Fidel Castro: "El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros"

<P> El ex Presidente cubano dio una serie de entrevistas a la revista estadounidense The Atlantic.</P>




Hubo muchas cosas extrañas sobre mi reciente visita a La Habana, pero una de las más inusuales fue el nivel de autoreflexión de Fidel Castro. Parecía un verdadero golpe que Castro estuviera dispuesto a admitir que actuó equivocadamente en un momento crucial de la Crisis de los Misiles en Cuba (él dijo, en muchas palabras, que se arrepiente de haberle pedido a Kruschev que lanzara bombas atómicas en Estados Unidos).

Pero incluso más golpeador fue lo que dijo en el almuerzo en el día de nuestro primer encuentro. Estábamos sentados alrededor de una pequeña mesa; Castro, su esposa, Dalia; su hijo Antonio; Randy Alonso, una figura importante del manejo de los medios oficiales, y Julia Sweig, una amiga que llevé para asegurarme, entre otras cosas, que yo no dijera nada demasiado estúpido. En un principio estaba sobre todo interesado en ver a Fidel comer -fue una combinación de problemas digestivos lo que conspiró para casi matarlo- y entonces pensé que podría hacer un poco de criminología gastrointestinal (comió pequeñas porciones de pescado y ensalada, y un poco de pan remojado en aceite de oliva, así como un vaso de vino tinto). Pero durante la conversación, generalmente relajada (habíamos pasado tres horas hablando de Irán y Medio Oriente), le pregunté si él creía que el modelo cubano era algo que aún valía la pena exportar.

"El modelo cubano ya ni siquiera funciona para nosotros", dijo. Le pedí a Julia que interpretara para mí la impactante declaración. Ella dijo que "él no estaba rechazando las ideas de la Revolución. El se refería a que bajo el 'modelo cubano' el Estado tiene un rol demasiado grande en la vida económica del país". Julia sostuvo que una razón de ese sentimiento podría ser el crear espacio para que su hermano, Raúl -que ahora es Presidente-, lleve a cabo las reformas necesarias frente a las reservas que ellas presentarían entre los comunistas ortodoxos del partido y la burocracia.

Raúl Castro ya está disminuyendo el papel del Estado en la economía. Recientemente, anunció que los negocios pequeños pueden operar y que los inversores extranjeros podrían comprar propiedades.

Cerca del final de este largo y relajado almuerzo, Fidel nos demuestra que él está realmente semirretirado. El día siguiente era lunes, cuando los líderes máximos deben estar ocupados manejando sus economías, enviando a disidentes a prisión y esas cosas. Pero el calendario de Fidel estaba abierto. Nos preguntó: "¿Les gustaría ir conmigo al acuario para ver el show de los delfines?". No estaba seguro de haber oído bien. "Los delfines son animales muy inteligentes", dijo Castro.

Noté que teníamos agendada una reunión para la mañana siguiente con Adela Dworin, presidenta de la comunidad judía cubana. "Que venga", dijo Fidel. Alguien comentó que el acuario cerraba los lunes. Fidel dijo "estará abierto mañana". Y así fue.

La mañana siguiente, después de recoger a Adela en la sinagoga, nos encontramos con Fidel en la casa de los delfines. Entramos a una pieza grande con luces azules y un tanque gigante de vidrio de delfines. Fidel explicó, en extenso, que el show de delfines del Acuario Habana es el mejor del mundo, "completamente único", porque es bajo el agua. "¿Le gustan los delfines?", me pregunta. "Mucho", le digo. Llama a Guillermo García, director del acuario y le dice que se siente con nosotros. "Goldberg", dice Fidel, "pregúntale sobre los delfines". Luego se interrumpe a sí mismo. "El no sabe mucho de los delfines en todo caso", apuntando a García. "El, en realidad, es un físico nuclear".

"¿Por qué está dirigiendo el acuario?", pregunto. "¡Lo pusimos aquí para evitar que construyera bombas nucleares!", dice Fidel y estalla en risa. "En Cuba nosotros sólo usaríamos el poder nuclear con fines pacíficos", dice García. "No pensé que estuviera en Irán", respondí. "¡Es persa!", dice Fidel y se ríe. Después me dice que haga mis preguntas sobre los delfines.

"¿Cómo entrenan a los delfines?", digo. García llama a una veterinaria del acuario para que lo ayude a responder. Su nombre es Celia. Unos minutos después, Antonio Castro me dice su apellido: Guevara. "¿Eres la hija del Che?", le pregunto. "Sí", me dice. "¿Y eres una veterinaria de delfines?". "Cuido a los animales del acuario", responde. Comenzó el show. Estoy de acuerdo con Fidel: el acuario realiza un show fantástico, el mejor que he visto. Además diré esto: Nunca vi a alguien disfrutar tanto un show de delfines como lo hizo Fidel Castro.

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