Fomento de la lectura




Señor director:

Parece un momento propicio para reflexionar acerca de la lectura y su fomento.

Dice la investigadora norteamericana Maryanne Wolf que el cerebro humano originalmente no estaba preparado para aprender a leer, y que esta habilidad surgió como necesidad cuando la humanidad comenzó a elaborar registros pictóricos y simbólicos de su quehacer. Con el advenimiento de los primeros lenguajes alfabéticos, el cerebro humano tuvo que adaptar mecanismos y redes neuronales que le permitieran decodificar cadenas de símbolos para luego comprender un determinado mensaje.

La lectura y el libro nos han permitido tener una memoria de lo que la humanidad ha sido capaz de hacer-bueno o malo-a lo largo de miles de años. Gracias a los libros conocemos nuestro pasado y comprendemos el presente, nos adentramos en lugares lejanos, en la vida de personajes míticos, accedemos al conocimiento, nos informamos y nos comunicamos. La lectura además constituye el acceso al mundo escolar, y el aprendizaje depende en gran medida de la correcta adquisición de las habilidades lectoras, desde la conciencia fonológica a la comprensión.

No obstante, la lectura tanto académica como recreativa parece ir en retirada. El informe PISA 2009 mostró que los jóvenes cada día leen menos, incluso en países como Singapur y Finlandia, que ostentan los mejores desempeños en lectura. En nuestro país, menos de la mitad de los jóvenes y adultos se declara no lector. Ello, sumado a la falta de bibliotecas públicas, el alto costo de los libros, y la poca valoración social del hábito lector han socavado el impacto que esta actividad tan esencialmente humana tiene en el cultivo de la mente y el espíritu.

Revertir esta situación no requiere de políticas complejas ni de demasiados recursos. Formar profesores amantes de la lectura, crear espacios en los programas escolares donde la lectura sea libre, no evaluada ni forzada, invertir en buenas bibliotecas, reducir el impuesto al libro, son sólo algunas de las iniciativas que podrían ayudarnos a recobrar este buen hábito de vida.

Pelusa Orellana G.

Vicedecana de Investigación

Facultad de Educación

Universidad de Los Andes

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