Formentera, paraíso hippie chic
<P>La más pequeña de las Baleares es una isla para escapar del bullicio que produce su vecina Ibiza. Un espacio natural lleno de lugares recónditos, impresionantes acantilados y las aguas turquesas y tibias del Mediterráneo.</P>
Nada más decir que las vacaciones incluían una estadía de tres días en Formentera, para recibir respuestas como "¿dónde está eso?" o "¿qué vas a hacer allá?".
Pues bien, Formentera es la más pequeña de las islas Baleares y parte de las llamadas islas Pitiusas. Se encuentra separada de Ibiza por un canal de 3,6 km y la única forma de acceder a ella es por mar; a través de una de las diferentes compañías que hacen el trayecto que puede durar 45 minutos en un ferry o una hora y 45 minutos en el Aquabus, que es algo más que una lancha, pero bastante más barato que el ferry. Increíble pero cierto, aún queda en el medio del Mediterráneo una isla que no tiene aeropuerto.
De apenas 19 km de longitud, 83 km2 y cerca de 10.000 habitantes, Formentera se compone de varios pueblitos: Es Pujols, Sant Francesc, La Savina, San Ferran y El Pilar de la Mola, a los que se puede acceder fácilmente dado que cuenta con una muy buena red de carreteras que permiten llegar a cualquiera de estos lugares. Pero no son sus pueblos lo que la hace más famosa, sino sus playas.
Considerada por muchos un diamante en bruto, todavía podemos tendernos en sus playas de arenas blancas y aguas cristalinas con la visión del mar en todos los frentes y de las dunas y bosques de sabinas a nuestra espalda; sin torres de departamentos ni paseos marítimos. Un vestigio de cómo fue, seguramente, la costa mediterránea antes de la proliferación de la construcción y del turismo de masas.
Nada más llegar al puerto de La Savina se respira un aire diferente. De paz y tranquilidad, sin aglomeraciones ni prisas. A la primera mirada una cantidad inmensa de locales de arriendo de bicis y motos Vespa deja en evidencia cuál es el medio de transporte en la isla.
Luego descubrimos que es necesario tener cómo moverse, porque hay muchos lugares atractivos que están distantes unos de otros y, si bien es cierto existe transporte público, los horarios son bastante restrictivos.
Para instalarse, cualquier lugar es bueno, pero es en Es Pujols donde se encuentra la oferta más abundante de alojamiento. Pocos hoteles. Proliferan los departamentos y apart hoteles que hacen que el turista pueda ser parte del espíritu local. Comprar la barra de pan fresco por la mañana, para desayunar, es parte del ritual, así como tomar un café a media mañana conversando con el dependiente de alguna de las varias cafeterías. La playa de Es Pujols está formada por tramos de arena y tramos de roca baja; el mar es diáfano y enfrente hay un islote al que se puede cruzar caminando, la visión de esto es increíble. Es el centro de mayor actividad en Formentera, que reúne la mayoría de boutiques, tiendas de souvenires, restaurantes y locales de noche. Por las tardes se instala un mercadillo de puestos de artesanía, que recuerda la faceta hippie chic de la isla.
La gran mayoría de las playas que encontramos en la menor de las Baleares son las mejores de Europa y alguna de ellas como Ses Illetes, de las mejores del mundo. Imagínense andando por un camino con playa de arena blanca a ambos lados y el mar de aguas color turquesa, frescas y tranquilas esperando por nosotros. Al frente se divisa la isla de Ibiza en todo su esplendor. Bien está puesto uno de los nombres por los cuales se conoce a esta isla: el Caribe español.
Las playas de Es Trucadors, de Mitjorn y de Ses Platgetes no se quedan atrás; la verdad son todas una maravilla.
A medida que avanza la mañana, miles de embarcaciones comienzan a anclar frente a las playas. Veleros, lanchas, yates y catamaranes se funden como parte del paisaje, así como los zodiacs en que sus tripulantes abandonan sus barcos para pasar un rato en la playa y en los negocios locales.
Luego de tomar el sol y de refrescarse en estas aguas que invitan a no salir de ellas, lo mejor es dirigirse a uno de los chiringuitos de playa a tomar algo y comer algunas de las delicias de la comida ibérica.
Pescado fresco, gambas, calamares y diferentes tipos de paella forman parte de la abundante oferta culinaria, así como un buen Guisat de Peix, plato típico balear que se prepara con algún pescado de roca, papas, tomate, almendras y azafrán… ¡¡una delicia!! Y si aun nos da el cuerpo para un postre, nada mejor que probar la "Greixonera" que es un flan hecho a base de la regional ensaimada, huevos, leche, azúcar y canela.
Si de comida se trata, no está de más darse una vuelta por la famosísima "Fonda Pepe", en Sant Ferran, favorito de Bob Dylan y de otros bohemios cuando frecuentaban la isla. Es un lugar muy sencillo, de comida de buena calidad y que conserva el ambiente desenfadado de cuando los hippies se pasaban noches enteras bebiendo y conversando.
Y para la puesta de sol, nada mejor que el Cap de Barbaria, donde el mar y el cielo se funden en un horizonte rojizo que nos hace agradecer tener la oportunidad de estar en un lugar así. Cerca podemos encontrar Punta sa Pedrera, que son formaciones de piedra y roca dignas de visitar.
La noche se presenta más íntima y menos animada que la loca Ibiza, pero no por eso menos entretenida. Múltiples restaurantes ofrecen las exquisiteces de la isla y luego de eso una gran cantidad de bares se encuentran prestos a recibir a quienes quieran avanzar por la noche escuchando buena música en compañía de sus amigos.
Formentera es una isla para escapar del bullicio, un paraíso natural lleno de lugares recónditos, donde muchos famosos han logrado dejar sus agitadas vidas encontrado su lugar en el mundo. Esta es la razón por la cual muchos hippies se establecieron allí en los años 60 y 70 y por la que miles la visitan cada año.
Tres días no son suficientes; parece sólo el inicio de una experiencia que tendrá que continuar.
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