada. Pero si usted no es amante del turismo de masas, entonces lo suyo es Kelebekler Vadisi o Valle de las Mariposas, una playa pequeña entre dos montes inmensos que, de julio a octubre, se llena de mariposas de múltiples colores. Más cerca aún, la playa de Calis, no tan espectacular como las dos anteriores, ofrece las puestas de sol más impresionantes de esa costa y por esta razón es elegida por miles de veraneantes cada año como su centro estival. Todas ellas ofrecen muy buenas instalaciones, sombrillas y quitasoles, así como refrigerios. No se extrañe si a su lado encuentra mujeres bañándose con pantalones, chaquetilla y velo, que es el traje de baño permitido para las musulmanas.
Esta zona de Turquía es también una de las mejores para realizar deportes al aire libre como buceo, snorkeling o parapente, ya que cuenta con unas costas espléndidas y con unas vistas únicas.
Y para después de la playa, nada como un paseo por el casco antiguo. La gran entretención aquí es mirar alfombras, telas, joyas, comprar especias (cuídese de que vengan bien selladas para ingresarlas a Chile), regatear y sentirse un verdadero aventurero, incursionando en los mercados típicos de Oriente.
También puede probar los miles de frutos secos y dulces árabes que ofrecen en las puertas de cada local para tentar a los turistas. Si luego de experimentar tanto fruto y dulce aún tiene hambre, no deje de ir al Mercado del Pescado (o simplemente Fish Market) que se transformará en una experiencia culinaria muy diferente, ya que uno elige un pescado o marisco en alguno de los muchos puestos que hay y lo lleva a uno de los varios restaurantes que se encuentran allí, para que lo cocinen a su gusto, para luego comerlo en mesas muy sencillas instaladas dentro del mismo mercado, bajo unos parrones. Curioso y muy pintoresco. Y si el pescado no le tienta, diríjase a algún restaurante de la zona de los bazares y pruebe alguna preparación a base de cordero y berenjena acompañado del famoso pan turco, no se arrepentirá.
Instalarse en Fethiye es vivir un poco la atmósfera de la verdadera Turquía, con gente amable y hospitalaria, dentro de un ambiente de relajo total y de una naturaleza privilegiada. Esto hace de esta experiencia algo realmente encantador e inolvidable.
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